Referéndum con garantías

Incuestionable la apreciación del lehendakari Urkullu de la Comunidad autónoma vasca española (C.A.V.) cuando constata que el referéndum a realizar en Cataluña el 1º de octubre no se realizará con garantías democráticas. Todos somos conscientes de que el procedimiento no ha contado con las condiciones de un acto democrático que permita a los convocados participar en condiciones de total libertad, sin coacciones; con la posibilidad de acceder al conjunto de opciones que se ofrecen con autonomía sin trabas para elegir la alternativa que considere más conveniente. Al respecto puede recordarse lo que el soviet supremo de todas las Rusias el mismo día que tuvo lugar la revolución de octubre. La asamblea en cuestión, que reunía elementos de dispares formaciones políticas revolucionarias proclamó que la paz constituía una aspiración irrenunciable de parte del conjunto de los Pueblos de Europa, agitados por cuatro años de guerra a la que habían sido arrastrados por los intereses imperialistas de los dirigentes europeos. Intereses que se concretaban en los planteamientos expansionistas, ocultos tras la cortina del patriotismo de aquellos Estados-Nación imperialistas; todos ellos de la misma manera auténticas cárceles de Pueblos, con proyectos de expansión territorial y económica, por los que estaban dispuestos a provocar la destrucción de otras muchas naciones libres y otros territorios extraeuropeos; incluso aunque ello supusiera la muerte de quienes denominaban y consideraban compatriotas. Es de sobra conocido el resultado de millones de muertos y muchos más millones de heridos y mutilados; sacrificio de la vida de generaciones que no trajo ningún beneficio para aquella Europa devastada y hundida durante decenios en la ruina. Todo resultado del egoísmo de los ricos y poderosos, quienes no ofrecieron a sus compatriotas, sino una muerte cruel, en medio de años de sufrimiento e incomodidades. Se ha pretendido que aquella fue una época gloriosa; de heroicidad y camaradería. La cruda realidad, más allá de los sufrimientos de la misma guerra, fueron la frustración de los Pueblos. Desengaño para quienes esperaron que la victoria traería la prosperidad y se encontraron con la inflación y el paro; resentimiento de los vencidos que además de estos inconvenientes se encontraron con la pérdida de tantos familiares, los cuerpos mutilados de muchos de quienes sobrevivieron y la existencia difícil de quienes se vieron culpabilizados por ser derrotados, tras años de sufrimientos en los que se les impusieron los sacrificios de mayor envergadura y se les hizo arrostrar la muerte, sin posibilidad de elección. Únicamente los responsables de la masacre, reyes y ricos, los máximos responsables de la masacre y destrucción escaparon a las responsabilidades, salvo algún caso de mayor desgracia, como pudo ser el del Zar de Rusia; en cualquier circunstancia en un Imperio en el que toco sufrir a todos, mientras la familia imperial se enlodaba en la corrupción.

El citado Soviet de todas las Rusia señaló que uno de los factores impulsores de aquella guerra lo constituía el Imperialismo histórico que había sometido a muchas naciones al dominio e intereses de otras. Los Pueblos europeos reivindicaban el derecho a la autodeterminación y la declaración del Soviet tuvo su influencia sobre el programa del presidente Estadounidense Woodrow Wilson -los famosos catorce puntos- que consideraba la liberación de los Pueblos sometidos un elemento fundamental para la paz. La declaración del Soviet, por lo demás, señalaba la imperiosa exigencia del inmediato cese de toda ocupación militar, con independencia de que esta se hubiese producido recientemente o en cualquier época histórica. Únicamente en estas condiciones era posible que se produjera una toma de decisión libre por parte de una nación concreta para que sus ciudadanos pudiesen elegir su integración en un Estado que la reivindicase como propia u optar por la independencia. La autodeterminación, que no es la capacidad de decidir sobre si se es o no es, sino mejor la de autorregirse, al igual que lo hacen los grandes Estados -Francia, España, etc.- sin que tengan que pasar por el visto bueno de estos, como si el derecho fuera su propio patrimonio.

Es fácil de entender que Catalunya no se encuentra en condiciones de realizar un referéndum de autodeterminación en condiciones adecuadas ¿De quién es la responsabilidad? Nuevamente nos topamos con el mismo obstáculo, un Estado español refractario a la libertad y democracia. Es de vergüenza ajena el esfuerzo cotidiano de los representantes de los partidos constitucionalistas cuando denuncian a instituciones y Pueblo de Catalunya por antidemocráticos, por no atenerse a la legalidad española. Ni P.P, ni P.S.O.E., ni por el momento se conoce, la actitud de I.E. ni de PODEMOS, tienen legitimidad en el conflicto, al margen de lo que denominan legalidad. La declaración de principios del Soviet de todas las Rusias es clara: constituye una exigencia irrenunciable para la celebración del referéndum del 1-O el cese de toda presión sobre los catalanes, implicando esta exigencia la salida de toda fuerza coactiva cubierta de tricornios, aunque pretenda que estos son el birrete de la facultad de derecho. Cualquiera decisión tomada por un cuerpo representativo catalán tiene legitimidad para ser tomada, en unas circunstancias de coacción. En definitiva, estas formalidades son las que provocan el escándalo en los medios culturales europeos, quienes han contemplado la celebración de actos similares al del 1-O en Europa y América. Insistiremos siempre, en la falta de cultura política en una sociedad como la española. El Problema no es Catalunya, el problema es España. El sistema jurídico español no pasa lo que se llama la prueba del algodón, por su pertinacia en imponer de entrada lo que es para todo Estado de Derecho el punto de salida; esto es. La voluntad explícita de la ciudadanía en su conjunto de formar parte del Estado ¡No puede entenderlo Rajoy, ni Sáez de Santamaria! Al parecer tampoco lo entienden los actuales dirigentes del P.N.V., ese partido que se reclama de un hombre honesto donde los haya, como Sabino Arana Goiri, defensor igualmente de la libertad de los Pueblos, aunque sean negros y mulatos, como los cubanos; circunstancia que parecen ignorar lo seguidores del Pablo Iglesias fundador del P.S.O.E.. Según parece también defendía el derecho de los “moros” a ser Nación y Estado y es que era un racista ”muy raro” que no hablaba de las razas inferiores africanas, como el Maestro universal Don José Ortega y Gasset. Parece difícil que el Lehendakari Urkullu termine con sus huesos en la cárcel de Larrinaga, ni en ninguna otra. Como advierte Ortuzar, “despacito, despacito…” llegaremos a la independencia… A no ser que nos suceda como a Aquiles el de los pies ligeros…, que no la alcancemos nunca, porque el árbitro no nos deje pasar nunca de la mitad del espacio que nos queda para alcanzarla… Y es que, quien hace la ley, hace la trampa…