Nuevo orden europeo (I)

La historia moderna de Europa comienza con la Paz de Westfalia, en 1648, que pone fin a la guerra de los Treinta Años entre protestantes y católicos. Los primeros, agrupados alrededor de Suecia y Francia, y los católicos, de Austria y España, es decir, de los Habsburgo. No fue un tratado de paz formal, sino una serie de acuerdos bilaterales entre los estados en guerra, 178 participantes, que se concluyeron a lo largo de dos años. Westfalia supone la constatación formal de que el Habsburgo sucesor de Carlomagno, con la perfecta integración del poder político y religioso, ya no es posible. La fractura del cristianismo entre protestantes y católicos lo hace inviable. Felipe IV pierde Flandes, y España y Austria pasan a ser potencias de segundo orden. Esta separación de la religión y la política impulsa el racionalismo y más tarde la Ilustración, y separa para siempre las culturas musulmana y cristiana, una con la política y la religión integradas y la otra, desintegradas. Westfalia es el embrión del desarrollo de Europa.

La guerra había sido iniciada por razones religiosas y dinásticas, pero los tratados de Westfalia reconocían la soberanía de los Estados en pie de igualdad y concluía la paz para el equilibrio de poder entre las partes enfrentadas. La Francia de Luis XIII y Richelieu había impuesto el interés del Estado por encima de los intereses religiosos, Estado que era libre de organizarse política y administrativamente como soberano e independiente. «El hombre es inmortal, su salvación siempre es posible, el Estado no es inmortal, su salvación es ahora o nunca», dijo Richelieu, es decir: la religión puede esperar, las urgencias de la política, no. La aparición del Estado como protagonista de la política y la diplomacia nace entonces.

El segundo hito europeo importante es la Revolución Francesa, en 1789. Entre una y otra, el equilibrio de poder gira en torno a las alianzas europeas para contrarrestar el poder hegemónico de la Francia de Luis XIV y Luis XV. Nace Prusia en 1740 como potencia europea de segundo orden con un poder ilustrado, autárquico pero respetuoso con los principios e intereses del Estado, «los gobernantes son esclavos de sus recursos, el interés del Estado es su ley, ley que no puede ser violada», dijo Federico II de Prusia.

La Revolución Francesa hace a todos los ciudadanos iguales en derechos y constituye la Asamblea elegida por el pueblo como la institución suprema de la que se deriva toda la autoridad, que ya no es de origen divino. El poder real es abolido y se guillotina al rey. En 1792 la Asamblea Nacional Francesa declara la voluntad de aportar ayuda militar a las revoluciones que lo necesiten, a los pueblos europeos que quieran recuperar la libertad, y es este principio el que lleva a Napoleón, que se define a sí mismo como líder de la revolución y se autocorona emperador, a llevar los principios de libertad e igualdad a todo el continente.

Allí donde había un poder político independiente del Imperio francés y de las nuevas ideas y principios del «nuevo orden», era para Napoleón necesario intervenir para incorporarlo a éste y liberarlo del pasado. Esto llevó a hacer la guerra en Europa sin límite geográfico ni contención para alianzas y colaboraciones. Napoleón no podía vivir en un orden internacional fruto del pacto y el equilibrio. Esta situación de falta de contención le llevó a hacer la guerra a España y Rusia, territorios que no eran esenciales para el imperio. El esfuerzo que pidió de sus ejércitos y de Francia como Estado fue superior a su fuerza. La coincidencia de este hecho con la amplitud y simultaneidad de sus continuas ofensivas unió a Europa en su contra. La derrota de Napoleón era inevitable. Se había pasado del respeto e inviolabilidad de los estados, del equilibrio de Westfalia, al impulso de los principios revolucionarios como bien político indiscutible y superior.

La derrota de Napoleón en Rusia y posteriormente en Waterloo lleva al fin del régimen y las potencias conservadoras y victoriosas, Austria, Prusia, el Reino Unido y especialmente Rusia, instituyen un sistema permanente de equilibrio y resolución de conflictos, el Congreso de Viena, que lleva la paz primero por el equilibrio de poder y después por las alianzas, hasta la guerra de Crimea en 1856. La inteligencia del Congreso de Viena fue incorporar a la potencia derrotada, Francia, al acuerdo, cuestión capital que hace posible la paz, contrariamente a lo que se hizo con Alemania en el Tratado de Versalles.

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