La lección que los eslovenos nos dieron hace veinte años

Hoy hace un año que el tribunal constitucional español hizo terminar el modelo autonómico y ayer hizo veinte que Eslovenia reaccionó a un hecho semejante declarándose independiente. Veinte años después nadie se atreve a discutir que los eslovenos acertaron tirando por la directa, a pesar de los costes de esa decisión. Y nadie discute tampoco que sus ciudadanos ahora viven mucho mejor.

Eslovenia se declaró independiente, de manera unilateral, el 25 de junio de 1991. Dos días antes los doce estados miembros de la Comunidad Europea y los Estados Unidos habían dicho públicamente que nunca reconocerían la independencia eslovena y que daban apoyo total a la unidad yugoslava. En el caso de la Comunidad Europea Jacques Delors dejó claro, además, que Eslovenia nunca sería parte de Europa. Y de una manera sincronizada el ministro de Defensa yugoslavo, entonces, el general Velijko Kadijevic advirtió que sus tropas quedarían en Eslovenia para defender la unidad yugoslava que Europa y Estados Unidos proclamaban. Los eslovenos podían haber pensado que estaban solos contra el mundo y que les tocaba perder, pero no lo hicieron.

Eslovenia había declarado unilateralmente independiente porque Serbia había roto antes, también unilateralmente, el marco federal yugoslavo. En mayo de 1990 los eslovenos habían hecho unas elecciones libres y los democristianos nacionalistas de Demos habían llegado al poder. La constitución yugoslava establecía que la presidencia de Yugoslavia era rotativa entre sus miembros, pero Serbia no admitió que la asumieran Eslovenia y Croacia cuando les tocaba, excusándose en el perfil ideológico de sus presidentes y violando, por tanto, el espíritu y la letra de la constitución de 1974. Y a modo de aviso, los serbios anularon la autonomía de las regiones de Kosovë y Vojvodina.

Viendo ésto, los eslovenos propusieron a los serbios una nueva confederación, sobre unas nuevas bases, pero no obtuvieron ninguna respuesta. Decidieron hacer dos referéndums sobre la independencia y con los resultados favorables en la mano propusieron una negociación extrema de gobierno a gobierno. Negociación que Yugoslavia no aceptó con el argumento de que un estado no podía negociar de tú a tú, de forma bilateral, con una región.

Finalmente los eslovenos se cansaron de esperar y el 25 de junio de 1991 proclamaron una independencia que fue seguida de diez días de combates contra el ejército yugoslavo. Un alto el fuego negociado por la Comunidad Europea obligó a los eslovenos a suspender tres meses la declaración de independencia.

Pero el supremacismo serbio fue tan prepotente que no hubo que malgastarlos. El 4 de julio los Estados Unidos y Alemania, todavía no el resto de Europa, dijeron que a la vista del comportamiento intolerable del gobierno y del ejército yugoslavo consideraban que la independencia eslovena era ‘inevitable’. Como respuesta, los aviones federales yugoslavos bombardearon Liubliana. El resto de la historia ya es sabida: Serbia emprendió una guerra de agresión a gran escala contra todas las demás repúblicas.

Veinte años después de haber pasado un año y pico por todas esas penalidades y dificultades, de haber sufrido la agresión de Serbia y la incomprensión y el desprecio de Europa, Eslovenia ya no es ni será nunca un país menospreciado. Ahora es una democracia estable, miembro de la Unión Europea y de la zona euro, con un producto interior bruto per cápita ligeramente inferior a la media europea, próximo al de España y superior al de todos los estados de la antigua Europa del este, más Portugal y Malta. Y tiene una tasa de desempleo inferior a la media europea, al tiempo que en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU ocupa el puesto 29, justo delante de Andorra que ocupa el 30 -y Serbia ocupa el 60-.

En otro orden de cosas un tren de gran velocidad enlaza Venecia con Liubliana, un enlace muy reivindicado por los eslovenos pero que históricamente el gobierno yugoslavo había saboteado. Y Eslovenia ha ganado ya quince medallas en los juegos olímpicos de verano y diecisiete en los de invierno. El esloveno, ni que decirlo, es lengua oficial en Europa.

Las amenazas y presiones de hace veinte años es evidente que, vistas hoy, hacen reír. Les decían que nunca entrarían en la Unión Europea, y Eslovenia asumió la presidencia de turno en 2008. Su presidente, Borut Pahor, ahora mismo tiene un voto en el Consejo Europeo del mismo valor que el de los de los estados que hace veinte años la amenazaban, y un político esloveno, Janez Potocnik, es el comisario europeo de Ciencia e Investigación. En su currículum figura que nació en Kropa (Yugoslavia) en 1958, y abajo dice que Kropa hoy ya no es Yugoslavia sino Eslovenia. Enternecedor. El cuartel más cercana del ejército yugoslavo, ahora serbio, está en Novi Sad (Vojvodina), a 423 kilómetros de distancia y con dos pasos de frontera por medio.

Esta es la lección, tan simple, que veinte años después nos da Eslovenia a los catalanes. Es un país pequeño de dos millones de habitantes, pero nadie le discute ni los derechos, ni la dignidad, ni su lugar en el conjunto de las naciones. Porque supieron ganárselo con un proyecto claro y decidido, democrático y persistente. Y nosotros podemos aprender la lección o continuar hundiéndonos veinte años más.

 

Publicado por Vilaweb-k argitaratua