En primer lugar, sorprende bastante que alguien que dice que hay que respetar todos «piense como piense y sienta lo que sienta dentro de la ley» quiera prohibir la libertad de expresión de quienes no piensan ni sienten como él. Además, ¿cuál es esa ley que regula el pensamiento y los sentimientos de la gente? ¿Cuál es esta ley que nos dice qué debemos pensar y qué debemos sentir? ¿Querer que Cataluña sea una nación libre es contrario a la ley? ¿Qué ley? ¿La ley del totalitarismo? ¿La ley del absolutismo? ¿Quién dice que el Ayuntamiento de Sant Cugat no respeta la pluralidad y la libertad de todos? Somos miles los santcugatenses que no nos sentimos representados por la bandera española que ondea en la sede consistorial, pagada con nuestros impuestos, y que, sin embargo, no hacemos de ell motivo de guerra. No lo hacemos, porque somos demócratas y sabemos qué pasará en las urnas, no en los despachos, donde derrotaremos la opresión que esta bandera simboliza.
Dice el señor Carreras, perdedor de las elecciones anteriores, que la Asociación de Municipios por la Independencia no representa a todo el mundo y que no se destinarán fondos a sufragar causas y fiestas secesionistas. No dice nada, en cambio, de los fondos que el Gobierno español destina a sufragar causas nacionalistas españolas, a subvencionar asociaciones franquistas, a condecorar nazis y a hacer festivos y testosterónicos desfiles militares. ¿Quién le ha dado permiso para financiar todo esto con nuestro dinero? ¿Qué ley democrática dice que el nazismo debe ser condecorado? ¿Qué ley democrática dice que el franquismo debe ser subvencionado? ¿Qué ley democrática dice que el derecho a voto debe ser criminalizado?
Es con nuestro dinero como el gobierno español está financiando el despropósito más escandaloso de Europa: una obra faraónica en forma de tren de alta velocidad que circula sin pasajeros, que pasa por estaciones fantasma, que ha costado más de 7.500 millones de euros y que conlleva unos gastos de mantenimiento de 1.630 millones. Ni siquiera el tren Barcelona-Madrid es rentable, ya que los pocos ingresos que genera no dan ni para cubrir la mitad del costo. Pero, entonces, ¿quién paga esta sangría? Pues nosotros, claro. Somos nosotros los que pagamos este delirio ultranacionalista español del partido del señor Carreras. Un partido que se niega a retirar la Medalla de Oro de Valencia a Franco, a pesar de haber cometido miles de crímenes contra la humanidad. Pero que, sin embargo, se entiende dado que el fundador del PP fue precisamente ministro de aquel régimen y la retirada de la medalla sería vista como si el PP renegara de sí mismo.
Diari de Sant Cugat
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