V de Vía, de Voluntad y de Victoria


V de Vía, de Voluntad y de Victoria

Victor Alexandre

Ya hace tres años históricos que el Once de Septiembre ha salido del letargo de los actos meramente oficiales y de la tradicional manifestación que se hacía a última hora de la tarde con un número simbólico de participantes. También ha dejado de ser la fiesta puente que muchos catalanes aprovechaban para ir a la playa antes de la reanudación laboral después de las vacaciones. Desde el 2012, la Fiesta Nacional de Cataluña es un clamor multitudinario, sin parangón en Europa, de reivindicación de la independencia política del país.

Es decir, que sin dejar de rendir homenaje a los catalanes que en 1714 defendieron nuestras libertades, la conmemoración se ha convertido en un día de afirmación de la voluntad de ser. De ser un pueblo libre.

Cataluña, despreciada secularmente por España, quiere seguir el mismo camino que han seguido países como Noruega, Islandia, Malta, Montenegro o Kosovo. Concretamente, Noruega se independizó en 1905, Islandia en 1918, Malta en 1964, Montenegro en 2006 y Kosovo en 2008 Se trata, como sabemos, de naciones que no se convirtieron en plenamente soberanas por gentileza de los estados que decidían por ellas, sino por la voluntad de conducir con las propias manos las riendas de su destino. Es decir, que nadie les ha regalado nada. La independencia de la que ahora disfrutan la han tenido que conquistar defendiendo con firmeza sus convicciones. Y eso es lo que estamos haciendo nosotros.

También lo hace San Cugat, naturalmente. Este año hemos aportado miles de personas para la realización de la ‘V’ simbólica en la avenida Diagonal y la Gran Vía de las Cortes Catalanas de Barcelona. Gente de todo el país se concentró en las dos calles más largas de la ciudad y, cívicamente, las llenó hasta la bandera para que todo el planeta pudiera ver cuán firme es la determinación de Cataluña de convertirse en el próximo Estado independiente de Europa. Todos los medios de comunicación internacionales han difundido las imágenes y las han interpretadas correctamente resumidas con estas palabras: ‘Cataluña ha expresado ante todo el mundo su Voluntad de hacer Vía, su Voluntad de Votar y su Voluntad de Victoria’. Ahora empieza la cuenta atrás hasta el 9 de noviembre.

CUGAT.CAT

http://www.cugat.cat/diari/opinio/102397/v-de-via-de-voluntat-i-de-victoria

 

 

Embajador de Cataluña en Alemania

Víctor Alexandre

Til Stegmann

Conocí Til Stegmann el mes de septiembre de 1987, en Bonn, Alemania, a raíz de una entrevista que le hice para un diario barcelonés, en el que me decía que «el futuro del catalán depende de su oficialidad única», y lo volví a ver en la primavera de 1988, también en Bonn -esta vez la entrevista era para la revista El Temps-, poco después de la publicación de su libro ‘Cataluña vista por un alemán’ (http://lacampanaeditorial.com/llibre-21/), que fue un éxito de ventas. En ese libro, Stegmann reflexionaba sin inhibiciones sobre temas que muchos catalanes no osaban abordar en voz alta, como el estatus de la lengua o la independencia nacional, y me comentó la necesidad de un referéndum como el que se había hecho en Quebec. Yo le decía que la sociedad catalana estaba nacionalmente dormida y que sería imposible ganarlo, y él me respondió esto: «Ahora sí, pero no dentro de doce o quince años, porque hay que esperar a que entonces la segunda y la tercera generación de inmigrantes ya se hayan concienciado». Pues bien, el plazo se ha alargado y en vez de quince han pasado veintiséis años, pero la concienciación, finalmente, se ha hecho realidad.

Fue por ello, por sus planteamientos lúcidos y por la manera desacomplejada de expresarlos, que en 1999 le pedí que escribiera el prólogo de mi libro ‘Yo no soy español’. Eran otros tiempos, no hay duda. La Cataluña actual, afortunadamente, no tiene nada que ver con la de entonces. Y el mérito de este cambio, todo el mérito, es de la sociedad civil, que por fin, harta de inmovilismo, ha mirado el mapa del mundo y se ha sentido avergonzada de no tener un Estado independiente como tienen todas las naciones adultas. El proceso catalán actual es fruto de ello; y el referéndum del 9 de noviembre también. Por el camino, sin embargo, ha habido personas que han aportado un inmenso caudal de talento y de energía para hacerlo posible, y una de estas personas es Til Stegmann, catedrático de la Universidad de Frankfurt y fundador de la Biblioteca Catalana de aquella ciudad. Cuando él llegó a la Universidad, en la sección de lenguas romances, sólo había un centenar de libros de relevancia catalana y ahora hay 35.000, que suponen la mayor colección catalanística de Alemania y de Europa, si exceptuamos, como es lógico, los Países Catalanes. De hecho, está reconocida como uno de los 7 Tesoros del Patrimonio Cultural de la Cataluña Exterior, porque, como dice el mismo Stegmann, ni siquiera en Cataluña existe una biblioteca exclusivamente catalana, sin libros de temática sólo española por medio». En este sentido, la Biblioteca Catalana de Frankfurt es un verdadero símbolo de una Cataluña soberana, independiente».

