Artur Mas y la Historia (en mayúscula)

Si me preguntan cuál es el principal problema al que se enfrenta el proceso soberanista, diré lo que sabe todo el mundo: la división entre los políticos que la han de llevar a cabo. Y si he de establecer cuál es su principal discrepancia, creo que se puede resumir así: los hay que creen que el 27-S Cataluña estará haciendo Historia (en mayúscula), y otros que las considerarán unas elecciones para resituar hegemonías y repartir áreas de poder.

Yo estoy en el primer grupo, y ya sé que mucha gente estará en desacuerdo. Cuando, hace unos meses, escribí que el reparto de concejalías y alcaldes de Cataluña me importaba muy poco, recibí un montón de comentarios nada amables. Ahora me reafirmo: de los hechos de Ada Colau, por importantes que nos puedan parecer hoy, no aparecerá ni media línea en los libros de Historia de Cataluña del año 2215 (en el supuesto que en aquella época aún existan este tipo de libros).

En cambio, el 27-S podría llegar a tener un lugar de honor y ocupar muchas y muchas páginas, sobre todo si acaba siendo un éxito. Yo creo que el 27-S haremos algo que se hace muy raramente: Historia. Mas cree exactamente lo mismo, y este es el motivo por el que ha lanzado ya dos veces, la idea de la lista unitaria, y ha ofrecido, también dos veces, apartarse para no estorbar. Mas sabe muy bien cuál es el momento que estamos viviendo: está dispuesto a sacrificarse por la Historia.

La lástima, sin embargo, es que parece ser el único. Los unionistas, por supuesto, niegan cualquier trascendencia a las elecciones del 27 -S y hacen lo imposible para convertirlas en una versión casera de unas elecciones españolas que deben girar en torno a los ejes derecha-izquierda y nueva política-vieja política. Nada que decir: el PP, el PSOE, Ciudadanos, ICV y Podemos hacen el trabajo que se espera de ellos como buenos nacionalistas españoles que son, quién sabe si con la ayuda de Duran Lleida.

Lo que resulta más triste es notar que ni la CUP ni, muy especialmente, ERC, hayan entendido todavía la trascendencia histórica del 27-S. David Fernández parece captarla mejor, pero algunos compañeros suyos de viaje no. En cuanto a Oriol Junqueras, parece totalmente abducido por el clásico complejo de la izquierda catalana ante la española. Parece que tenga que estar todo el día pidiendo perdón por ser un nacionalista catalán. Debería aprender algo de Pablo Iglesias: él no pide nunca perdón de ser un nacionalista español alineado (con respecto a la cuestión nacional) con el PP, Aznar, la FAES, Vox, Intereconomía y El Mundo.

NACIÓ DIGITAL