Entrevista a Floren Aoiz. «La posibilidad de cambio en Navarra pasa por cuestionar la hegemonía del centenar de personas que mueven las riendas»

Floren Aoiz presentó el jueves su tercer libro, ‘Más allá de 1512’ en el que, una vez analizadas las bases de la hegemonía navarroespañola, aboga por una repolitización en la sociedad que permita articular mayorías transformadoras, pero huyendo de la tentación de reedición del pasado

 

 

Se ha escrito mucho este año sobre 1512, ¿qué ofrece de nuevo su libro a lo escrito hasta ahora?

Más allá de 1512 quiere ofrecer una crónica de esta batalla, de los aniversarios que se han librado en 2012 pero, sobre todo, pretende poner sobre la mesa una reflexión sobre el futuro, proponiendo ideas para el cambio social y la construcción de nuevas mayorías en Nafarroa.

En el libro habla una y otra vez de hegemonía, ¿por qué da tanta importancia a este concepto y qué significa para usted?

Llamo hegemonía al predominio del punto de vista de una parte muy concreta de la sociedad navarra sobre el conjunto, mediante el discurso de la Navarra foral y española que supuestamente ha decidido libremente qué quiere ser, una Navarra siempre española que mediante el pacto forma parte de España… En realidad, un cuento para ocultar que de este modo unos poquitos, que Ricardo Feliú, en su tesis sobre la elite de poder en Navarra, cifra en poco más de 100 personas, mueven las riendas. La posibilidad de un cambio profundo en Navarra pasa por cuestionar esa hegemonía construyendo un nuevo modelo hegemónico democrático y popular.

¿En qué se ha basado esa hegemonía a la que hace referencia?

En buena medida, la hegemonía de lo que llamo navarroespañolismo es fruto de la imposición de relaciones de fuerza, conquistas y derramamientos de sangre. El navarroespañolismo siempre ha odiado la democracia, lo suyo es jugar con cartas marcadas y, si cree que puede perder la partida, echa la mano al gatillo. La sombra de 1936 es muy alargada y este modelo de Navarra nunca se habría impuesto sin aquellas matanzas y decenios de dictadura y represión. Esto no quiere decir que el navarroespañolismo no sea capaz de generar consentimiento. Lo ha hecho, y es claro saber cómo, pero tiene cada vez más dificultades para hacerlo, por eso están obsesionados en evitar un cambio que establezca un juego limpio.

El escenario en Navarra es complicado a la hora de vertebrar mayorías alternativas al gobierno actual, ¿ve posible un cambio en este sentido?

Complicado no es sinónimo de imposible, por fortuna. La crisis de la hegemonía del navarroespañolismo permite nuevos escenarios, el reto es acertar en la gestión de esta oportunidad. El hartazgo con UPN puede llevarnos a pensar que cualquier otro gobierno sería mejor, pero, no olvidemos que el PSOE ha estado y sigue estando en el mismo barro que UPN. Hay que construir nuevas mayorías en torno a lo que en el libro llamo horizontes compartidos. ¿Puede contarse con el PSOE en alguno de ellos? Habrá que verlo, pero hoy por hoy está claro que el motor del cambio está en las fuerzas sociales y políticas de perspectiva vasca. La expectativa de algo diferente, que no sea más de lo mismo, va a venir, a mi juicio, de este ámbito.

Los socialistas no parecen muy por la labor de luchar por la construcción de Euskal Herria…

No. Pero sí decían estarlo en 1977 aunque ahora niegan que eso haya ocurrido nunca. El PSOE se engañó a sí mismo durante un tiempo y se autoconvenció de que a la sombra de la derecha navarroespañolista tendría un trozo de paraíso. Si fueran capaces de hacer balance de esa apuesta verían que han sido comparsas de un juego en el que nunca han llevado las riendas. Ojalá el PSN pensara cómo sacudirse el abrazo del oso de la derecha navarroespañolista. Por desgracia, parece que prima la pelea por gestionar el suicidio a plazos. Visto lo visto, no parece muy inteligente gastar energías en cortejar al PSOE. En la medida en que se vaya construyendo un bloque social alternativo al navarroespañolismo tendrán que resituarse o seguir azotados por todos los vientos políticos, contra los que están cada vez peor protegidos. Me parece mucho más importante pensar cómo crear ese bloque social alternativo.

