El constructor Félix Huarte apoyó y financió el sangriento alzamiento del 36. Lo digo yo ahora, y lo escribió él mismo en su día, en una carta -rescatada y difundida por la gente del Autobús de la Memoria a cuenta de la Medalla de Oro de Navarra, y ya mencionada en esta sección con igual motivo-, que su empresa, Huarte y Cía SA, remitió al Gobernador Civil de Navarra con fecha de 19 de agosto de 1939, pocos meses después del final de la guerra. En ella reclamaba indisimuladamente trato de favor a cuenta de su apuesta por la dictadura y contra la democracia, mediante este aserto: “Hemos hecho todo al servicio de la Causa Nacional”. Entiéndase por todo fabricar piezas de bombas, construir fortificaciones y donar vehículos y dinero. Todo para que Franco ganara la guerra; todo para que Huarte ganara concursos de obra pública a porrillo, como por ejemplo el del tremebundo Valle de los Caídos. Ese es el oscuro origen de la inmensa fortuna de los Huarte, y por lo tanto del dinero con el que se sufragó la adquisición de la colección de arte que desde esta semana alberga el nuevo museo de la universidad del Opus Dei. Las tierras en las que se erige la flamante pinacoteca diseñada por Moneo comparten un origen igualmente oscuro, ya que fue el supernumerario y a la sazón presidente del Consejo de Ministros del Franco, el almirante Carrero Blanco, quien allá por 1967 ordenó al Ayuntamiento de Pamplona expropiar 1.200.000 metros cuadrados y regalárselos a José María Escrivá de Balaguer. Se puede alabar el buen gusto de los Huarte a la hora de conformar su colección y ejercer de mecenas con artistas tan grandes como Jorge Oteiza y en eventos tan referenciales como los Encuentros de 1972. También resulta pertinente criticar la nefanda gestión de los mandatarios regionalistas durante las negociaciones entre el Gobierno de Navarra, el Ayuntamiento de Pamplona y la familia Huarte para que el museo fuera público. Pero la realidad palmaria es que la inversión en violencia ha revertido en cultura privada. Una cultura de gestión privada, confesional y sectaria que chupará del bote público mediante ayudas directas, indirectas y circunflejas.
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