Testigos del asedio de 1714

Este año, la publicación de libros sobre los hechos de 1714, tanto directa como indirectamente, ha tenido forma casi de avalancha. No lo digo como un hecho negativo, nunca es tarde para contar la historia, pero si la divulgación en este sentido hubiera sido más alta en décadas anteriores, los libros que hubieran hablado de ella habrían disfrutado de más singularidad y la conciencia nacional se habría visto incentivada. Un pueblo que desconoce su pasado es un pueblo que no sabe quién es.

Un libro que aborda los catorce meses de asedio que sufrió Barcelona por parte de las tropas borbónicas, es «Barcelona 1714. Testigos de una ciudad sitiada» (http://www.angleeditorial.com/barcelona-1714-470, Ángle, 2014), con edición de Xavier González Toran, en el que encontramos una interesantísima y exhaustiva documentación de personas de ambos bandos -militares, diplomáticos, nobles, académicos, comerciantes, ciudadanos…- que nos permite tener una visión más cenital de aquella guerra, tanto de los hechos que la precedieron como de sus consecuencias. Veamos algunos fragmentos:

Felipe V al duque de Popoli, 04/03/1713: «Aunque no considero que la ciega obstinación de los catalanes llegue al extremo de atreverse a resistir [un cop es completi l’evacuació dels aliats], si no se rinden en el termino de dos horas, se les pasará a todos a cuchillo».

El duque de Popoli en los Comunes de Barcelona: «Se hace saber a la ciudad de Barcelona que si en todo el día de hoy, 29 de julio de 1713, no abren las puertas a las armes del rey nuestro señor, dando la debida obediencia, no sólo no les valdrá a sus naturales el indulto que la gran benignidad de su majestad les tiene concedido, sino que, tratándoles como pertinaces rebeldes, experimentaran todo el rigor militar».

Crónica, 12-14 de agosto de 1714: «Bombardeo intenso de la artillería borbónica sobre la muralla norte, entre los baluartes del Portal Nou y Santa Clara. Con dos brechas abiertas, los borbónicos intentan conquistar las posiciones, pero son rechazados por los barceloneses. Mueren 196 defensores y 900 atacantes».

Antoni de Alós de Ríos, teniente de caballería y ayudante del duque de Berwick, 09/11/1714: «Los que sufrieron más fueron las Tropas Españolas, que avanzaron por la derecha y nunca pudieron penetrar por la oposición de la gente que sostenía y acudía a la rampa de la muralla: y además recibían grande daño por el fuego que se les hacia desde el Convent de Sant Pere. Era horrible el estrago que nos causaban las mines; pues en esta ocasión los sitiados las hicieron jugar todas”.

Memorias del duque de Berwick, 09/11/1714: «A continuación, el ataque se extendió a las iglesias, casas y plazas vecinas, para que a continuación los asaltantes se pudieran dirigir con un poco de orden al resto de la ciudad».

El duque de Berwick a Luis XIV de Francia, 14.9.1714: «Barcelona soportó sesenta y un días de trinchera abierta, y pocas veces se ha visto un empeño tan grande como el de su guarnición y el de sus habitantes».

Dietario de Philippe de Courcillon, marqués de Dangeau, 09/20/1714: «Se espera que Mallorca se rinda pronto, viendo que Barcelona ha caído. Villarroel, que dirigía las tropas sobre el terreno, resultó herido de gravedad en una pierna y una rodilla. El mariscal ordenó que entraran en la ciudad catorce batallones franceses y algún destacamento de la caballería española».

Memorias del duque de Berwick, septiembre/octubre de 1714: «Después de desarmar a todos los habitantes de Barcelona, abolí por decreto la Diputación y toda la antigua administración de gobierno, creé una nueva con el nombre de Administración y de Junta, estableciendo que en adelante el orden público se regiría por las leyes de Castilla. […] Como creía que era conveniente poner como ejemplo los principales lanzadores de cañones de los barceloneses para intimidar a aquellos que quisieran incitar a la población a nuevos levantamientos, envié veinte ciudadanos al castillo de Alicante para que fueran encarcelados de por vida».

Como vemos, el libro, «Barcelona 1714. Testigos de una ciudad sitiada», es una magnífica recopilación de las visiones personales que tenían algunos de sus protagonistas. De hecho, libros como éste y actos como los que se han celebrado en el marco del Tricentenario, han ayudado muchísimo a que los catalanes de hoy se den cuenta de la trágica magnitud de la invasión borbónica y del sometimiento de Cataluña a las leyes de Castilla. Castilla se equivocó, sin embargo. Pensó que bastaría con sus leyes para atar eternamente a Cataluña y se ensoberbeció. Ahora se da cuenta de que a pesar de que sus leyes todavía perviven, Cataluña ya no las cumplirá. La historia de Castilla, por lo tanto, se repite, y, una vez más, volverá a llorar la independencia de otra de sus colonias.

RACÓ CATALÀ