Todo Darwin

A finales de 1859, un Charles Darwin con 50 años se hallaba en el balneario de Ilkley Wells House, en los páramos de Yorkshire, intentando recuperarse de su precario estado de salud. Había terminado de redactar lo que consideraba un resumen de su teoría sobre la evolución de las especies por selección natural, y lo había mandado al editor John Murray. El 22 de noviembre, Murray concertaba con los libreros de Londres la venta de El origen de las especies,y el jueves 24 de noviembre salían a la luz los 1.250 ejemplares de la primera impresión. Darwin seguía en Yorkshire, y no volvería a casa hasta dos semanas después, cuando se percató del éxito inmediato del libro, para el que Murray había planificado ya una reimpresión.

Este 2009 celebramos, pues, dos efemérides importantes, el 150. º aniversario de la publicación de El origen de las especies y el 200. º del nacimiento de Darwin. Ha sido un año fértil en conmemoraciones de todo tipo, en el que han destacado los actos académicos, las exposiciones y, sobre todo, las publicaciones. Ha habido una verdadera avalancha de ellas, hasta el punto de que resulta difícil hacer un análisis preciso y una valoración certera. Pero podemos intentar dar un paseo subjetivo por el panorama español.

Sus obras mayores y menores Buena parte de las publicaciones han consistido en la traducción de obras del propio Darwin, y la estrella ha sido, lógicamente, El origen de las especies.Hoy no cabe ninguna duda de que Darwin puso el mundo patas arriba con esta obra, que cambiaba el paradigma que se había mantenido durante más de dos mil años (por el cual se creía que un ser superior había creado la vida en la Tierra) por la teoría de la selección natural como generadora de la biodiversidad que hoy contemplamos en nuestro planeta. Dos editoriales han publicado sendas ediciones conmemorativas basadas en la traducción que hizo Antonio de Zulueta para Espasa Calpe. Una de ellas, publicada por la propia Espasa Calpe, cuenta con una introducción de Jaume Josa, que analiza la aplicación de la teoría de la selección natural y establece paralelismos entre Darwin y otros personajes contemporáneos suyos, como Thomas Malthus o Alfred Russel Wallace. La otra es de Alianza Editorial y contiene un prólogo de Francisco J. Ayala que ofrece una visión sinóptica del fenómeno de la evolución biológica, tanto desde el punto de vista histórico como de los retos planteados en la actualidad.

La primera traducción de El origen de las especies al castellano fue realizada por Enrique Godínez directamente de la sexta edición inglesa, y se imprimió en Madrid en 1877. Ahora, la editorial Extramuros nos ofrece un facsímil de dicha edición histórica. Han aparecido también algunas ediciones de bella presentación, de entre las que destaca L´origen de les espècies en catalán, abreviada y adaptada por Juli Peretó y Andrés Moya, con excelentes ilustraciones de Carles Puche, y que ha sido bellamente estampada por la Universitat de València, con la colaboración del Institut d´Estudis Catalans.

Si El origen de las especies puede resultar algo denso para el público no especializado, otra obra de Darwin, el Diario de viaje de un naturalista alrededor del mundo,resultará amena para cualquier lector. En ella, Darwin cuenta sus peripecias como joven naturalista embarcado en el Beagle durante cinco años, estudiando la historia natural de los lugares visitados durante el periplo alrededor del mundo. Fue el viaje iniciático que después le permitiría fundamentar su teoría evolucionista, y la publicación del Diario sería un acontecimiento feliz en la vida de Darwin. En este año conmemorativo han aparecido reediciones de la clásica de Espasa Calpe, cuyo texto corresponde a la edición de 1921 dirigida por Juan Dantín Cereceda; también hay una reedición de Akal, en dos volúmenes en formato de bolsillo.

Del que seguramente es el libro más entrañable de Darwin, su Autobiografía,han aparecido por fin ediciones en castellano y catalán no censuradas. Darwin escribió la autobiografía cuando tenía 67 años, aparentemente sin intención de publicarla. Cinco años después de la muerte del naturalista, Francis Darwin (su tercer hijo y su más cercano colaborador) se ocupó de preparar la Autobiografía para ser publicada y realizó una serie de supresiones bajo la firme supervisión de su madre, Emma Wedgwood. Las supresiones se centraron en los aspectos religiosos, que delataban el agnosticismo de Darwin, y la versión censurada fue circulando en el mundo editorial hasta que Nora Barlow, una de las nietas de Darwin, decidió restablecer las omisiones y publicar la Autobiografía completa en 1958. Inexplicablemente, algunas editoriales han venido reeditando en castellano la versión censurada hasta el presente. Felizmente, disponemos ya de la edición íntegra, tanto en castellano (Laetoli) como en catalán (Mètode, Universitat de València), que nos permiten el privilegio de conocer de la propia voz de Darwin sus íntimas percepciones de éxitos y fracasos, alegrías y desdichas que experimentó a lo largo de su vida.

