Reflexiones de Ibon Zubiaur

Hace ya un tiempo supe por el académico Antonio Muñoz Molina que el getxotarra Ibon Zubiaur, que durante varios años fue director del Instituto Cervantes de Munich, dimitió de su puesto. Dice del Sr. Zubiaur:  “ Lo conocí en septiembre de 2011, durante aquel viaje tan grato por Alemania para presentar la traducción de La noche de los tiempos. En Munich, como en Hamburgo o  Berlín, el Cervantes es o era una institución muy seria, con sedes importantes, con buenas bibliotecas, con una presencia cívica muy arraigada. En Berlín fue director mucho tiempo otro profesional de primera calidad, Ignacio Olmos, que ahora dirige el centro de Chicago. Ibon Zubiaur, como Ignacio, es una de esas personas que tienen una idea muy alta y muy exigente del trabajo público, y que se entregan con plena convicción  a lo que hacen. Los dos conocen muy bien la lengua y la cultura alemanas. Ibon es traductor además de Rilke y de Hölderlin. Recuerdo el vestíbulo del Cervantes de Munich con citas de Cervantes y de poetas en euskera por las paredes. En un país en el que el servicio público está tan desprestigiado, y en el que es tan frecuente que quienes ocupan puestos de responsabilidad en el exterior vayan a lo suyo, a veces de manera muy impúdica, Ibon era una de esos funcionarios competentes que aman lo que hacen y tienen plena conciencia de estar administrando el dinero de todos. En su carta de despedida explica el desánimo que lo ha llevado a dimitir. Sometido a recortes insensatos y a mangoneos partidistas,  el Cervantes cada vez tiene más difícil cumplir la misión para la que fue creado. Por falta de medios y también por falta de un debate verdadero en el que se establezca un orden de prioridades y se aproveche la necesaria austeridad para utilizar al máximo los recursos que existen y lograr una gestión profesional y un plan de acción a largo plazo, bien meditado y ajeno a vaivenes partidistas, al servicio de algo tan necesario, tan rentable, como la difusión de lo mejor que tenemos. Que alguien tan preparado, tan vocacional, tan lleno de experiencia como Ibon Zubiaur se haya visto forzado a marcharse es un síntoma de la gravedad de las cosas que están sucediendo en el Cervantes, por debajo de los consabidos gestos de relaciones públicas pensados sobre todo para obtener vanos titulares”.

Pudiera ser también que los recortes del Cervantes conllevara un rebaje serio del sueldo del director.

Ibon Zubiaur, que estudió psicología y piano, se doctoró con una tesis sobre la poesía de Cernuda e impartió clases de literatura en la Universidad alemana de Tubinga, ha escrito últimamente un libro titulado “Wie man Baske wird. Die Erfindung einer exotischen Nation”  (Cómo hacerse vasco – sobre la invención de una nación exótica), que me recuerda a otro que escribiera hace años Jon Juaristi: “El bucle melancólico”, que también un día fue director del Instituto Cervantes. Ambos van dejando una huella zigzagueante por la vida, jalonada y contaminada más, a mi modo de ver, por afanes y deseos personales y subjetivos que afincada y basada en elementos objetivos, sustentada en documentos y fuentes históricas. Wie man Baske wird está tejido de prejuicios, de carencias y silencios. Resulta difícil reconocerse en él. El vasco se sentirá enojado, no tanto por su crítica hacia él cuanto por su maltrato (desconocimiento de la historia, persecución de una lengua que a duras penas y con sangre logra sobrevivir, y precisamente por imposición y colonización de la castellana). ¿Un director del Instituto Cervantes acusando de racismo a los vascos en el siglo XIX? El racismo fue intensamente utilizado a lo largo de la historia de la humanidad fundamentalmente por los países invasores para justificar la legalidad de acciones de dominación colonial. Y de eso España y su lengua saben un rato largo. Euskal Herria nunca tuvo ínfulas coloniales. Y sin ser un paraíso y teniendo una gran labor por delante, no debemos olvidar que en general los extranjeros se sienten entre nosotros menos discriminados que en la mayor parte del territorio español y desde hace años reina una bella cooperación con otros pueblos, sin duda insuficiente pero que apunta maneras y generosidad. Por cierto, al hablar de Lope de Aguirre el Sr. Zubiaur desconoce la magistral tesis a cátedra de la profesora Ingrid Galster “Aguirre oder Die Willkür der Nachwelt, porque también en esto –por supuesto sin santificarle o restar inhumanidad en el comportamiento y actitud de Aguirre- repite acríticamente el sambenito atribuido a él por el clérigo Juan de Castellanos en 1589: “…Gran cabeza, grandísima viveza, pero jamás perversa criatura que de razón formó naturaleza: todo cautelas, todo maldad pura, sin mezcla de virtud ni de nobleza…”. Y, por cierto, maketo parece ser una palabra con la que designaban los astures a los segadores de la parte de León, quienes tras la recolección en sus tierras, marchaban al norte para proseguir allí y ganar un salario. A Sabino Arana parece que le llegó a través del valle de Karrantza.

Pero un doctor, y más habiendo nacido en Getxo, dominando el euskera y siendo director del Instituto Cervantes, debiera conocer al menos grosso modo esa obsesión centralizadora y uniformadora española que va a durar 3 siglos (y que no acaba), y que pretende construir una España absolutamente diferente a la España inicial y fundacional, una España no basada en la riqueza sino en la uniformidad y donde una parte, Castilla, impone al resto su lengua, leyes, usos y costumbres; éste es un resumen de algunas de las acciones de este siglo en Vasconia elaborado por Borja Llona: 1776: Se prohíben los libros en euskera; 1768: Se prohíbe el euskera en la enseñanza de las primeras letras (Real Cédula de Carlos III). 1772: Se prohíben los libros de contabilidad en euskera. 1801: Se prohíben las obras teatrales en euskera. 1803. Se establecen castigos corporales por hablar euskera en la escuela. 1857: Obligatoriedad de la escolaridad sólo en castellano. (Ley Moyano). 1862: Se prohíbe el euskera en toda clase de escritura pública. 1867: Se prohíbe el euskera en obras dramáticas (Real Orden de Isabel II). 1902: Orden que castiga a los maestros que enseñen en su idioma o dialecto. (R.O. de Alfonso XIII y Romanones). 1923: Prohibición del euskera en actos oficiales. (Alfonso XIII y Primo de Rivera). 1925: Se retiran los libros de texto en euskera y suspensión de empleo y sueldo a quienes enseñen en dicha lengua.

Un director del Instituto Cervantes en el 2015 no debiera mofarse de que todavía en los años 70 hubiera que escribir gramáticas y textos para impartir clases en euskera en escuelas, institutos y Universidades debido a la vieja represión padecida desde el imperio del castellano.