Maravillas Lamberto Yoldi

Me indigna escuchar repetidamente que es preciso olvidar lo sucedido en Navarra el 36; dicen que todo aquello queda ya lejos y que hay que poner un límite. Hace unos días el papa Francisco recordaba el genocidio armenio de hace 100 años. En Navarra se asesinó a más de tres mil personas, 39 de ellas eran mujeres, casi siempre por defender derechos sociales. Los cadáveres fueron arrojados en cunetas y hasta en simas, se impuso un silencio durante decenios de años, los familiares siguen sufriendo y buscando a sus muertos para darles una digna sepultura. Ni uno sólo de los asesinos, que eran conocidos por el pueblo, fue castigado. Más de tres mil historias de asesinados bastante similares. Por ejemplo la de Maravillas Lamberto, una niña de 14 años violada y asesinada porque quiso estar junto a su padre Vicente cuando lo llevaron para asesinarlo por pertenecer a UGT y además porque “no iba a misa”. Fueron asesinados padre e hija en Uruñuela el día de la Virgen de Agosto, el cadáver de Maravillas apareció desnudo y comido por los perros. Hay documentación abundante sobre el caso facilitada por testigos, aún vive Josefina, hermana de Maravillas, detalles también de aquellos tristes hechos en Wikipedia. Los asesinos de Maravillas y su padre pudieron llegar a su pueblo para comulgar en la misa de doce. Asesinatos que se llevaron a cabo, casi siempre, con la bendición de una Iglesia que honraba al dictador llevándolo bajo palio. ¿Tenemos que olvidar, como quieren algunos, esa masacre ocurrida en nuestra tierra? ¿Genocidio? ¡Claro que son víctimas de segunda!

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