El año Darwin ha servido, además, para propiciar por vez primera el vertido al castellano de sus obras denominadas menores.En este sentido, destaca la Biblioteca Darwiniana emprendida por Los Libros de la Catarata, en colaboración con el CSIC, y ocasionalmente con la Academia Mexicana de Ciencias y la UNAM. Hasta ahora han aparecido los siguientes títulos: La estructura y distribución de los arrecifes de coral (2006), La variación de los animales y las plantas bajo domesticación (2008), Plantas insectívoras (2008), Las distintas formas de las flores en plantas de la misma especie (2009), Los movimientos y hábitos de las plantas trepadoras (2009), además de la versión de Antonio de Zulueta, con prólogo de Ayala, de El origen de las especies por medio de la selección natural (2009) y Selección natural: tres fragmentos para la historia (2009), que incluye los informes previos sobre las ideas evolucionistas de Charles Darwin y Alfred Russel Wallace presentados en la Sociedad Linneana de Londres el 1 de julio de 1858, y que de algún modo representan el acta de nacimiento de la teoría de la evolución por selección natural. La editorial Laetoli, en colaboración con la Universidad Pública de Navarra, ha lanzado una iniciativa paralela, la Biblioteca Darwin, dirigida por Martí Domínguez. Hasta ahora han aparecido La fecundación de las orquídeas (2007), Plantas carnívoras (2008), Autobiografía (2008), que ya hemos comentado anteriormente, y Las formas de las flores (2009).

Esas obras especializadas de Darwin acostumbran a ser densas y poco amables para el profano. Sin embargo, era inexcusable disponer de ellas en versión castellana (no deberíamos haber esperado 200 años tras el nacimiento del autor). Además, retienen el auténtico sabor del trabajo de gran observador y experimentador que fue Darwin, y permiten percibir el extremo rigor y la férrea disciplina investigadora del naturalista. Está bien leer cosas sobre Darwin, como veremos más abajo, pero ello no debe hacernos olvidar que todavía puede estar mejor leer al propio Darwin.

Sobre su vida y su trabajo Además de la publicación de las obras de Darwin, en este 2009 hemos podido gozar también de un buen número de libros que describen su vida y las circunstancias de sus trabajos. La oferta va desde manuales al uso, como el de Tim M. Berra (Darwin. La historia de un hombre extraordinario,Tusquets, 2009), muy bien documentado, hasta estudios más especializados, como el de Niles Eldredge, Darwin, el descubrimiento del árbol de la vida (Katz, 2009). Eldredge, basándose en los famosos cuadernos de trabajo de Darwin, analiza su trayectoria y el proceso por el cual se transformó de creacionista curioso (el coleccionista de coleópteros que leía con placer la Natural theology de William Paley en sus años mozos de Cambridge) a evolucionista consumado (con atormentadas reflexiones en su retiro de Down House, tras el viaje del Beagle).Los cuadernos revelan que las ideas fundamentales de Darwin fueron concebidas principalmente entre 1837 y 1842, es decir, 17 años antes de la publicación de El origen de las especies.

En cuanto a biografías formales, para orientarse en la relativamente abundante oferta, me permito sugerirles que si solamente disponen de tiempo para leer un texto breve, decídanse por Charles Darwin,de Adrian Desmond, James Moore y Janet Browne (Herder, 2008). Se trata de un librito sintético (143 páginas), pero que cubre todas las facetas de la vidayel pensamiento del naturalista inglés, y que viene firmado por tres autoridades mundiales sobre el tema. Si tienen más tiempo y más ganas de adentrarse en la vida de Darwin, sumérjanse sin dudarlo en la obra magna de Janet Browne Charles Darwin: una biografía,editada en dos volúmenes, Darwin: el viaje y Darwin: el poder del lugar (Publicacions de la Universitat de València, 2009). El trabajo de Browne es un verdadero monumento de unas 1.500 páginas, en las que vibra el nervio y la intensidad de la historia de El origen de las especies y de su autor, en el contexto de la también muy bien retratada sociedad victoriana de la época.

