Las murallas de Pamplona

Cuando un amigo se acerca por primera vez a Iruña, le enseño con orgullo, desde el Caballo Blanco, nuestras murallas unas de las mejor conservadas de Europa.

Pamplona ha sido una ciudad amurallada ya desde que Pompeyo vino en el siglo I a.C. y las tropas de los francos en el VIII, poco antes de la derrota de Roncesvalles. También los tres burgos se defendieron con murallas hasta que en 1423 Carlos el Noble promulgó el Privilegio de la Unión.

Las fortificaciones actuales, conservando partes medievales, se iniciaron en el siglo XVI tras la conquista de 1512, cuando creyó Fernando El Falsario que la ciudad no estaba suficientemente defendida. Felipe II ordenó la construcción de la Ciudadela en 1571, una fortaleza con una doble función: defenderse del enemigo exterior y también de los posibles levantiscos navarros, pues según el embajador veneciano Contarini: “Todos los de este reino tienen odio a los españoles y desean que vuelva su Rey natural”. Recordemos que un ejército español permaneció en Navarra, con todos los inconvenientes que generaba, unos cien años. Las murallas rodeaban la ciudad y por la noche se cerraban las puertas.

Hace cien años se derribó la parte sur de las murallas con el fin de ampliar y modernizar la ciudad en un Segundo Ensanche (Bigarren Zabalgunea). No fue fácil la negociación con los militares, hasta que se convencieron de que las tácticas y técnicas bélicas nuevas, ya no hacían inexpugnable a una ciudad por estar amurallada.

Finalmente por una Real Orden se inició el derribo el 25 de julio de 1915. El entonces alcalde, Alfonso Gaztelu, anunció: “¡Pamploneses! El día de mañana van a caer las murallas que tanto habéis deseado porque de ello depende el engrandecimiento de nuestra población”.

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