Germà Bel: “Proclamarnos Estado implica tener el control de las fronteras inmediatamente”

El economista y diputado de JxSí cree que España es un “nacionalismo militante”, y que Podemos hace “lo mismo que cualquier partido español del régimen que quiera tocar muslo”

Germà Bel (Les Cases d’Alcanar, 1963) es uno de los diputados “transitorios” de JxSí. Como independiente se sumó a la coalición con una fecha de regreso a su actividad como profesor de Economía de la UB. Pero a pesar de que la vida parlamentaria es intensa, no ha dejado la vida académica, ni tampoco la pluma. Recientemente ha publicado el libro ‘Preocupaciones desde una galaxia muy lejana’ (Ediciones 62, 2017). A las puertas del 1 de octubre, hablamos del tramo final del proceso y del Estado. Un Estado para el que trabajó el mismo Germà Bel, cuando su galaxia era la defensa del federalismo.

 

Después de la última remodelación del Gobierno, ¿la galaxia catalana está aún más alejada de la galaxia española? El mensaje de Puigdemont es directo, los que forman este ejecutivo no recularán a pesar de las amenazas.

Estamos más cerca del referéndum. Ha habido una remodelación en la que las salidas de cada consejero tienen razonamientos diversos, no creo que haya un solo factor que explique transversalmente las salidas, y hay personas que entran con diferentes perfiles pero todos muy potentes. Esta remodelación no demuestra, en mi opinión, más distancia, sino un refuerzo de la determinación, y un aumento de la credibilidad de esta determinación.

 

En todo caso, ¿cree que hay punto de intersección posible entre las dos galaxias, si no es que fracasa el referéndum y hay elecciones autonómicas?

En cuanto a personas concretas con nombres y apellidos, ya se ha perdido la intersección, pero cuando hablamos de galaxias en el sentido de comunidades políticas o de entramados institucionales, siempre hay interconexión, del mismo modo que existe entre Rusia y los Estados Unidos. La desconexión es un hecho que afecta a los individuos, pero las comunidades políticas siempre acaban teniendo la necesidad de tener elementos de interconexión. Otra cosa es cuál es el grado de los espacios de intersección. En todo caso, se expresa una determinación que a la gente que hace un tiempo dimos el paso, no nos sorprende esta determinación.

 

Desde el independentismo mismo se pone permanentemente en cuestión esta determinación. Usted mismo lo ha comprobado en el Parlamento con la dialéctica JxSí-CUP.

Quizás algunos habían pensado que esto era una broma, un entretenimiento para ir matando el tiempo, peinar el gato o tener un escaño.

 

¿Este “algunos” se refiere a gente de fuera del independentismo o también de dentro?

Hablo de gente mucho más fuera que de dentro del espacio soberanista, pero también dentro hay gente que durante mucho tiempo se ha dedicado a juzgar intenciones en vez de juzgar hechos. Y a juzgar el por qué y no el qué. Desde el punto de vista de la política, preguntarte por qué alguien quiere un qué, es estéril, porque lo relevante desde el punto de vista de la política es qué dijo alguien y no por qué lo dijo. En este sentido, ha agotado mi capacidad de sorpresa el ‘Lópeztenismo’, que expresa el cóctel de frustración y sectarismo. [Se refiere a Alfons López Tena, antiguo líder de Solidaridad Catalana por la Independencia, que critica duramente a los líderes del proceso]. Esta gente se sorprende de nuestra determinación, al igual que la gente de fuera del espacio soberanista que querían pensar que esto era un soufflé o una amalgama de intereses. Somos humanos y cometemos errores, y la gente que trabajamos por el proceso también nos equivocamos ¡y no pasa nada! Pero los otros, muy propio del sur de Europa, no lo encuentran un error, sino la prueba de que en realidad, el proceso es una estafa y nosotros unos estafadores.

 

El PSOE y el PSC quieren poner sobre la mesa una reforma constitucional que tiente al independentismo para dar marcha atrás y volver al ‘pájaro en mano’. ¿Tampoco han entendido la determinación, o ven flancos de debilidad?

Mi libro ‘Anatomía de un desengaño’ (2013) se tradujo al inglés con el título ‘Desdén, desconfianza y disolución’. ¿Por qué lo digo? Porque no se dan cuenta de que la desconfianza en la viabilidad de reformar institucionalmente el marco español de una forma que efectivamente reconozca la plurinacionalidad con consecuencias políticas, es lo que hace que no se escuchen estas propuestas. Ya sabemos cómo se acaba esto, como siempre. La desconfianza no se cura viniendo a Cataluña a decir que volvamos diez años atrás.

 

Parece que régimen del 78 no se quiere reformar, ¿pero es reformable?

