Cuando la actualidad avisa

1. PORTUGAL.

La actualidad viene cargada de advertencias. Y la resistencia a atender las señales que nos llegan es suicida. Todos los veranos tenemos la plaga de los incendios. Pero a veces los hay especialmente trágicos, que se hacen más elocuentes. Portugal está viviendo uno pavoroso y apenas estamos en el mes de junio. Los ritmos estacionales varían, el clima cambia, y por mucho que los científicos insisten en que ya no es imputable sólo a las fuerzas de la naturaleza, que la mano del hombre ha hecho estragos, muchos gobernantes y poderosos se resisten a afrontar la situación. Y es urgente, si no es que ya hemos llegado tarde. Pero estamos encadenados a la musiquita oficial, que ayer aún repetía Rajoy, quejándose de la radicalidad que se ha puesto de moda en España: hace falta moderación, «seguir con el crecimiento y la creación de empleo», como si con esta frase mágica se resolviera todo.

Como dice el geólogo Charles Frankel: «El crecimiento incontrolado y el desorden climático pueden hundir la civilización del consumo». La población caerá masivamente, las catástrofes se sucederán y «el hombre tendrá que encontrar un nuevo equilibrio» si quiere subsistir. Deberá hacer a la fuerza y ​​en peores condiciones lo que no quiere hacer por la tradicional incapacidad de ver los peligros que parecen lejanos (y ya están aquí). La pereza para cambiar los hábitos, la impotencia para modificar las dominaciones. Los indicadores son claros, a juicio de los especialistas. Dominique Bourg señala cuatro puntos en los que se han superado «los límites planetarios»: el ciclo del carbono, la erosión de la biodiversidad, la destrucción del suelo con la deforestación y los flujos de nitrógeno y de fósforo. Y sin embargo no sólo se actúa al mínimo sino que con Trump al frente el negacionismo triunfa. Y el Acuerdo de París, que se considera claramente insuficiente, se tambalea. Vivimos en un presente continuo, el futuro no existe.

 

2. GRAN BRETAÑA.

Otra señal viene de la Gran Bretaña. Si el Brexit fue el síntoma de un malestar profundo, ahora los 79 muertos (cifra no definitiva) de la Torre Grenfell de Londres confirman lo que ya se sabía: que los efectos de las devastadoras políticas de reducción de los presupuestos públicos y de limitación del estado del bienestar iniciadas en los años 80 están emergiendo a la superficie, porque condenar a los perdedores a la invisibilidad eterna no es posible. Hay un momento en que las cosas revientan. La radicalidad thatcheriana, seguida con entusiasmo por el converso Tony Blair, deja un país con unas infraestructuras impropias, con unos barrios en degradación permanente y con una enorme dificultad para gestionar la diversidad cultural de la que había hecho bandera. A veces los problemas larvados cuando empiezan a salir a la luz lo hacen en cadena. Y por si fuera poco, llega otra señal de alarma: la respuesta terrorista al terrorismo yihadista. Entrar en la fase de la venganza es lo peor que podía pasar. Por eso los gobiernos deben ser extremadamente cuidadosos y no especular con el miedo ni anatematizar a comunidades enteras. La Gran Bretaña está tocando fondo. Y es un aviso para toda Europa, de la que quiere irse.

 

3. BAC FRANCÉS.

Desde hace muchos años tengo la costumbre de repasar las preguntas de filosofía del Bac, el examen final del bachillerato francés. Este año hay tres que son buen motivo de reflexión para nuestra actualidad, a las que me permito responder en caliente de manera telegráfica:

«¿Defender sus derechos es defender sus intereses?» No, si entendemos por intereses , como es común hoy, lo que se expresa en términos contables. Es sobre todo defender una idea de las personas y de la manera de reconocerlas y respetarlas. Por eso los derechos humanos tienen vocación universal.

«¿Todo lo que tengo derecho a hacer es justo?» Es legal, pero no forzosamente justo. Nada por ser legal se convierte automáticamente en justo o bueno.

«¿Te puedes liberar de tu cultura?» Nunca te quitarás del todo lo aprendido y vivido de pequeño, por eso dicen que la patria es la infancia, pero hacerse mayor es precisamente ganar autonomía, dejarte inseminar y contaminar por cosas nuevas y saber mirar con distancia crítica las ideas recibidas y las verdades compartidas.

Aquí quedan las preguntas para quien quiera darles algunas vueltas.

ARA