¿Es posible la intervención militar contra la independencia de Cataluña?

¿La intervención militar española en Cataluña para frenar el proceso de independencia es un espantapájaros? ¿Es una estrategia para atemorizar a la población catalana y debilitar el soberanismo? ¿Tiene el ejército español algún plan, para ocupar Cataluña? ¿Cómo es posible esta intervención? ¿Hay alternativas efectivas a una ocupación militar? Todas estas preguntas aparecen a menudo a raíz de las informaciones publicadas sobre hipotéticos planes militares o llamadas de sectores de la caverna a enviar tanques a Cataluña. La semana pasada, el Centro de Estudios Estratégicos de Cataluña (CEEC) hizo un comunicado para desmentir las informaciones sobre una supuesta ‘operación Estela’ y alertó sobre el hecho de caer en la trampa de difundir este tipo de informaciones no contrastadas.

Con este dossier intentamos dar luz sobre un debate que demasiado a menudo se tiñe de sensacionalismo, de alarmismo y de un exceso de imaginación. Vilaweb ha hablado con profesionales y expertos en seguridad y cuestiones militares, que han pedido permanecer en el más estricto anonimato. En conclusión, estos expertos consideran completamente improbable -por razones de incapacidad efectiva y de coste político- una intervención militar en Cataluña contra el proceso de independencia. Con sus aportaciones, podemos responder a las ocho preguntas que formulamos a continuación:

– ¿Tiene el ejército español algún plan para ocupar Cataluña en caso de independencia?

Cualquier ejército que aspire a ser serio y profesional tiene planes operacionales para cualquier situación que pueda afectar a sus funciones en seguridad, defensa y preservación del territorio estatal. Si el Estado Mayor de la Defensa española no hubiera preparado ningún plan de intervención para un caso de secesión ‘interior’, se trataría de una mala praxis profesional clamorosa. La independencia de Cataluña es una amenaza frontal a la soberanía y a la integridad territorial del Reino de España y, en consecuencia, el ejército español debe tener una previsión operativa. Una cosa es la viabilidad política y estratégica de una intervención en territorio europeo o la capacidad operacional efectiva de esta intervención.

Por otra parte, la filtración del plan de una operación militar es prácticamente imposible. Si alguna vez pasara esto sería indicio de un problema de seguridad muy grave que desataría un escándalo de dimensiones impensables y una investigación de consecuencias graves en el estamento militar. Un error como éste costaría por completo la confianza mínima de las instituciones internacionales de defensa respecto del ejército español. Sea como sea, un excoronel expulsado del ejército hace veinticuatro años y con un largo historial posterior de polémicas políticas y casos judiciales no puede merecer ninguna confianza como informador de asuntos absolutamente secretos y de máxima seguridad de los estamentos militares más altos.

– ¿Qué cobertura legal puede tener una intervención militar?

Como ya es sabido, la constitución española, en el artículo 8, otorga al ejército la ‘misión de garantizar la soberanía e independencia de España, y defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional’. El artículo 55 establece la suspensión de determinados artículos de la constitución cuando se declaren los estados de excepción o de sitio. El artículo 116 habla de los mecanismos para declarar los estados de alarma, de excepción y de sitio, que se regulan por una ley orgánica. Además, están las leyes orgánicas de la ‘defensa nacional’ y de los derechos y deberes de los miembros de las fuerzas armadas que también apelan a la misión constitucional del ejército. Todo ello es una construcción legal hija de la transición española que debía satisfacer unos poderes fácticos determinados.

Por tanto, la legislación española que prevé una intervención del ejército en caso de peligro de la ‘integridad territorial’está ahí. Pero la pertenencia a la Unión Europea -posterior a la redacción de la constitución española- hace imposible que el ejército actúe contra la voluntad democrática y pacífica de una parte de la población europea. De hecho, algunos expertos en derecho europeo han señalado que una acción del ejército para un caso como el que analizamos es contraria al derecho de la UE. Incluso, indican que podría tener como consecuencia la suspensión del derecho de voto de España en las instituciones comunitarias. En este sentido, cabe recordar la contundencia con la que reaccionó el parlamento europeo por unas declaraciones del eurodiputado Alejo Vidal-Quadras pidiendo una represión violenta de la voluntad independentista. Este hecho explica que, realmente, el Estado español no tenga margen de maniobra en el uso del ejército contra la independencia de Cataluña.

– ¿Cuántos soldados se necesitan para ocupar Cataluña?