Si hablamos de los poderes instituidos en España, lo que algunos definen como las élites extractivas, y que por cierto, también las hay en Cataluña, sí, el régimen está blindado. Y desde el punto de vista del modelo de Estado, también, porque el modelo de Estado español es el modelo francés, donde necesaria y obligatoriamente sólo puede haber una nación. El modelo francés es el del nacionalismo químicamente puro, donde el Estado tiene como misión que sólo haya una nación. Y España, desde el siglo XVIII copia literalmente el modelo francés y cree que en España sólo cabe una nación. Y ante la evidencia de que hay varias, haremos sólo una. España es un nacionalismo militante, el cual no sólo quiere un solo Estado, sino que utiliza este Estado para imponer su hegemonía. Y para ello, les da igual que la gente sea pobre. Nunca aceptará la plurinacionalidad. Por esta razón, ningún cambio, desde la Primera República, Primo de Rivera, Segunda República y Transición, ningún cambio ha logrado transformar esta España militante. Porque estos cuatro episodios siguen la misma pauta, y es que el régimen entra en crisis, se abre una ventana en la que todo parece posible, y el río se desborda, todo puede pasar, y finalmente, las aguas vuelven al cauce.

 

¿Y todavía más régimen, cuando se vuelve a la calma?

Sí, porque se vuelve al modelo que suscita una adhesión unánime en las instituciones españolas y entre la sociedad, que es que en España sólo cabe una nación, porque les da seguridad y control, y piensan que algún día conseguirán ser franceses.

 

Por tanto, ¿el PSOE no tiene ninguna intención de reformar el Estado?

No, claro que no. En todo caso, el PSOE no ha de dirigir una propuesta a la sociedad catalana, sino a la sociedad española, y eso aún no lo han entendido. La única forma de empezar a recuperar la confianza de algunos catalanes es haciendo una propuesta a los españoles y aguantar el chaparrón de llevarlo a la práctica. Son como discos rayados.

 

¿Podemos lo hace mejor?

Podemos, a medida que se ha ido acercando al entramado institucional al que quiere entrar y controlar, ha ido diluyendo la propuesta. Desde el referéndum que había que hacer hasta la rebaja a movilización, y esperemos que se vaya acercando el 1 de octubre. Hasta el punto de que un exmilitante de Ciudadanos como es su secretario de organización [Echenique] dice que no pasa nada por poner “unas cajitas”. Podemos y las confluencias hacen exactamente lo mismo que cualquier partido español que quiera tocar muslo en el régimen.

 

El PP tampoco hace propuestas a los españoles.

El PP no hará nunca una propuesta para resolver la cuestión catalana porque esto le da votos, y tomar la iniciativa le haría perder apoyos. Ellos creen militantemente en el modelo francés. Y Ciudadanos es otro tanto, porque tienen una metástasis de identidad. Realmente necesitan ayuda, todas sus intervenciones en el Parlamento son identitarias, no lo pueden evitar. Si hablamos de gallinas, ven identidad.

 

Volviendo a Cataluña. ¿Qué está dispuesto a hacer un Estado que tiene como prioridad mantener una única nación si alguien pone unas urnas para un referendum?

Prácticamente todo. Vivimos en un Estado que está en quiebra institucional. Tenemos la Mesa del Parlamento por desobedecer no alguna ley, sino por debatir. Pero se hizo una ley para permitir al TC actuar como tribunal de orden público. Podemos esperar cualquier tipo de acción, pero el problema no es qué hace sino cómo lo administra. Madrid y las instituciones tienen fuerza para hacer lo que quieran, pero tienen que ver cómo administran sus acciones. Y si falla al aplicarlas, la palma.

 

¿Cómo cree que transcurrirá del 1 de octubre?

A un economista le hace hacer predicciones de cosas que pasarán un día concreto… Pues transcurrirá con las urnas puestas. Pero eso es lo que pienso desde que en septiembre de 2016 se anunció que se haría un referéndum. El Gobierno tiene un compromiso asumido libremente, y nadie entendería que si hay intervenciones fuera del control de las instituciones catalanas, esto no sea así.

 

Si gana el sí, comienza el proceso de independencia. ¿Se ha de interpelar a Madrid por si quiere negociar?

Es muy importante entender que el día 2 de octubre los niños irán a la escuela, los hospitales operarán, los funcionarios irán a trabajar y las fábricas seguirán produciendo. Porque el 2 de octubre habrá unos resultados provisionales y estará pendiente de un proceso internacional de validación y recuento.

 

¿Y qué pasa con el control de las fronteras?

Un Estado se define no como alguien que dice que es independiente, sino como un entramado de instituciones que aplican la ley sobre unas personas en un territorio, en su caso aplicando la fuerza, y en todo caso, evitando que otro use fuerza en tu territorio. Esto es un Estado.

 

¿Esto está garantizado?

Proclamarnos Estado implica tener el control de las fronteras de forma inmediata. Si no lo tienes, no eres un Estado. Si la pregunta es ¿qué pasará en un Estado independiente si el gobierno español cobra impuestos? Pues que no habrá Estado. Si gana el sí, el presidente de la Generalitat ha dicho que habrá una proclamación de independencia, como es natural, y por tanto, se tendrá el control de las fronteras. ¡Y al día siguiente la vida continuará!

EL MÓN