Un siglo del genocidio armenio

El centenario de la Gran Guerra lleva a la conmemoración de otros descalabros colaterales. Dentro de tres años Europa estará inmersa en el debate sobre la Revolución Bolchevique, y de aquí a sólo nueve meses resonará el exterminio de un millón y medio de armenios perpetrado por el Imperio Otomano en Anatolia. La noche del 23 al 24 de abril de 1915 cientos de intelectuales, empresarios y profesionales armenios eran detenidos y el régimen del partido ‘Unión y Progreso’ -los llamados jóvenes turcos- desencadenaba el primer genocidio moderno en el sentido de estrategia, planificación y logística. Los armenios -la mayoría cristianos y occidentalistas- serían acusados de ser la Quinta Columna de los aliados. Eran el enemigo interno a eliminar, como después lo fueron los judíos por el Tercer Reich.

Las esferas políticas y académicas de Estambul y de Ankara ya han empezado a hablar de ello. De entrada, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ya ha hecho una declaración pública de «condolencia» dirigida a los descendientes de las víctimas en la que equiparaba el dolor de los armenios con el de los turcos muertos en la Gran Guerra. Pero a pesar de haber roto un tabú, Erdogan no ha convencido a los turcos partidarios de reconocer el crimen, y aún menos a los armenios. Asimismo, ha irritado a los negacionistas y a los que consideran que el proceso violento iniciado por los turcos en 1915 podría haber provocado «excesos» pero no un genocidio. Baskin Oran, uno de los intelectuales que en 2008 puso en marcha la campaña de petición de perdón a los armenios, no se ha callado al decir que los lamentos de Erdogan tienen más que ver con movimientos tácticos para frenar su fragilidad política que con la voluntad de cerrar dignamente la cuestión armenia. Entre otras cosas porque no es comparable el dolor de las víctimas turcas durante la guerra con el de los armenios descendientes de la masacre. Oran denuncia que los archivos son aún inaccesibles y que los que podrían aclarar más aspectos de las matanzas están bajo custodia del Estado mayor del ejército. Para el profesor Oran, el pésame de Erdogan es «una buena iniciativa pero insuficiente por completo».

Muchos de los armenios que en 1915 huían de las matanzas y que consiguieron atravesar la frontera del Imperio Otomano con el zarista se encontrarían al cabo de dos años con la sacudida que empujó Rusia hacia un proceso que sería revolucionario y liberador y que culminaría con tiranía y exterminio. Dentro de tres años los debates y las polémicas sobre la Revolución Bolchevique deberán cohabitar con una guerra de cifras de víctimas lanzadas desde diversos ángulos. La asociación Memorial continuará recordando el stalinismo y el gulag y los millones de personas encerradas y muertas en los campos. Todavía no hay cifra final, y podría oscilar entre los 18 millones de detenidos detectados por la historiadora norteamericana Anne Applebaum y los 800.000 muertos dados por el historiador oficial soviético Viktor Zemskov durante la perestroika. Y tampoco se podrá dejar de lado el recuento de los que sucumbieron a los efectos del desmantelamiento de la URSS, es decir, la terapia de choque capitalista de los años 90. Un estudio de la ONU de 1999 asegura que 10 millones de personas, la mayoría hombres, habrían «desaparecido» de las estadísticas debido a enfermedades, comportamientos autodestructivos y violencia. Un estudio de la revista británica ‘The Lancet’ lo encuentra exagerado y dice que posiblemente las víctimas fueron un millón. En 2015 y en 2017 se anuncian, pues, tiempos de recuentos.

ARA