¿Neonazismo en Alemania?

Todos los comentaristas están de acuerdo en que las elecciones en Alemania han sido deslucidas, incluso aburridas. Pero lo interesante está por venir porque no está nada claro en absoluto qué clase de coalición saldrá de estas elecciones. ¿Será una coalición jamaicana (término alemán para designar la composición de la última coalición multipartidista cuyos colores corresponden a la bandera de Jamaica)? Será difícil y tardará largo tiempo porque todos los partidos están divididos entre sí, con la excepción de La Izquierda (Die Linke), que admiran el último gobierno comunista en Alemania del Este. Pero como Die Linke no formará parte del próximo gobierno, tal excepción no es significativa.

Esta vez los resultados eran más o menos predecibles; los democristianos seguirían siendo el partido con más representación seguidos de los ­socialdemócratas. Muchos observadores juzgaban que Alternativa para Alemania (AfD) sería el tercer partido, un pronóstico correcto. La única sorpresa fue que la extrema derecha recibió un 1% o 2% más de votos que los que suponían que tendría, pero esto también era una posibilidad aceptada. Los encuestadores olvidaron al parecer que algunos de los que se pensaba que votarían a un partido extremista ocultaban este hecho, porque se sienten avergonzados o temen las consecuencias negativas de alguna otra forma.

Cabe dar por sentado que AfD no irá muy lejos a menos que se convierta en una formación considerablemente más moderada, como lo han sido la extrema derecha austriaca o la finlandesa en los últimos años, lo que se ha traducido en un mayor apoyo a su favor en las últimas elecciones. Pero AfD es un partido dividido. En los últimos meses, los radicales han tomado la delantera, pero es dudoso que siga esta tendencia. Lo más interesante es quizá el panorama que presenta la composición del electorado a favor de este partido. Son más fuertes en la antigua Alemania del Este, como Sajonia o Turingia. Pero en estas provincias hay la menor parte de inmigrantes porque las condiciones económicas son relativamente malas. ¿Cómo explicarlo? Algunos pueden argumentar que se debe al temor a los extranjeros o simplemente a un vestigio de la era comunista. Este confuso desarrollo de los hechos deberá ser objeto de estudio en el futuro.

Los comentarios políticos son a veces muy engañosos y confusos. Tómese, por ejemplo, un reciente comentario sobre las últimas elecciones: “Atiéndase a una economista lesbiana de Goldman Sachs que acaba de llevar a la extrema derecha a la victoria. ¿Cómo Alice Weidel se las arregla para ser globalizadora y partidaria del propio terruño a la vez? Esto sí que es una noticia sorprendente; una mujer sobre la cual casi nadie en Alemania había oído que llevaría a la extrema derecha a la victoria. Pero fijémonos con mayor atención en esta notable nueva líder política. Tiene 38 años, brillante en los estudios de Economía en la universidad y ha trabajado en varias empresas, incluida Goldman Sachs, al parecer durante unas pocas semanas o meses. Pero también ha vivido en China durante seis años, estudiando la lengua y trabajando para la banca oficial china, que supongo que además de hacer de ella una globalizadora y amante de su terruño también la ha hecho una maoísta. En cuanto al hecho de llevar a su partido a la victoria, es algo más que una exageración. Es una de la treintena o más de activistas que han desempeñado un papel importante en el avance de AfD. Aunque debería decirse asimismo que el día siguiente de las elecciones algunos líderes políticos prominentes anunciaron que no se unirían al grupo parlamentario del partido. Al parecer, les gustaría establecerse ellos mismos como una facción separada, más moderada.

Formar una nueva coalición será difícil. Apenas cabe decir que la CDU haya perdido las elecciones, pero su socia, la CSU de Baviera, perdió alrededor del 10%. Exige a Merkel una política inmigratoria más estricta y severa, con un cupo de inmigrantes. Los socialdemócratas no están en buena forma. El estado de ánimo es negativo, pero resulta altamente improbable que no renovar la antigua coalición con la CDU les beneficie. En cuanto a AfD, probablemente fracase completamente a menos que adopte una política más moderada. Podría resultar perfectamente que el partido se divida con los moderados en una parte y los demagogos en otra. Alemania hace frente a diversos problemas, pero el neonazismo no es uno de ellos. Todos los países europeos rechazan una inmigración ilimitada, y Merkel, le guste o no, habrá de aceptarlo. Puede ser considerado lamentable. Es un gran paso atrás de una política progresista, pero se trata de una realidad política que no cabe pasar por alto ni siquiera en las sociedades democráticas.

LA VANGUARDIA