El nacionalismo español de Àngel Ros

Dice la sabiduría popular que el tiempo acaba poniendo a todos en su sitio. Es un dicho bonito, un dicho que suena bien, porque es optimista y esperanzador, pero que la historia, desgraciadamente, ha contradicho un montón de veces. No siempre, sin embargo. Hay ocasiones en que es el mismo personaje el que se pone solo en el lugar que le corresponde. Este es el caso del alcalde de Lleida, Àngel Ros. Han sido necesarios sólo unos pocos años para que ese disfraz que lo presentaba como una de las voces del siempre difuso y finalmente difunto sector catalanista del PSC-PSOE se haya volatilizado y haya quedado a la vista la auténtica ideología del personaje.

Àngel Ros es el hombre que no ha tenido escrúpulos en pactar con un partido ultranacionalista español como Ciudadanos toda una serie de medidas netamente contrarias a los derechos nacionales de Cataluña y su lengua, entre las cuales no apoyar ninguna medida relacionada con el proceso catalán ni la creación de nuevas estructuras de Estado, impedir la incorporación del Ayuntamiento de Lleida a la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), no colaborar económicamente con esta entidad, prohibir la colocación de esteladas en el espacio público y eliminar la discriminación favorable al catalán, como lengua minorizada, en todos los órdenes de la administración. Pues bien, ahora aún más lejos.

Ahora, Àngel Ros, rechaza la demanda hecha por Esquerra y la ‘Crida’ por Lleida-CUP de retirar los nombres franquistas de las calles de la ciudad. Su respuesta ha sido que «no hay ninguna necesidad» de retirarlos. En otras palabras, el señor Ros considera que los nombres franquistas deben permanecer donde están. Es decir, que los alcaldes fascistas que intervinieron en el asesinato de demócratas durante la dictadura deben seguir teniendo una calle a su nombre en la ciudad de Lleida por voluntad del Partido Socialista y de Ciudadanos, y para escarnio de los leridanos que sufrieron las barbaridades de aquel régimen. Realmente repugnante.

Pero Ángel Ros, siempre abrazado a la ley española, esa tan totalitaria que criminaliza a los políticos catalanes que pusieron las urnas al servicio de la ciudadanía, se burla de la ley de la memoria histórica, en virtud de la cual los municipios están obligados a retirar los nombres de calles vinculados al franquismo. Àngel Ros, sin embargo, no la quiere cumplir. Es el comportamiento propio de un hombre que solo, sin la ayuda de nadie, ha tenido suficiente con unos cuantos meses para quitarse la máscara catalanista y mostrar abiertamente su nacionalismo español. Un nacionalismo español que se ha revelado irreprimible hasta el punto de no permitirle ni siquiera guardar las apariencias. Todo muy ilustrativo. Y es que en realidad estamos ante un político derrotado. Ros no es más que uno de los muchos políticos que el proceso catalán ha dejado literalmente desnudos.

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