Las necesidades operacionales para la ocupación de un territorio no se miden en kilómetros cuadrados. Si bien la superficie es un factor más a tener en cuenta en el cálculo, hay muchos más determinantes. Por ejemplo, el grado de resistencia -inicial y potencial- de la población y las instituciones atacadas, la duración de la intervención, el nivel de desarrollo tecnológico, la densidad poblacional y la distribución territorial de los núcleos habitados, la concentración de las infraestructuras estratégicas; la geografía y, especialmente, la orografía, etc.

En el caso de Cataluña, contando un nivel inexistente o anecdótico de resistencia, se necesitarían entre tres y cinco millares de soldados para hacer una demostración de fuerza y garantizar el control de áreas básicas . Sin embargo, esta sería la necesidad más básica. La resistencia -también en el caso de ser pacífica- ya pediría un incremento sustancial de los efectivos desplazados sobre el terreno. En cualquier caso, los expertos sólo admiten, y de manera muy improbable, la hipótesis de una intervención ‘suave’ con el objetivo de atemorizar a la población. Tal como una operación de imagen.

– ¿Tiene el ejército español los soldados y la infraestructura necesaria para poder hacerlo?

Las fuerzas armadas españolas tienen la capacidad de hacer una operación como la descrita en el punto anterior -una operación de imagen- en la que hacen falta la logística y los sistemas de armas operativos para el combate. A partir de ahí, si se pretendiera un despliegue que requiriese más tropas y una ocupación de territorio efectiva, difícilmente el ejército español podría actuar sin el riesgo de hacer el ridículo. Como explicaremos más adelante, hay varios grados de intervención militar y cada uno pide una dotación diferente. Pero una acción de mayor magnitud podría exigir más de cien mil soldados operativos y el ejército de España no los tiene. De hecho, los individuos de extrema derecha que de vez en cuando hacen llamadas a la intervención son los primeros en criticar la falta de efectivos del ejército para responder a un ‘desafío’ como el de Cataluña.

Además de la cuestión puramente numérica sobre la capacidad del ejército español, hay que tener en cuenta que en una intervención de estas dimensiones es imprescindible el uso de tecnologías de comunicación por satélite y sistemas de combate militar. El ejército español está integrado dentro de la OTAN y comparte determinadas infraestructuras con el resto de países que son miembros de la misma. Esta necesidad de infraestructuras complicaría mucho una actuación sin el visto bueno de los demás estados miembros.

– ¿Para controlar Cataluña, hace falta una intervención militar sobre el terreno o hay más maneras de hacerlo?

Cataluña ya está controlada si hablamos en términos estratégicos y simbólicos. El ejército tiene una serie de cuarteles y unidades repartidas por el territorio catalán. Pero una intervención no militar podría consistir en identificar posiciones estratégicas -telecomunicaciones, energía, infraestructuras de transporte, fronteras, redes de información y sistemas de datos de servicios básicos- y garantizar el control total desplegando selectivamente unidades adecuadas a cada caso y que podrían ser los cuerpos policiales del Estado -guardia civil y policía española-.

En este mismo sentido, aparte de algunos puntos muy concretos que pedirían una presencia física, los avances en la ciberseguridad ofrecen la posibilidad de realizar intervenciones en el ámbito de la defensa militar sin desplegar tropas sobre el terreno. Es decir, que una eventual operación en defensa de la ‘integridad territorial’ de España podría implicar intervenir sobre los llamados ‘servicios esenciales’ -agua, electricidad, sistemas de transporte, telecomunicaciones, etc. -, Y las tecnologías de la información y la comunicación. Las fuerzas armadas españolas y los servicios de inteligencia tienen departamentos específicos dedicados a la seguridad tecnológica, energética y cibernética. Esta posibilidad alternativa de intervención no armada -o con armas no convencionales- es una razón más para descartar la hipótesis de una operación del ejército con tropas desplegadas.

– ¿Qué tipo de intervención pueden hacer el Estado y el ejército contra la independencia?

En términos de seguridad y defensa, España puede desplegar cuatro estrategias diferentes según el nivel de coste que desee asumir. En el escalón más bajo económicamente está la estrategia de hacer ‘presión indirecta’. Esto significaría que los servicios de inteligencia españoles tuvieran el control de cuadros decisivos de los mozos de escuadra, empresas estratégicas y centros neurálgicos que hemos mencionado más arriba. Este control a distancia y el ahogo económico de la Generalitat, que le impide todo margen de maniobra, pueden dejar en un estado delicado las opciones de mantener la seguridad en un momento excepcional del proceso. Los expertos consultados por Vilaweb temen que éste no sea el estadio actual.

