La euskarafobia se viste de doble oportunidad

Parecía que con el acuerdo cuatripartito y el Gobierno del cambio mejoraría el estado de acoso permanente al que se ha sometido a la lengua vasca durante siglos. La transición posfranquista nos dejó una situación en la que remitía un tanto el acoso, pero persistía el marco glotofóbico: la zonificación al estilo reserva india (sin seguir ningún criterio histórico, demolingüístico o sociolingüístico), la imposibilidad de estudiar en euskara en la escuela pública en la llamada zona no vascófona (aunque se haya reclamado este derecho durante décadas), la nula o cuasi nula valoración del euskara en las convocatorias para empleo público, las múltiples trabas a la captación deEITB y la deficiente financiación de los medios en euskara, el pertinaz boicot a la concesión de la licencia aEuskalerria Irratia, la escritura con letra más pequeña y colores sin contraste en euskara en las señales bilingües, la marginación de la toponimia oficial, etcétera.

Esta doble traba se viste de doble oportunidad, como si presentarse a una oposición fuese como jugar al bingo

Algunos de los elementos del régimen euskarafóbico -las oposiciones y la gestión de listas de contratación segregadas en Educación-, iban a dejar paso a una situación de igualdad, tal y como anunció la consejera María Solana el pasado 8 de septiembre, con la convocatoria de una oposición solo por especialidades. Esta segregación la impuso UPN en 1991, ya que durante los años 80 se había funcionado de manera integrada. El mecanismo de exclusión que subyace a esta segregación es el siguiente: las personas bilingües euskaldunes que manifiestan su capacidad y deseo de trabajar en euskara, son consideradascontaminadas para trabajar en castellano y, por ello, deben decidir o bien ser euskaldunes y optar a trabajar solo en los puestos adjudicados a la reserva india, o bien permanecer en el armario lingüístico español y poder optar a las plazas en castellano.

Se aduce que el personal docente debe demostrar en la oposición su capacidad en la lengua en la que va a enseñar. Sin embargo, en esas pruebas memorísticas, se exige a las personas que demuestren su conocimiento sobre el temario de la oposición, no de su conocimiento lingüístico. En el resto de oposiciones de la Administración navarra, las personas que obtienen su plaza con perfil de euskara, lo han hecho en unas pruebas desarrolladas en castellano, y ello no afecta a su capacidad de desempeño profesional en euskara. Por otra parte, se discrimina a las personas candidatas respecto al personal funcionario docente, que puede trasladarse a otra plaza con una lengua distinta si cuenta con la titulación pertinente.

En las pasadas oposiciones de Educación Infantil y Primaria del 2016, las personas candidatas bilingües tuvieron la doble oportunidadde presentarse un sábado a las pruebas de las plazas en euskara y, al día siguiente, de realizar otras pruebas sobre el mismo temario para las plazas de castellano. Esta doble traba se viste de doble oportunidad, como si presentarse a una oposición fuese como jugar al bingo, más si cabe, cuando el resultado de la oposición está vinculado a las listas de contratación (cuestión que también fue impuesta por UPN en el año 2007). Pues bien, el hecho de que castellano y euskara puedan disfrutar de un estatus de igualdad en el acceso a la función pública en Educación no es asumible para algunos sectores autoproclamados de izquierdas, pero con una clara ideología supremacista lingüística española, que quieren perpetuar el apartheid administrativo al euskara, ahora con medidas supuestamente más lighty vendibles a un electorado progre. Dicho electorado, sin embargo, ya de por sí menguante, puede acabar decidiendo votar a opciones reales de izquierda o bien votar sin tapujos a los partidos del 155.

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