Entrevista a Germà Bel, catedrático de Economía Aplicada de la UAB

El catedrático de Economía Aplicada de la UAB y experto en infraestructuras, Germà Bel, analiza en su nuevo libro -«España, capital París» (Pórtico Ediciones)- el sistema de infraestructuras radial del estado español y la voluntad política que se esconde detrás de éste. Bel también rompe viejos mitos, como la solidaridad entre territorios, y la falta de un modelo planificado de infraestructuras de cara al futuro.

 

España, capital París. El título es claro. España intenta parecerse a Francia. ¿Lo ha conseguido?

Una de las paradojas del caso español es que para intentar que Madrid, capital política, tenga un papel similar al que tiene París en Francia han llevado toda la política de infraestructuras al centro. Pero España no es Francia. Esto quiere decir que Madrid ha tenido que tomar el control de los aeropuertos, poner en contacto con TGV la capital y el resto de capitales de provincia, etc. Es decir, aquí para construir una capital como París han tenido que hacer una política que en Francia no ha sido necesaria.

 

Por lo tanto, Madrid se ha tenido que ganar el título de «capital».

Sí. París tiene seis veces más población que la segunda área y no tiene competencia económica. Aquí, en cambio, Madrid gana por muy poco a las otras áreas metropolitanas importantes del país. Y, claro, en poco tiempo se puede cambiar la red de carreteras, pero no la fisonomía geográfica y económica de un país.

 

Pero en las últimas dos décadas Madrid ha ganado peso económico.

La capitalidad económica y cultural de Madrid es irreversible. La imagen de Madrid como capital total, como reacción al estado autonómico, gana puntos en zonas de España donde esta imagen hasta ahora no había sido tan penetrante. Pero esto sólo tiene vida si el estado lo soporta. Si el estado decidiera hacer pagar el AVE a cada comunidad, Madrid se quedaría sin comunicación.

 

¿Esta tendencia al centralismo se agudizará?

Sí. El estado español está dirigido a parecerse cada vez más a Francia. Esto, por ejemplo, provocará problemas en políticas lingüísticas.

 

¿Detrás de esta España radial qué intereses se esconden?

Cuando se hace el reglamento constitutivo del estado radial de infraestructuras en 1720 se persigue el control político sobre los territorios. Entonces los caminos servían para recibir información y enviar órdenes. Hoy este sistema ha cambiado poco. Organizaciones como AENA, ADIF … aunque son herederas de aquella lógica.

 

Desde el estado sin embargo se justifica este sistema «por solidaridad».

Es una de las grandes mentiras de España. Esta mentira se edifica sobre una característica de la construcción de la nación española: el igualitarismo. Un igualitarismo, estilo francés, que considera que debemos ser iguales con el vecino del bloque de enfrente pero debemos aplastar al de abajo. Es decir, no puede haber diferencias entre las regiones pero sí diferencias, tal vez incluso más graves, entre las clases sociales de una misma región.

 

¿Cómo demostrar que la solidaridad es una mentira?

Porque los números dicen todo lo contrario. El sistema de transporte aéreo centralizado español genera un déficit voluminoso y dos de cada tres euros provienen del aeropuerto de Madrid, que es el más grande y el más rico. Y si se mira el impacto del AVE en ciudades medianas y pequeñas, éstas pierden actividad a favor de Madrid. La gente utiliza el AVE para hacer cosas en la capital, pero no para ir a provincias. Por tanto, la solidaridad ha sido la gran excusa para centralizar Madrid.

 

¿En este tema PP y PSOE son iguales?

Hacen la misma política, pero hay una diferencia. El PP es uno de los partidos más nacionalistas de la Europa occidental y, por tanto, dan mucha importancia al poder territorial y los temas simbólicos y lingüísticos. En cambio, el PSOE, a pesar de no ser un partido nacionalista, comparte el mismo modelo porque es un partido estatista y es muy difícil alejarse de la lógica histórica.

 

Por ello, a ambos, a pesar del déficit, les cuesta ceder competencias en infraestructuras …

Porque no estamos ante un caso de política económica, sino de política ideológica de ordenación del poder. Si pensáramos económicamente no seríamos el estado que tiene más kilómetros de AVE después de China. O en el eje del corredor del Mediterráneo, el que mueve más mercancías del sur de Europa, no habría cuarenta kilómetros de vía única, cuando en la Meseta hay cuatro. En conclusión, a la política española nunca le han importado las infraestructuras, sino tener un país como Francia y una capital como París.

 

¿Se llegará a construir el Corredor del Mediterráneo?

De momento hemos tenido buenas palabras y todo el mundo reconoce que es importante. Todo indica que como en otros momentos de nuestra historia las actuaciones serán tarde y a cargo del usuario. Ahora la conexión es de Barcelona a la frontera, que de hecho, es de Madrid a la frontera.

 

¿El aeropuerto de Lleida sería un ejemplo de cómo una infraestructura potencia más otras ciudades que la zona donde se ubica?

Sí, porque de hecho la Generalitat no cuestiona el modelo de AENA. El problema del aeropuerto de Lleida es muy fácil de entender, solo hay que ver que el vuelo Lleida-Barcelona sólo funciona los viernes, el domingo no. La gente de Lleida puede ir a Barcelona y después conectar con cientos de destinos: cenar en Milán, comprar en Málaga … y el domingo por la noche volver a Lleida. Es decir, la Generalitat invierte para que la gente se gaste el dinero fuera mientras aquí evita que se promueva el desarrollo de Lleida.

