¡Los embalses matan! ¡Basta ya de embalses!

Los embalses fueron una de las primeras formas de producir energía en cantidad y de forma rentable para incidir en el oligopolio. Una vez construidos no precisan combustible, sólo la corriente y caída de sus aguas represadas por compuertas y turbinas.

El franquismo las adoptó como la energía nuclear como símbolos de modernidad, de posibilitar el acceso energético a la sociedad, pero sobre todo para mostrar fortaleza, poder. Como la energía nuclear, esta energía simboliza el poder humano para controlar la naturaleza, para controlar los ríos, recluirlos, controlar su caída y correntía. Franco los inauguró por decenas. Como bien comentaban en un documental reciente, en ellos se empleó mucha mano esclava, muchos de los presos hechos durante la guerra civil fueron la mano gratuita que construyeron esas moles de hormigón que contienen ríos enormes. Muchas, como también decían, se dice que contienen hasta los cuerpos de aquellos que desfallecidos caían en el encofrado y eran cubiertos por el hormigón.
Los embalses son muertos: comunidades arrebatadas de su territorio ancestral, de sus tierras de las que dependen para alimentar a sus familias, de sus casas, de su cultura, de su historia. Pero como la semana pasada nos planteaba la muerte de Berta Cáceres, también supone la muerte de activistas. En plural, porque Berta no es la única.
El siglo pasado, igual que Franco, se alzaron embalses por todo el mundo afectando a casi todos los mayores ríos del Planeta. 50.000 en total. Estos sin embargo, no son suficientes para todos esos codiciosos de beneficios. Porque dentro de este modelo energético supeditado al beneficio, las centrales hidroeléctricas son la forma más rentable de producción energética. Son miles los proyectos que se suceden por todo el mundo, sobre todo en la cuenca amazónica (no sólo Brasil, también Colombia, Ecuador, Perú) o Centroamérica. También son requeridas en muchos de los macroproyectos que se extienden para la extracción de recursos mineros, para el lavado del mineral, producción energética, etc.
Tal es el impacto, que la oposición se multiplica allá donde estos proyectos se proponen. Pero tal es el interés que esa oposición es recibida con represión, criminalización o como decimos, hasta con la muerte.
Berta Cáceres fue asesinada este 3 de marzo por pertenecer a COPINH, la organización hondureña que se opone al proyecto hidroeléctrico Agua Zarca. En este ataque también hirieron al activista mexicano Gustavo Castro, para quien, un día como hoy exigimos justicia y seguridad. Pero es que este proyecto ya ha supuesto cinco muertes de activistas.
Un día como hoy nos acordamos también de Nilce Souza Magalhães «Nicinha», del MAB (Movimiento de Afectados por Represas) que se oponía a la represa de Jirau en el Río Madeira y que fue desaparecida el pasado 7 de enero. Recordamos también a los 13 muertos provocados por la rotura de la represa de la compañía Vale en Minas Gerais el pasado noviembre, que además provocó uno de los peores desastres ambientales conocidos en Brasil.
Nos acordamos de el indígena Benicio Flor Belalcázar opositor a la represa de la Salvajina, en el Cauca  (Colombia) asesinado el 11 de octubre 2015. Como mataron en el 2013 a Nelson Giraldo, líder del  movimiento Ríos Vivos opuesto al Proyecto Hidroituango. En Perú este 28 de diciembre pasado fue asesinado también el activista Hitler Ananías Rojas, opositor a la hidroeléctrica de Chadín 2, en el río Marañón, en Cajamarca  (Perú). En diciembre del 2013 encontraron el cuerpo sin vida en extrañas circunstancias de la activista mapuche Nicolasa Quintremán. Había luchado contra el embalse de Ralco en el Alto Biobío (Chile) desde 1998. En el 2014 fue muerto en el estado francés, en Albi, Remi Fraisse quien se manifestaba contra la construcción de una represa.
Otros sufren criminalización, persecución o encarcelamiento. Ocho personas que se movilizaron contra el recrecimiento del embalse de Yesa se enfrentan a penas de entre cuatro y seis años y medio de cárcel. En Guatemala llegaron a estar 10 personas presas por su resistencia frente a Hidro Santa Cruz a pesar de no haber pruebas ni demostrar los cargos que les imputaban. El pasado agosto era liberado tras más de un año en prisión Marco Antonio Suástegui,  portavoz de la opositores al embalse La Parota de Guerrero (México).
Esta embalse y el de El Cajón fueron también financiadas por BBVA. Así como el embalse de Ilisu, en el Kurdistán bajo dominio turco, financiado  a medias por sus subsidiaria turca Garanti y Akbank. Ya está a punto de ser llenado y como lo han planteado, por el impacto social y cultural que tendrá, se puede entender como una fórmula más del ataque contra el pueblo kurdo. Los embalses matan. BBVA financió también a Endesa Chile y su embalse Ralco, en el que encontrarían flotando a Nicolasa Quintremán.
Para Iberdrola la energía hidroeléctrica contabiliza por el 20,8 % de su producción total. En Brasil construyó embalses como Baguari, Itapebi y ahora los de Teles Pires, Baixo Iguaçu y Belo Monte con gran impacto ambiental, especialmente este último si tenemos en cuanta que se sitúa en plena Amazonía y que será el 3º más grande del mundo con una potencia de 11.300 MW – el equivalente a 10 centrales nucleares. Pero más barata, pues una vez construida nadie paga la corriente del río. Por ello tanto interés de las transnacionales. Por ello tanto interés de Iberdrola.
Por eso un día como hoy recordamos los muertos, recordamos los afectados, recordamos los valles y pueblos inundados y los que todavía se resisten a que los inunden o a que los barran, y decimos que los embalses no son energía limpia. Que no queremos más embalses. Ni el recrecimiento de Yesa, ni la 2º Fase del Canal de Navarra, ni la contaminación de Oiola, ni ninguno de los proyectos de Iberdrola o BBVA y resto de transnacionales.

Comisión de Deuda Ecológica (Ekologistak Martxan)

NAIZ