En un segundo nivel se encuentra la llamada intervención ‘suave’ de la autonomía política, en áreas concretas de la gestión pública. Esta intervención iría acompañada de un aumento poco perceptible de los efectivos de la guardia civil y de la policía española, y también de la disponibilidad de las fuerzas armadas para sustituir o garantizar el funcionamiento de los servicios esenciales. Otro objetivo de este estadio sería preparar la sustitución de la Generalitat en la cadena de mando del cuerpo de mozos de escuadra.

El tercer nivel sería una intervención ‘dura’. Es decir, la aplicación del artículo 155 de la constitución para suspender la autonomía e instaurar una administración delegada o directa por parte del gobierno español. Esta intervención tendría el apoyo operacional de los cuerpos de seguridad del Estado y un papel limitado del ejército español en la protección de infraestructuras estratégicas.

Finalmente, el cuarto estadio es la declaración del estado de sitio o emergencia en el territorio catalán. Esta estrategia sí que pediría la presencia visible de tropas del ejército español. De hecho, se trataría de una verdadera ocupación militar.

Los niveles tercero y cuarto de intervención son descartados categóricamente por los profesionales y expertos consultados en este informe. Aún más, también señalan que el segundo nivel de intervención tendría un fuerte coste político interior e internacional. Si existe el famoso ‘choque de trenes’, yendo muy mal se puede pasar del primer nivel al segundo, pero nunca al cuarto directamente. ¿Qué sentido tendría pagar un precio político más alto si pueden intentar controlar la situación por vías no tan costosas? En conclusión, la imagen de militares desplegados en Barcelona sólo sería un éxito para los ultras; internacionalmente, sería un desastre, e internamente les traería más problemas que los que resolvería.

– ¿Qué consecuencias políticas internacionales tendría?

El comunicado del Centro de Estudios Estratégicos (CEEC) de la semana pasada consideraba que una operación militar representaría un desprestigio para el ejército español, para el jefe del Estado -recordemos que el rey es el comandante supremo de las fuerzas armadas- y para el gobierno español. Un desprestigio en las organizaciones internacionales de defensa, pero sobre todo en la comunidad internacional. Este desprestigio parece que lo ve claro el gobierno español y, especialmente, el ministro de Defensa, Pedro Morenés. A principios de año, cuando le preguntaron sobre la preocupación del ejército por la independencia de Cataluña, dijo: ‘Desde el punto de vista operativo, como elemento de naturaleza militar, esta cuestión no está sobre la mesa’.

– ¿Tendría alguna repercusión en relación con la OTAN?

La OTAN es una organización de derecho internacional para prevenir agresiones a los miembros de la alianza. Oficialmente, no tiene nada que decir sobre asuntos internos de los estados que forman parte. Pero la comunidad internacional se sentiría muy incómoda si las fuerzas armadas de un Estado miembro intervinieran una parte del territorio. Es cierto que en el caso de Turquía esto ya ha pasado quién sabe cuántas veces en la lucha contra el PKK del Kurdistán. La intervención sería un problema más político que legal, desde el punto de vista del derecho internacional invocado en el Tratado del Atlántico Norte. No hay ninguna cláusula en la OTAN que prohíba la intervención militar de un Estado en ‘asuntos domésticos’. Pero los expertos consultados consideran imposible que se hiciera una intervención militar sin una aceptación tácita de los organismos de defensa internacional. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de las unidades operativas del ejército español depende funcionalmente de la estructura de la OTAN.

Conclusión.

La intervención militar para frenar el proceso de independencia de Cataluña es prácticamente imposible. Por lo menos, es improbable una intervención como las que nos imaginamos siempre que se trata de esta cuestión -tanques, soldados armados hasta los dientes, entrada en el Palau de la Generalitat… -. Las informaciones no contrastadas que dan por hecho que esta intervención sucederá deberían tener en cuenta estos elementos analizados más arriba. De lo contrario, sólo harán de espantapájaros y de altavoz de una estrategia del miedo que el unionismo quiere imponer en Cataluña. Nadie dice que el camino hacia la independencia sea un camino fácil, sin peligros ni amenazas. Pero los obstáculos que no están en él, no es necesario que los pongamos nosotros.

VILAWEB