 

¿Hay demasiados aeropuertos?

No hay pocos o demasiado, depende del tráfico. Si una política considera un aeropuerto un servicio equiparable a un hospital o a una escuela, debe haber uno en cada capital de provincia. Como esta es la visión actual, ahora muchos aeropuertos son dinero tirado. Pero también lo serán los próximos años para evitar hacer el ridículo.

 

Quizá los gobiernos deberían concretar por qué medio de transporte quieren apostar …

Pues no, ahora se apuesta por todos. Un aeropuerto y una estación del AVE en cada capital de provincia. Y parece que, además, en cada «veguería» un tranvía. Hay una política clara: todo en todas partes. Esta política no se aplica en ninguna parte y fracasará porque es muy cara. De hecho, explica el alto nivel de deuda pública actual. ¡Es un gran despropósito!

 

¿La apuesta del tranvía se debe a la presión ecologista?

El tranvía sólo es útil para las ciudades que tienen calles estrechas y los autobuses no pueden girar. Pero, claro, cuando uno no tiene un modelo de infraestructuras apuesta según ocurrencias. Y el tranvía nace de dos cuestiones: una noción de ecologismo -que se ha convertido de papanatismo y de pancarta, porque no se ha planteado cuánto C02 emite la construcción de un tranvía- y la presión de las empresas que buscan obras con costes de recuperación garantizados. En 2007 el tranvía de Barcelona sólo recuperó el 16% de los costes, pero las empresas se repartieron los dividendos. ¿Quién lo pagó? Los ciudadanos.

 

¿Veremos algún día Cataluña libre de peajes?

Ha avanzado mucho la idea a nivel social de que la gente tiene que pagar las infraestructuras de calidad y la crisis es un contexto adverso para reducir políticas de pago de los usuarios. De hecho, como se ha hecho en otros países, en tiempos de crisis deberían extenderse los peajes a donde no hay. Hace diez años se podían sacar, pero ahora el tiempo ya ha pasado. ¡De hecho, paradójicamente, si anulásemos los peajes seríamos igualitarios en todo!

 

Pues los políticos catalanes lo podrían proponer en Madrid. Si pagamos, pagamos todos.

No, porque los españoles dirían: «Los catalanes nos hacen pagar en Cataluña y ahora nos quieren hacer pagar en todo el Estado». Algunos tienen esta mentalidad. El 2004 -cuando el PSOE estaba en la oposición- se discutió el tema de los peajes, una posibilidad era pasar la gestión de las carreteras a cada comunidad, pero desde entonces no se ha debatido.

 

¿Qué valoración hace del traspaso de los trenes de Cercanías a Cataluña?

Se necesitarán años para que la transferencia de Cercanías se empiece a ver traducida en cuestiones concretas. Transferir un aeropuerto es fácil, una carretera también, pero transferir Cercanías no. Este es un ejemplo claro de la diferencia con Francia. En Francia, el país más centralista de Europa, ya hace décadas que las provincias gestionan los trenes. París no necesita tenerlo todo controlado.

 

¿Transferir un aeropuerto es «fácil»? ¡Pues, se resisten!

Técnicamente sí, pero políticamente seguramente es imposible. Cercanías es una transferencia importante poeque millones de personas utilizan este servicio cada día, pero desde el punto de vista jerárquico de la estructura de la red de infraestructuras del Estado no tiene importancia.

 

¿En tema de infraestructuras cambiarán mucho las cosas los próximos meses o años?

No creo que las cosas cambien mucho los próximos dos años. Ya sabemos cuál es el modelo de aeropuertos de reforma, que es la «no reforma», sabemos que el AVE no tiene paro …

 

De hecho, en esta precampaña, el tema infraestructuras no destaca.

Son temas que, aparte de cuatro ingenuos, todos ya sabemos que son imposibles de cambiar. Por eso la posición del libro es saber cómo nos posicionamos ante esta imposibilidad. Pero seguir luchando para que nos concedan el control de los aeropuertos … No, porque eso es así.

 

¿»Todos»? Tampoco hace tanto que algún partido todavía reclamaba el traspaso de los aeropuertos …

En términos de infraestructuras cualquier persona que revise las discusiones que tuvieron lugar en el Congreso de los Diputados en el marco del debate del Estatuto, se da cuenta de que ningún tema sobre infraestructuras era posible. Recuerde que lo único que no entró en el Estatuto fueron los aeropuertos. Ahora bien, aunque algo sea imposible no hay que dejar de trabajar para conseguirlo porque así se pone de manifiesto la arbitrariedad existente, lo absurdo y cómo todo trata del control político del poder.

¿Por eso ha escrito el libro en castellano?

He escrito el libro en castellano porque en realidad es un libro para España. En Cataluña hemos invertido poco tiempo en entender la lógica de la política y del poder de España y esto ha representado una minusvalía. En cambio ellos hace mucho tiempo que entienden cómo funciona Cataluña, lo que les representa una ventaja.

 

Publicado por El Singular digital-k argitaratua