Franco ya persiguió a Òmnium Cultural

El 11 de julio de 1961, en el restaurante Finisterre de la Gran Via, se creó una entidad para defender la lengua y la cultura catalana de los ataques de la dictadura: Òmnium Cultural. Los cinco fundadores eran Lluís Carulla i Canals, Joan Baptista Cendrós i Carbonell, Fèlix Millet i Maristany, Joan Vallvé i Creus y Pau Riera i Sala. Joan Triadú fue un personaje clave en esta iniciativa. Todos ellos consideraron que la iniciativa privada tenía que cubrir lo que tendrían que haber cubierto las instituciones catalanas, reprimidas tras la victoria franquista en la guerra civil. Los promotores de Òmnium eran industriales catalanes, que se convirtieron en mecenas del movimiento cultural. Eran tiempo en que gracias al apoyo de algunos burgueses se pudieron impulsar iniciativas en defensa de la cultura catalana, como la Enciclopedia Catalana. Pero también hubo iniciativas al margen de este grupo, como las impulsadas por el Partido Socialista Unificado de Catalunya, el PSUC, el movimiento político antifranquista más potente de la época.

Catalán para todos

Òmnium promovía la alta cultura catalana, con celebraciones como la Nit de Santa Llúcia, en que se entregaban los únicos premios literarios en catalán de la época. Pero también promovieron la enseñanza del catalán. En un momento en que llegaban grandes contingentes de inmigrantes, y en que el catalán no se enseñaba en la escuela, la tarea de Òmnium fue clave para el mantenimiento de la lengua y de la cohesión social. Pero además, en su sede Òmnium acogió y contribuyó a financiar un gran número de entidades que defendían diferentes ámbitos de la cultura catalana: desde el Institut d’Estudis Catalans, hasta los Estudis Universitaris Catalans, pasando por el Secretariado de Orfeones de Catalunya. En el momento de la fundación de Òmnium, la mayoría de sus creadores eran autonomistas, aunque J.B. Cendrós siempre se mostró partidario de la independencia.

El franquismo cuestionado

El 14 de noviembre de 1963, el abad de Montserrat Aureli M. Escarré, hizo unas declaraciones para el diario francés Le Monde, en el que acusaba al régimen franquista de no respetar los principios del cristianismo. Pedía el fin de la represión, el respeto por la lengua y la cultura catalana y el retorno a la democracia. Estas declaraciones, que hicieron evidente el cisma entre la Iglesia catalana y el régimen, provocaron una oleada de persecuciones contra Escarré y la abadía de Montserrat, pero también contra las instituciones que defendían la cultura catalana. Una de las que más irritaba era Òmnium Cultural, porque había organizado una recogida de firmas para reclamar la enseñanza en catalán, que había recibido más de 10.000 adhesiones (una cifra muy elevada en tiempos de dictadura y antes de la aparición de las redes sociales).

La clausura

El 2 de diciembre de 1963, el comisario de la Brigada Social, Antonio Juan Creix, registró la sede de Òmnium Cultural, en el Palau Dalmases de la calle Montcada ,y la clausuró por orden del gobernador civil de Barcelona, Antonio Ibáñez Freire. Pero a pesar de todo, Òmnium siguió trabajando desde la clandestinidad y mantuvo los cursos de catalán. Y para tener un altavoz internacional, abrió una sede en París, financiada por el empresario J.B. Cendrós. En 1966, en plena persecución de Òmnium, sus directivos impulsaron las Primeras Jornadas de Estudio sobre Problemas de la Cultura Catalana Actual en La Ametlla.

Retorno a la legalidad

En 1967 se permitió la legalización de Òmnium como asociación y pudo volver a trabajar abiertamente. E incrementó sus actividades: en 1969 empezó a entregar, anualmente, el Premio de Honor de las Letras Catalanas. La pervivencia de la cultura catalana a pesar de la persecución franquista sólo se puede entender gracias a la tarea de Òmnium y otras entidades de la sociedad civil catalana.

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