Psicolingüística

La muy literaturizada ciudad de Trieste le tiene por uno de sus grandes escritores. Hijo de italiana de origen judío y de un friulano de ascendencia alemana, pero que se sentía italiano en una Trieste aún perteneciente al Imperio austríaco, Italo Svevo se llamaba Ettore Schmitz, pero quiso darse un nombre de pluma que sintetizara su doble condición identitaria.

En la Trieste de las primeras décadas del Novecientos, Italo Svevo escribe en italiano (el toscano elevado a lengua oficial de la Italia reunificada) en la misma época en que andan también por allí el irlandés James Joyce, profesor de inglés en la Berlitz, y el poeta checo de lengua alemana Rainer M. Rilke, hospedado por la princesa Thurn und Taxis en el castillo de Duino.

Svevo es un escritor de análisis mentales. Su novela La conciencia de Zeno refleja la introspección del narrador a quien el psicoanalista ha inducido a escribir su autobiografía. Cuando va a pedir a su futuro suegro la mano de su hija dice que sobre todo “me preocupaba la cuestión de si en semejante ocasión debía hablar en italiano o en dialecto”, una cuestión de tono o de registro.

El triestino es el habla de la Trieste popular, una variante del antiguo véneto, con elementos provenientes del alemán y hasta del francés. Era también el habla habitual de la madre de Pasolini. Más propicia tal vez para la expresión del sentimiento, pero considerada inadecuada, según los prejuicios de la diglosia, para los usos elevados como el de la literatura con pretensiones.

En la novela el analista advierte a Zeno de que en su relato le ha omitido la existencia de algo (un almacén) que cree significativo. ¿Por qué no le había hablado de él? Y el paciente arguye: “En el depósito de maderas hay una enorme variedad de calidades que nosotros en Trieste llamamos con términos bárbaros tomados del dialecto […]¿Quién me habría facilitado el vocabulario adecuado?. A mi edad, ¿habría tenido que tomar un empleo en una empresa de maderas toscana?”

Dejando de lado que la diferencia entre lengua y dialecto es puramente convencional, Svevo desconsidera el patués de Trieste, pero ya apunta que el italiano normativo no puede expresar según qué complejidades. Y cuando el analista le induce a exteriorizar su verdad íntima, Zeno exclama: “!Dios mío! Él sólo estudió medicina y, por eso, ignora lo que significa escribir en italiano para nosotros, que hablamos y no sabemos escribir el dialecto. ¡Con cada una de nuestras palabras toscanas mentimos! Si supiera que contamos con preferencia la totalidad de las cosas para las que tenemos a disposición una frase y que evitamos las cosas que nos obligarían a recorrer al diccionario… “

Sí, los límites de nuestro mundo son los límites de nuestra habla. Lo que no puede decirse con palabras es una realidad que no existe. La psicolingüística es la ciencia que mejor puede explicarnos la creación verbal de la realidad, por acción o por omisión.

LA VANGUARDIA