Por último, cabe mencionar la aportación de uno de los maestros de la historia de la ciencia española, José María López Piñero, que con su Charles Darwin (Universitat de València, 2009) nos ofrece no solamente una sucinta biografía del naturalista, sino también un estudio cabal de los antecedentes del evolucionismo y un análisis de cómo fueron recibidas en Valencia las ideas de Darwin. Ello confiere un evidente interés específico a la publicación de López Piñero.

Sobre la influencia de su pensamiento El filósofo norteamericano Daniel Dennett, en su influyente libro La peligrosa idea de Darwin (1999), atribuye a la teoría de la evolución las propiedades de una suerte de ácido universal que lo corroe todo, cuya fuerza no puede ser contenida y que es capaz de cambiar el mundo. La metáfora del ácido pretende sugerir que difícilmente hallaremos hoy en día un ámbito científico que no haya sido corroído por el pensamiento de Darwin.

En este año 2009 han aparecido también un buen número de libros sobre la influencia del pensamiento de Darwin en muchos y muy diversos campos del conocimiento. Un buen ejemplo es La herencia de Darwin (Herder, 2009), libro de Chris Buskes que ganó el premio Sócrates al texto de filosofía más estimulante escrito en neerlandés, y que nos explica en lenguaje claro y amable cómo incide el darwinismo no sólo en la biología, sino también en la lingüística, las ciencias culturales, las ciencias del hombre y las ciencias sociales. En suma, describe cómo las revolucionarias teorías de Darwin sobre la selección natural de las especies han calado en casi todos los ámbitos de la ciencia y la cultura, yhan cambiando profundamente nuestra visión del mundo.

También en esta línea filosófica, aunque más denso, tenemos La darwinización del mundo (Herder, 2009), en la que Carlos Castrodeza nos cuenta de forma muy aguda, aunque quizá demasiado erudita para el lector ordinario, el amplio impacto que tiene y puede tener el pensamiento darwinista en la sociedad actual y que va, naturalmente, mucho más allá de la estricta biología, para llegar a territorios tan sociales como son la ética, la política o la religión. Cabe destacar el certero diagnóstico de la darwinización del mundo, al hilo de la Crítica de la razón cínica (1983) de Peter Sloterdijk, y los sugerentes puentes que construye entre Charles Darwin y Martin Heidegger.

Ludwig Wittgenstein dejó escrito que «la teoría de Darwin no tiene que ver con la filosofía más que cualquier otra hipótesis de la ciencia natural». Michael Ruse, en su libro Charles Darwin (Katz, 2009), nos muestra que la afirmación del más famoso filósofo del siglo XX es un error. Ruse hace un profundo análisis de El origen de las especies y establece sus implicaciones filosóficas, epistemológicas y éticas. La parte final del libro aborda la incidencia del darwinismo en las explicaciones modernas sobre la religión, y debate los argumentos del resurgente movimiento creacionista.

Volviendo a Daniel Dennett, nada ni nadie se libra del ácido universal de las ideas de Darwin. Incluso el Vaticano, siempre tan clamorosamente falto de reflejos en estas cosas (recuérdese la rehabilitación de Galileo en 1992, es decir, 350 años después de la muerte del sabio), acabó por claudicar en 1996, cuando Juan Pablo II anunció que la teoría de la evolución no podía seguir tachándose de mera especulación. Desde 1996, pues, la Iglesia católica reconoce la posibilidad de que el cuerpo del hombre se haya originado a partir de ancestros diferentes al hombre (aunque puntualiza enfáticamente que el alma sería un atributo concedido por Dios). Como contrapunto a la Santa Sede, recordaremos las palabras de Richard Dawkins (el darwinista más feroz de los últimos tiempos), en El gen egoísta (1979), donde aventura que si visitasen la Tierra criaturas superiores de otros planetas, la primera pregunta que formularían sería: «¿Ya han descubierto la evolución?». De acuerdo con Dawkins, la vida inteligente sobre un planeta alcanza su mayoría de edad cuando resuelve el problema de su propia existencia. La abundante oferta de libros del año Darwin nos ayuda, pues, a alcanzar más cabalmente nuestra propia mayoría de edad.

Xavier Bellés (Barcelona, 1952) es profesor de investigación del CSIC y director del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-Universitat Pompeu Fabra). Autor de una veintena de libros, sus investigaciones se centran en la biología de los insectos

Publicado por La Vanguardia-k argitaratua