La genética foral

No floral. No hagamos chistes, que esto es muy serio. En fechas recientes se ha trasladado a la comunidad científica el descubrimiento del gen de la vagancia por parte de investigadores chinos y escoceses. De los chinos nos podíamos esperar cualquier invento, pero lo de las universidades escocesas nos ofrece más credibilidad. Es un hallazgo extraordinario de la ciencia. Ahora se podrán explicar, en términos genéticos y de evolución antropogénica, los comportamientos desganados y la naturaleza incomprensible de ricachones, perroflautas y, si me apuran, el gusto por vagar de Diógenes el cínico. A este paso nos encontrarán el gen del rock and roll, y nos lo haremos mirar.

Algo parecido sucede en nuestra comunidad. Los últimos acontecimientos (mangoneos varios en la Hacienda navarra, con antecedentes en la misteriosa evaporación de la CAN, sobres en la muralla, etc.) se resuelven en términos argumentales con la invocación al gen foral de la navarrería. Los gobernantes lo son por designación foral –como en otros tiempos y lugares lo eran por voluntad divina–. Defienden a capa y espada –de Demóstenes– una Navarra foral… y española. Hasta Mariano Rajoy, autoridad hispana por excelencia, se desgañita en la defensa ferviente de la tradición foral (y española) de Navarra. Lo que decíamos, nos han descubierto el gen foral.

Se da la circunstancia de que este año se cumple el 120 aniversario de la Gamazada, otro acontecimiento de los que se archivan en el capítulo de la foralidad. Ahí, sin embargo, el gen navarro de lo foral se revolvió con ganas, pero quizás no en el sentido que le confieren los gobernantes actuales, pongamos Rajoy y Barcina, por citar los más entusiastas en el diagnóstico. De hecho, aquella algarada se pronunció contra el gobierno estatal, personificado, y de ahí el nombre, en el ministro Gamazo.

El caso es que el discurso de los fueros da para mucho en nuestro territorio, pero, como el gen de la pereza de sabios escoceses y chinos, no sé si tiene mucha credibilidad. Digamos de entrada que el tema viene de antiguo, y los tiempos han cambiado, como diría la portera del inmueble, que es una barbaridad. De la Edad Media al presente a los fueros les han dado vuelta y media. Ya no son lo que eran. De los primeros en legajo documental queda la referencia del de Jaca, cuando allí todavía se hablaba euskera, y su modelo sirvió para exportar el formato a otros fueros municipales o de villa. Estella, San Sebastián, Logroño… las principales ciudades del reino vasco recibieron estos fueros. Más tarde, la presencia de un rey de casa extranjera, Teobaldo de Champaña, propició que se pusieran los susodichos por escrito a modo de ordenamiento; así surgió el Fuero General. Pero son circunstancias de cuando Navarra gozaba de soberanía, e independencia, y de status internacional. Aquel sistema foral representaba una jurisprudencia propia, real. De ahí a los fueros territoriales, de Bizkaia, Lapurdi, Gipuzkoa, etc., bajo dominación ajena, va un largo trecho, y un salto conceptual. Ya no son los mismos principios jurídicos…. Luego vinieron la Revolución francesa, y las guerras carlistas (de neta significación foral), y el acabóse del Antiguo Régimen… y de aquella foralidad quedó lo floral. Es decir, un artificio de adorno, una envoltura retórica, la floritura, y poco más.

Nabarralde ha organizado un curso de divulgación sobre estas materias, para que no nos sigan tomando el pelo con la reivindicación floral. Para que nadie se llame a engaño cuando se habla de Navarra foral y española, una contradicción in términis. Para que sepamos situar el valor de la Gamazada y otras movilizaciones de nuestra historia. Será un curso on line, por internet, que nos permitirá acceder a estas lecciones de nuestra historia con rigor y comodidad. Que en estas cuestiones de la foralidad, como con el gen de la vagancia, quizás nos lo tendríamos que hacer mirar.