López Bofill: «Cuanto más desproporcionalmente actúe el Estado, más se acelerará el proceso»

Héctor López Bofill (Badalona, 1973) es doctor en Derecho, politólogo y profesor de Derecho constitucional en la Universidad Pompeu Fabra. Se ha especializado en la doctrina jurídica en procesos de secesión. Fue uno de los promotores de Soberanía y Progreso, del Círculo de Estudios Soberanistas, y fue candidato de Solidaridad por Tarragona. Ahora se dedica a la actividad universitaria.

-¿La doctrina jurídica internacional sirve para el proceso catalán, o en las secesiones cada caso es un mundo?

Cada caso es específico. El caso más favorable que hay para una secesión unilateral es la opinión consultiva sobre Kosovo del año 2010. Establece que la Corte Internacional de Justicia sólo se pronunciará sobre si la declaración de independencia de Kosovo es legal de acuerdo con el derecho internacional, y especifica que el dictamen sólo se ciñe a Kosovo. Pero de esta opinión consultiva se pueden estirar algunos hilos y pensar que algún aspecto puede ser aplicable en otros casos.

-¿Qué hilos se pueden estirar?

Afirma que las declaraciones de independencia en principio no son contrarias a derecho internacional. Cita el caso de los Estados Unidos de América, es el ejemplo que saca a colación. También insinúa, no como razón de fondo sino como relleno, que si la declaración de Kosovo es ajustada a derecho internacional es porque ha sido hecha de forma pacífica y democrática. Esto contrasta con otros casos que juzgó la Corte Internacional, que se habían producido a través de la fuerza, y menciona en este sentido Rodesia del Sur, Chipre del Norte y la República Serbia de Bosnia. Se podría deducir de todo ello que una declaración de independencia hecha de forma pacífica y democrática se ajusta a derecho internacional. La Corte Internacional lo dice de paso, pero algunos entienden que es el principio para ordenar el derecho de secesión de acuerdo con el derecho internacional en un contexto democrático. El derecho internacional sería favorable a una declaración de independencia catalana, si es pacífica y democrática.

-Hasta ahora la comunidad internacional se mantiene neutral ante el proceso catalán, y usa el argumento de que es un asunto interno español. Mirando otros casos, ¿cuándo se decide a intervenir? ¿Cuándo se produce el clic?

Cuando se produce la declaración de independencia y algunos Estados la reconocen. Esto es lo que sucedió en la ex-Yugoslavia y también en las repúblicas bálticas. A partir de ese momento el conflicto interno pasa a ser un conflicto internacional.

-Por lo tanto es básico que la Generalitat tenga atado el reconocimiento de algún país, aunque sea pequeño…

Sí, es básico. Lo importante es que alguien te reconozca. Después ya te reconocerán las potencias, si la situación se consolida. En el caso de la ex-Yugoslavia se decía que Alemania estaba detrás de las independencias, pero el reconocimiento alemán no vino hasta un año después. Eslovenia pasó todo un año con muy pocos reconocimientos. Las repúblicas ex-yugoslavas se reconocieron entre ellas, y hubo el reconocimiento de algún país escandinavo, pero poco más. Estuvieron un año a la intemperie.

-¿Las grandes potencias son las últimas en pronunciarse?

Sí, sí… Y al final está la puesta de largo ante la comunidad internacional, que es la incorporación a las Naciones Unidas. La situación se normaliza cuando entras en la ONU. Kosovo aún no lo ha conseguido, por ejemplo.

-Si el TC actúa contra las leyes de la desconexión ¿frenará el proceso, o lo acelerará?

El proceso se acelerará en la medida en que las instituciones españolas actúen desproporcionadamente. No es una tesis jurídica, sino política. Cuanto más desproporcionadamente actúen, más oportunidades tendremos de rematar el proceso. Entre otras razones porque esto podría consolidar una hipermayoria democrática a favor de la Cataluña independiente. Sería algo incontestable. Y es más: Yo creo que esto pasará. Un primer capítulo podría ser éste de actuar contra las leyes de la transición nacional.

