Nietos de los 52 fusilados en Buñuel en 1936 se unen en un colectivo para el recuerdo

El viernes presentan el libro de Pedro José Francés, «Buñuel, de la esperanza al terror»

Tanto el autor como los familiares pretenden recuperar lo ocurrido y organizar un homenaje anual a los asesinados

Buñuel


Tudela. «Parece que mucha gente no quiere enterarse de la realidad y si la conoce, la niega; pero en Buñuel hubo 52 asesinatos que no pueden ser olvidados, sin rencores y sin ánimo de revanchas de ningún tipo». Con ese espíritu, Mari Carmen Lavilla Almingol y María Ángeles Ornaz Minchinela hacen públicos los primeros pasos para la creación de un colectivo de nietos y nietas de fusilados cuyo primer objetivo es apoyar la publicación del libro de Pedro José Francés, Buñuel, de la esperanza al terror. El autor, que presentará la obra este viernes, a las 18.00 horas, en el Casino Independiente, ha recogido los testimonios de las personas que sufrieron los horrores de julio, agosto y septiembre del 36 en la localidad ribera, poniendo nombre, apellidos, fechas y lugares a lo ocurrido en aquellos días. Es lo que Lavilla Almingol considera «lo justo, lo que debería haberse hecho hace muchos años para que todo el mundo supiera la verdad y abordara la historia de su municipio para conseguir una verdadera unión y respeto».

26 fusilados en un día De momento, el colectivo ha mantenido varias reuniones a las que han acudido cerca de una veintena de personas, nietos y nietas de fusilados. Para Ornaz, «nuestro objetivo sería conseguir que cada año pueda hacerse un recordatorio y que el libro sirva para que la gente sepa leerlo y si tiene alguna pregunta, que la haga con toda tranquilidad, para que en este pueblo no siga negándose la realidad». Precisamente, esa realidad a la que hacen referencia los familiares, ahora unidos por la historia que cuenta el libro de Pedro José Francés, se ve representada en el monolito que, en 1979, se colocó en memoria de los muertos en el cementerio municipal. Bajo la piedra, sin embargo, sólo reposan algunos restos encontrados en Frescano (Aragón). «No se supo realmente quiénes eran, pero cuando los encontraron los trajeron a Buñuel y, de forma simbólica, con el dinero que aportaron las familias fueron enterrados aquí y sobre ellos instalamos el monolito con el nombre de todos ellos», recuerdan las nietas de Gregorio Almingol y Jesús Minchinela. Ambos fueron asesinados después del alcalde (Alfonso Marquina) y el secretario de la localidad (Martín Domingo), que fueron las dos primeras víctimas de una escalada de terror que llegó a cobrarse la vida de 26 personas en un sólo día. Ocurrió el 26 de agosto de 1936, cuando, según cuenta Mari Carmen Lavilla, «se supo que había muerto un chaval del pueblo que, como en todas las guerras, se defendía desde su bando, en el frente. Entonces, se dio la orden: Vamos a matar a tantos como años tenía el muerto, 26; entre ellos estaba mi abuelo», dice con pesar rememorando la redada que dejó a su abuela viuda y con siete hijos a su cargo.

Dos monolitos separados La presentación de Buñuel, de la esperanza al terror coincide con otro acto literario en el que se dará a conocer la historia de la localidad y que tendrá lugar el mismo día a la misma hora. «Es un ejemplo de lo que no debe repetirse; hace años ya propusimos que el monumento a los caídos se moviera de sitio y estuviera junto al de los fusilados en el 36, pero fue imposible», apuntan desde el colectivo.

Lo cierto es que hasta 2004, y sólo cuando se aprobó la Ley de Símbolos, en Buñuel no desaparecieron las calles que, en los lugares más céntricos, seguían honrando a Franco, el general Mola, el general Oliver o el 18 de julio.

 

Publicado por Noticias de Navarra.com-k argitaratua