Stegmann, que ahora tiene setenta y tres años, acaba de publicar un libro que recoge toda su trayectoria catalanista con una descripción detallada y repleta de anécdotas de sus vivencias y de las personas que ha conocido en la travesía. El libro se titula ‘Embajador de Cataluña en Alemania’. El profesor de Frankfurt explica qué quieren ser los catalanes (Pagès, 2014), y es una delicia leerlo, porque constituye un relato del montón de cosas que una persona puede llegar a hacer sola, en cualquier ámbito de la vida, sólo con tres elementos en el zurrón: convicción, entusiasmo y perseverancia. Así encontramos las Semanas Catalanas en Berlín, el ‘Decálogo del catalanohablante’, los congresos de lengua catalana, la Feria del Libro de Frankfurt o la ‘Zeitschrift für Katalanistik’, revista científica de estudios catalanes creada en 1988 y que ha publicado hasta hoy cuatrocientos artículos y contribuciones científicas de más de doscientos autores de prestigio internacional. En cuanto a las personas, en él aparecen más de cuatrocientas, entre las cuales: Dalí, Pau Casals, Joan Brossa, Andreu Alfaro, Antoni Tàpies, Eliseu Climent, Joan Fuster, Lluís Llach, Narcís Comadira, Salvador Espriu y Vicent Andrés Estellés.

Stegmann nos dice que el Vocabulario catalán-alemán del 1502 «es el primer diccionario entre las lenguas alemana y catalana, impreso hace más de quinientos años, mucho antes de que se pensara en hacer un diccionario castellano-alemán. «Hacia 1500, el catalán era claramente una lengua más importante para los alemanes». Y también insiste en la necesidad de que los catalanes no cambien de lengua si no quieren que la existencia de ésta deje de tener sentido: «Todavía hoy millones de catalanoparlantes que cada día y en cada momento actúan como desertores de la lengua catalana. [ …] Hace decenios que, cuando estoy en Cataluña (o Mallorca), no hablo más que catalán. Si pido algo a algún policía, taxista o funcionario de telefónica y no me comprende, cuelgo o me voy y le dejo estar. Otro me ayudará».

Lean el libro de Stegmann, compartan con él el deseo de ver un Estado catalán liberado por fin del yugo español y empápense de su firmeza. Es la firmeza de un hombre que ha dedicado buena parte de su vida a dignificar una tierra que le sedujo con su identidad, lengua y cultura hasta convertirlo, en palabras de Francesc de Borja Moll, en el «caballero errante de la catalanidad». Creo, por tanto, que la mejor recompensa que Stegmann podría recibir por la tarea inmensa que ha hecho sería que pudiera culminar su carrera siendo nombrado embajador en Alemania de una Cataluña independiente.

Racó Cátala

 

La Diada y la ratonera española

Victor Alexandre

En 1974, hace exactamente cuarenta años, Ovidi Montllor, en un disco maravilloso, cantaba estas palabras: «Ya no nos alimentan migas; ya queremos el pan entero. Vuestra razón se va deshaciendo, la nuestra va creciendo. Las migas vuelan al viento». Eran palabras que mucha gente interpretaba que aludían a la muerte del franquismo y que expresaban la convicción serena y generalizada de que pronto podríamos abrir las ventanas para que entrara aire limpio. Y, ciertamente, las abrimos, pero el golpe de estado de 1981 y la Ley orgánica de armonización del proceso autonómico de 1982 hicieron que muchos catalanes de buena fe tocaran con los pies en el suelo y se dieran cuenta de que las migas no sólo no se las había llevado el viento, sino que eran el único alimento con el que podíamos llenar el buche. Y es que algunos confundieron la muerte de Franco con la muerte del franquismo. Pero sólo el primero estaba en la tumba, el franquismo seguía vivo. De hecho, le bastó con una «reforma» dermoestética para perpetuarse en el poder. Y todavía está ahí. Ha sustituido la camisa «azul» por la camisa blanca y luce modelitos tomados del museo del esperpento, pero continúa removiendo las cerezas del Estado. Antes, por tanto, vivíamos en un régimen totalitario, ahora vivimos en una democracia totalitaria. Es como La ratonera de Agatha Christie: pasan los años y se relevan los actores y las actrices que la representan, pero la obra siempre es la misma.

Sólo hace falta escuchar las barbaridades que dicen contra el derecho a la autodeterminación de Cataluña, el Partido Popular y el Partido Socialista, para entender las razones por las que Franco murió de viejo y en el poder. Ya lo decía el mismo Ovidi: «Fue un error la política de pacto a la muerte de Franco y el momento de la subida del PSOE al poder». Pues sí, los franquistas no fueron juzgados, el franquismo quedó impune y ahora, por medio de leyes hechas a medida, sus herederos pretenden conseguir lo que no pudo conseguir el caudillo de voz aflautada. Esta es la razón por la que la canción de Ovidi se ha convertido en un himno intergeneracional que expresa muy bien el apasionante momento actual. El Once de Septiembre de este año ha mostrado al mundo que Cataluña va en serio y que aquellas migas, que eran su menú diario en los tiempos de la política de pájaro en mano, se han acabado. Nos ha costado, pero por fin, plenamente conscientes de la ocasión, hemos decidido quitarnos de encima esta pesada losa llamada España. Por eso, cuarenta años después, las palabras de Ovidi permanecen vivas: «Conscientes de la explotación, no habrá más solución que aprovechar la ocasión. Y lo que se dice, con pasión, hacer valer nuestra razón, porque… ya no nos alimentan migas; ya queremos el pan entero. Vuestra razón se va deshaciendo; la nuestra es fuerza creciente. Las migas vuelan al viento «.

TRIBUNA CATALANA