Las mentiras y calumnias de Pedro Sánchez y Miquel Iceta

Las barbaridades que Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, ha soltado recientemente durante su paso por Cataluña forman parte del plan de asistencia a la casa en ruinas en que se ha convertido su sucursal catalana. La asistencia, como era de esperar, no ha servido de nada, ya que hace mucho tiempo que esta sucursal tiene un papel irrelevante en la vida política de Cataluña, pero se trataba de arañar, aunque fuera por la vía de el despropósito, unos segundos de gloria en los telediarios. Es la praxis habitual. Toda sucursal recibe la visita de un pez gordo de la central si se encuentra al borde de la quiebra. El problema es que la central también está totalmente desprestigiada y no tiene ascendencia en Cataluña. Por eso Pedro Sánchez, consciente del aburrimiento que provoca su discurso, ha optado por las mentiras más abyectas sobre nuestro país y por las calumnias de carácter personal contra el presidente Mas y contra Oriol Junqueras.

De entrada, hay que ser muy cínico y muy mentiroso para decir, como dijo el señor Sánchez, que el Partido Socialista quiere «una Cataluña libre (!) en el que los catalanes tengan los derechos garantizados». Lo dice él, que votó en contra de que el pueblo catalán pudiera ejercer su derecho a decidir sobre sí mismo y que no sólo dice que este derecho no existe, sino que incluso lo criminaliza. También hay que ser muy cínico y muy mentiroso para decir, como dijo el señor Sánchez, que el PSOE dará a Cataluña «la oportunidad de progresar». Lo dice él, que dirige un partido que, tanto desde el gobierno español como desde la oposición, ha practicado sistemáticamente la expoliación de Cataluña.

Pero la parte más fuerte del discurso, es decir, la frase destinada a convertirse en titular mediático era la referida al presidente Mas y Oriol Junqueras. Primero los cita por su nombre y luego dice: «mienten cuando dicen que quieren construir una patria y lo que vemos es que llevan su patrimonio a Suiza y Andorra». La frase es una calumnia tan fuerte que me pregunto a qué esperan el presidente Mas y Oriol Juqueras para llevar al señor Sánchez a los tribunales. Ya sabemos que el PSOE y el PP son tan diferentes como dos gotas de agua y que los socialistas intentaron sacar todo el rédito electoral que pudieron de los informes falsos elaborados por los populares sobre un supuesto capital del presidente Mas en Suiza. Justo el tipo de informes que también querían incriminar al alcalde de Barcelona, Xavier Trias, con el mismo argumento. Pero, como también sabemos, los informes se han revelado falsos en los dos casos y ha quedado claro que se fabricaron en las cloacas del Estado, las mismas alcantarillas que el PSOE conoce tan bien, porque fue allí, justamente allí, durante su gobierno, donde surgió la banda terrorista GAL. Llegados aquí, si Pedro Sánchez no puede presentar pruebas del dinero que dice que el presidente Mas y Oriol Junqueras llevan a Suiza y Andorra, la querella debería ser inmediata.

Como es natural, Miquel Iceta sonreía y aplaudía feliz al oír estas mentiras injuriosas y, al llegar su turno, quiso estar a la altura vinculando la independencia de Cataluña a personas que mueren por infarto. Exactamente la misma mentira repugnante que había escupido públicamente el diputado de su partido, Xavier Sabaté, al decir que «el desgobierno del señor Mas y del señor Junqueras mata». Sabaté, además, es el mismo personaje que el año pasado ya había vinculado la Vía Catalana con las muertes en las playas (!). Gente así, gente como Iceta y Sabaté, que esparce mentiras, que lanza calumnias y que utiliza sin escrúpulos a los muertos para favorecer sus intereses de partido, es indigna de ocupar un escaño en cualquier Parlamento democrático del mundo. Lo bueno de todo, es que la demagogia, la mentira, la calumnia y la difamación son la última bala del que no tiene nada que decir. Nada de nada.

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