¿En qué espejos puede mirarse Navarra y Euskal Herria de cara al futuro?

Lo que está sucediendo en Catalunya es muy interesante, más en el plano social que en el de los partidos políticos. Escocia me parece un referente también muy interesante. Y también lo es, en otro plano, Islandia. Si miramos al resto del mundo, veremos además que hay, sobre todo en América del Sur, experimentos transformadores muy sugerentes. Si podemos sumarnos al carro de los pueblos que construyen su propio futuro y ensayan nuevas formas de democracia a la vez que intentan crear una sociedad más justa, ¿por qué contentarnos con la Navarra foral y española, casposa, agotada, coto de corrupciones, recortes, amiguismos e intransigencias?

¿Qué nos ha enseñado al grueso de la sociedad el aniversario de 1512?

La Navarra oficial había planificado un año de celebraciones, para fortalecer su relato del pacto y la libre incorporación a la monarquía española pero el tiro les ha salido por la culata, porque la que ha salido a la calle y ha dominado el espacio público ha sido la denuncia de la conquista y sus consecuencias, de la mano de gente y grupos como Nafarroa Bizirik. 2012 nos ha puesto frente a la realidad de que fuimos conquistados. Tuvimos un estado propio que fue destruido por la fuerza dividiendo nuestra tierra e imponiéndonos relaciones de subordinación y dependencia. Se ha caído el timo del pacto y como sociedad nos conocemos mejor que antes. Creo que esto nos ha enseñado que merece la pena esforzarse por conocer e interpretar críticamente el pasado, que somos un pueblo vivo, con criterio, cada vez más difícil de engañar y manipular.

En el libro afirma que hay quien se ha pasado de frenada con esta cuestión…

No veo sentido a empeñarse en que la gente de Eibar, por ejemplo, se tenga que sentir navarra. Que se sientan así si quieren, por supuesto, pero con lo que nos está costando unir fuerzas en torno al concepto de Euskal Herria, cuando Euskadi queda limitado a tres territorios, una cosa es conocer nuestro pasado y otra que tengamos que seguir determinadas pautas en la construcción del futuro. ¿A dónde nos lleva plantear que si no se sienten navarros/as es porque han sido colonizados? Eso, para mí, es pasarse de frenada. Y me pregunto qué nos aporta. Yo creo que la batalla se va a librar en torno a los proyectos que se pongan sobre la mesa, no en base a los relatos históricos. Y creo que debe ser nuestro pueblo y no los historiadores quien debe decidir cómo quiere llamarse y sobre qué nombre construir un proyecto de construcción de un nuevo estado.

Los actos en torno a la conmemoración de la conquista han demostrado que hay un gran movimiento alrededor de esta demanda, ¿podemos ser optimistas sobre la posibilidad de cambio?

Yo creo que sí. Hace unos años era impensable que la Navarra oficial, con sus instituciones, sus medios de comunicación, su universidad privada, sus historiadores del pesebre y todo el monario, como suele decirse, tuviera que tragarse su versión oficial frente a la «chusma» empeñada en construir su propio relato. Se ha demostrado que es posible ganarles batallas importantes. Por eso crece su nerviosismo. Creo que debemos ser capaces de seguir por ese camino, desmontando las versiones oficiales y, sobre todo, escribiendo nuestro propio futuro.

 

http://www.noticiasdenavarra.com/2012/12/26/politica/navarra/la-posibilidad-de-cambio-en-navarra-pasa-por-cuestionar-la-hegemonia-del-centenar-de-personas-que-mueven-las-riendas