El unionismo, marcha fúnebre sin argumentos

La manifestación de este domingo del unionismo reunió unos miles de ciudadanos, sí. Cualquier comparación con las cifras de movilización que consigue el independentismo da diferencias abismales, y deja a los dependentismos fuera de lugar. Más interesante que las cifras, en cambio, es analizar los argumentos de los manifestantes. Pero, claro, habría que encontrarlos. Y este es el punto esencial de la cuestión: el unionismo se ha refugiado en el sentimentalismo y da por perdida la batalla de los argumentos («Paremos el golpe», «Soy español», «Esta es nuestra policía» (frente a comisaría) «¡Artículo 155, ya!», etc.).

Es la hora en que todavía tengamos que escuchar un solo argumento para seguir un día más en España que no sea el del miedo, la legalidad o la expulsión al cosmos o a islas desiertas (cuando excepcionalmente alguien ha puesto un dato sobre la mesa, véase Josep Borrell, los contraargumentos desde la parte independentista han sido demoledores -vía Xavier Sala i Martín, por ejemplo).

¿Por qué cree el unionismo que nos conviene seguir en España? Que lo argumente, que trate de convencernos. Por ejemplo, ¿cómo podemos mejorar la gestión sanitaria?, ¿siguiendo en España o teniendo todos los controles económicos de nuestros recursos desde la república catalana? El contraste de pareceres en la sociedad catalana debería ser este, debatir sobre las cifras, los valores y las ideas. La única trampa del debate sobre la independencia es que no haya habido debate, que no nos hayamos podido centrar en la categoría y los contenidos. La única vez que se ha producido es este: atrincherados en el «no se puede votar» y en «vivas» a la guardia civil, el unionismo se ha autoapartado del debate y se recluye en la anécdota fúnebre («artículo 155 ¡ya!»). Es lógico: en un debate con argumentos, lo pierden; en un no debate, en una bronca sobre si podemos o no podemos votar, aquí el unionismo le basta con aferrarse al «resistiré», al TC y a la ley.

Las campañas sobre el déficit fiscal, sobre las des-infraestructuras; los argumentarios del Clauer (Llavero) de Òmnium, las cuestiones de estado del IEC o «El país que queremos», de la Asamblea. Los «Building a New State», conferencias internacionales en todo el mundo organizadas por Diplocat o la aparición del colectivo Wilson han ido construyendo un «corpus» de argumentos. Hemos estudiado, debatido y aprendido los porqués queremos la independencia. Desde los primeros «papeles» del Círculo Catalán de Negocios o la Fundación Cataluña Estado o el Círculo de Estudios Soberanistas. ¡Hace ya más de diez años! (y podríamos ir mucho más atrás, si es necesario). Aquí es donde el independentismo debe centrar la jugada que viene, porque, esta solidez argumental será una de nuestras grandes fortalezas en los tiempos venideros. Así hemos podido superar los lemas unionistas tan pobres e intelectualmente decimonónicos como «legalidad» o «marco constitucional», evitando caer en las trampas de los debates estériles los ‘terceraviólogod’, mutación reciente de los federalistas pero que conservan su propio ADN.

El Colectivo Wilson, los profesores Tremosa, Ros Hombravella, Paluzie, Bosch, Guinjoan y Cuadras, los científicos, arquitectos e ingenieros por la independencia, etc, etc. y, por encima de todo, el Consejo Asesor de la Transición Nacional han marcado camino a seguir. Los 18 informes que ha emitido este organismo, impecables e implacables, constituyen ahora mismo el corpus de doctrina más importante que se haya construido nunca en este país para aportar luz y argumentos -jurídicos, económicos, sociales, políticos, estadísticos, científicos- en la definición, precisa, del camino hacia la independencia. un esfuerzo inmenso, abrumador en los métodos de análisis, esclarecedor en las alternativas, desquiciante en las conclusiones. Se ha hecho una labor de investigación colosal que nos ha permitido acabar construyendo una red de documentos y datos indiscutible, lógica y clara. Un relato. El unionismo, en cambio, se basa aún, en buena parte, en los símbolos y el sentimentalismo.

El independentismo busca el por qué, el unionismo le basta al agitar el espantajo del cómo. Hemos perdido muchas batallas, pero ésta, la de los argumento para la independencia, la hemos ganado. De aquí es de donde no tenemos que salir.

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