-¿El momento político que vive Cataluña arranca de la sentencia contra el Estatuto o tenemos que ir a buscar los orígenes en la Transición?

La mayoría independentista se construye en torno a la sentencia del Estatut. Las manifestaciones por las infraestructuras ya la prefiguraron, así como las consultas a los municipios. Con la sentencia, sin embargo, un grueso de la sociedad catalana entendió que la relación con España no es de pacto, sino de fuerza, de dominación. Una buena parte de la sociedad se había construido la fantasía de que se trataba de una relación entre iguales. Y en el fondo eso lo compartía buena parte del estamento político cuando se lanzó a una reforma del Estatuto, que en el fondo tenía la idea de renovar un pacto entre iguales. Cuando con la sentencia se constata que el pacto entre iguales no existe, se produce el desencanto y es entonces cuando el independentismo se dispara en las encuestas.

-El origen del supuesto pacto sí era la Transición…

Bueno, una mirada sobre la Transición revela que en el fondo no hubo un pacto entre iguales sino resignación ante el peligro de involución del autoritarismo español. Se produjo una amnesia colectiva durante los años 80 y buena parte de los 90, y se despierta de repente con la sentencia del Estatut.

-¿Por qué todos los intentos de reformar el Estado Español desde Cataluña han fracasado?

El primer problema del catalanismo ha sido pensar que España tiene ganas de cambiar por el hecho de que los catalanes quieran que cambie. La sentencia del Estatuto constata que a España ya le va bien la situación nacional como es, con la existencia jurídica de una única realidad nacional española. Esto podría explicar la resistencia de España a reformarse. Principalmente es por la resistencia a reconocer que es una realidad plurinacional.

-¿Esto tiene consecuencias?

Bueno, forma parte de las inseguridades de la nación española. El hecho de no reconocer que el Estado es una suma de varias naciones le aboca al peligro de la descomposición, en el momento que alguna de estas naciones decide tener atributos de soberanía. La única oportunidad que tiene España para no descomponerse es reconocer la realidad plurinacional, pero es un camino por el que en principio no optarán nunca.

-¿Por qué no optarán nunca por él?

Porque entonces ellos se quedan sin saber muy bien qué son, desde un punto de vista nacional. Si das atributos de soberanía a las diversas naciones, la entidad central que queda ¿qué es? ¿Qué es «el resto de España»? Podría ser Castilla… Pero existen también Andalucía, Murcia… ¿Qué entidad nacional tendrían? Quedan cuestionados ellos mismos. Y eso dificulta la negociación de una secesión, al contrario de lo que ocurría en el Reino Unido. Allí si Escocia marchaba, los ingleses tenían muy claro que continuaban siendo ingleses. En cambio, si Cataluña se va, buena parte de la ciudadanía española entrará en una crisis nacional comparable a la del 1898, o mayor.

-¿El gobierno catalán es lo suficientemente fuerte como para poder afrontar una secesión?

Yo creo que la secesión catalana será unilateral o no será, por lo que he dicho. Y de momento no veo ni al gobierno ni a la sociedad catalana preparados para una secesión unilateral. Esto no quiere decir que no haya una mayoría independentista. Nunca en ninguna comunidad nacional no estatal las fuerzas independentistas han obtenido un apoyo en porcentaje como el que consiguieron en Cataluña el 27-S. Ni el SNP escocés ni el Partido Quebequés. Pero no sé hasta qué punto gran parte de esta gente que votó fuerzas independentistas está dispuesta a un proceso unilateral.

-¿Por qué razón?

Porque un proceso unilateral implica riesgos, implica incertidumbre. No veo a buena parte de la sociedad catalana dispuesta a asumirlos, y por tanto tampoco lo están sus representantes. Pero se puede producir finalmente por una reacción desproporcionada del Estado español. Por algo que haga pensar que se pueden asumir riesgos porque continuar en España sea lo más arriesgado que hay.

EL MÓN