España no es Suecia

Este año hace ya 110 años de la separación pacífica, amistosa y acordada entre Noruega y Suecia, separación por la que el primer país se desvinculó por completo del segundo, para construir su propio Estado nacional y soberano. Esto era en 1905 y en la vieja Europa. El antiguo reino de Noruega había nacido el siglo XI, como resultado de la unión de diferentes principados y, durante el período que va de 1380 a 1814, Noruega formó una unión personal con Dinamarca. Pero en 1814, en el contexto de las guerras napoleónicas, Dinamarca tuvo que ceder Noruega al rey de Suecia, momento aprovechado por Noruega para proclamar unilateralmente su independencia, adoptó una constitución nacional y elegió como jefe del nuevo Estado al príncipe danés Cristiano Federico, el 17 de enero de 1814. Pero sin aliados en el ámbito internacional, el país entró en guerra con Suecia, como consecuencia de la cual acabó admitiendo formar una unión personal con Suecia, si bien manteniendo su propia constitución liberal y estructuras independientes de Estado como el parlamento (Storting) y el ejército, con la excepción de la diplomacia y la acción exterior.

Esta unión singular se mantuvo hasta 1905. El 7 de junio de este año, el Storting acordó disolver la unión con Suecia, con la aprobación de que el poder del rey había dejado de ser funcional. Los noruegos optaron, en referéndum, por la forma monárquica de Estado y no la republicana, y ofrecieron la corona de Noruega al príncipe danés Carl. Este aceptó convertirse en el primer jefe de Estado y adoptó el nombre de Haakon VIII, como los reyes medievales de Noruega independiente. Con el apoyo unánime del Storting se convirtió en el primer rey de Noruega independiente en 586 años. El 13 de agosto de 1905 tuvo lugar el referéndum de autodeterminación, en el que el NO a la independencia obtuvo 184 votos (0,05% del electorado) y el SI 368.208 votos (99,95%). Hasta octubre, noruegos y suecos se reunieron en Karlstad, municipio sueco que fue el escenario de las negociaciones que culminaron en el acuerdo de disolución pacífica de la unión y donde también hubo consenso sobre los términos concretos de la separación acordada. El 26 de octubre de ese año, el rey Óscar II de Suecia renunciaba, oficialmente, a sus derechos dinásticos sobre Noruega, formalizándose, así, la disolución de la unión mantenida desde 1814. La noticia fue seguida con interés en Cataluña y Antoni Rovira i Virgili, historiador y teórico de la cuestión nacional, escribió un artículo sobre este tema gracias al cual ganó el premio periodístico convocado por el semanario El Pueblo Catalán, consistente en una plaza de redactor en esta publicación: tenía 23 años.

A partir de su independencia, Noruega inició un camino de prosperidad económica y calidad de vida material, cultural y democrática que ha llegado hasta nuestros días. El 14 de diciembre de 1911, una expedición noruega, dirigida por Roald Amundsen, fue la primera de llegar al Polo Sur y en 1913, se convirtió en el segundo país europeo, después de Finlandia, en reconocer el voto femenino. Actualmente, la población estimada de Noruega es de 5,2 millones de habitantes, es uno de los países más ricos del mundo y su moneda, la corona noruega, está considerada una de las más sólidas a nivel internacional. En 1971 y 1994, los noruegos rechazaron en referéndum la entrada en la Unión Europea, si bien mantienen con ella lazos muy estrechos. Hoy Noruega es uno de los contribuidores más importantes de la ONU, organismo al que pertenece desde su fundación, en 1945. Con su ejército participa en misiones internacionales en Afganistán, Kosovo y Sudán, intervino para hacer posible una tregua entre el gobierno de Sri Lanka y los Tigres de Liberación de Tamil Eelam y su capital fue el escenario de los Acuerdos de Paz de Oslo, entre israelíes y palestinos, dentro su cultura de diálogo y negociación de conflictos, así como su compromiso con la asistencia humanitaria. El país dispone de un sistema completo de seguridad social, la educación superior está subvencionada y, entre 2001 y 2006, fue el primer país del mundo en desarrollo humano y, en 2007, encabezó también la clasificación de nación más pacífica del mundo.

Un monumento en el centro de Karlstad, en Suecia, recuerda la separación pacífica de Suecia y Noruega en 1905, mientras que las embajadas suecas, en todo el mundo, continúan haciéndose eco de aquel evento, como ejemplo de diálogo civil, madurez política y democracia real, año tras año. Las relaciones entre los dos países son excelentes y tienen muchos intereses comunes, los cuales son defendidos desde la soberanía propia de cada uno de estos dos estados. Desde Cataluña, miramos con buenos ojos aquella experiencia ejemplar de secesión pacífica, y tenemos envidia sana de Noruega, porque nos gustaría poder ser como ellos, en todos los ámbitos positivos en los que han destacado, a lo largo de los años, una vez alcanzada su independencia nacional. Cataluña, pues, quisiera ser como Noruega, pero la realidad nos demuestra, día tras día, que España no es, ni quisiera ser, como Suecia. A cada uno, pues, lo suyo…

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