Leyendo el Brexit

Mañana turbulenta con la radio mirando todos los repliegues del Brexit. Lo han hecho, es el comentario generalizado, como si hubiera una suspensión de la verosimilitud: al final, pensaban, la gente pondrá cordura. Pero los ingleses son otra cosa. Este ha sido un voto inglés. En primer lugar, son fuertes, no creen necesitar a nadie, más vale solo que mal acompañados, y a fe que la UE se había vuelto promiscua. Segundo, ellos saben que son europeos -contrariamente a los españoles, no a los catalanes, que fuera de la Unión no sabrían qué son–; que son una pieza fundacional de la Europa política y cultural y económica: han votado contra la estructura ósea de la Unión, contra un corsé que no han aceptado nunca, contra un artefacto poco democrático, poco eficaz, poco funcional. Y, finalmente, han votado contra la inmigración que les llega a montones. Ya se puede decir que la diversidad es una ganancia, que lo es: la inmigración siempre es un fenómeno cuantitativo, no cualitativo. Cuando el demagogo de turno dice «hay demasiados inmigrantes», la gente sencilla comienza mirar mal aquel forastero (o no) que hasta entonces le pasaba desapercibido. Dicho de otro modo, Europa gestiona muy mal sus síntomas. Ahora que corran a apagar el fuego.

Dicho esto, que es mucho decir en pocas palabras, el resultado hace más difícil un referéndum catalán: estas consultas se pueden perder, apuntaron los gobernantes españoles. O sea, nada de jugar con fuego. Lo siento por Pablo. Ahora bien, junto a ello ha demostrado dos cosas que el independentismo catalán ha ido repitiendo sin éxito. Primero, que salir de la UE es bastante complicado (dos años de negociación); y que ahí fuera no hace tanto frío como dicen. Este miedo ha quedado desactivado como argumento de campaña. Y, por último, el Brexit empequeñece la Unión Europea pero le añade coherencia. La obliga a repensar algunas cosas, entre ellas las políticas de austeridad. Tengo la impresión de que hemos ganado una UE más flexible y más pragmática, y esto va a favor de los catalanes, si los catalanes empiezan de nuevo a espabilarse.

Y, por cierto, el FernadezGate confirma lo que sabíamos, lo pone encima la mesa como arma genial -ante todo el mundo–, pero no perjudica electoralmente al PP, porque la difusión en las Españas ha sido contradictoria. Eso sí, hace más difícil pactar con el señor Rajoy. ¿Puede haber, pues, gran coalición con independiente al frente? Independiente, no independentista.

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