«Cataluña no se unió voluntariamente a España, fue brutalmente conquistada»

El pasado 18 de febrero Cayetana Álvarez de Toledo, eurodiputada del PP y directora del área internacional de la FAES, publicó un artículo en el Financial Times en el que volvía a vincular el soberanismo con la guerra y lo consideraba un paso atrás en la construcción europea. Este jueves Geoff Cowling, cónsul británico en Barcelona entre el 2002 y el 2005, ha publicado una carta al director en el mismo diario en la que responde al artículo de Álvarez de Toledo. En la carta, titulada ‘Los agravios muy reales de Cataluña’, Cowling afirma que el país fue una nación independiente hasta el año 1714 y que «no se unió a España voluntariamente, fue conquistada brutalmente».

En su artículo, titulado ‘Europa no puede permitirse el lujo de ceder ante los separatismos’, la eurodiputada del PP aseguraba que «la nuestra no es una Europa de tribus sino de ciudadanos», y afirmaba que este hecho está siendo atacado «por el populismo y el nacionalismo». Según Álvarez de Toledo, «dos de los estados más grandes y antiguos del continente, el Reino Unido y España, se enfrentan actualmente a graves retos por parte de separatistas regionales en Escocia y Cataluña. Estos retos no sólo suponen una amenaza para los países respectivos, sino que también minan el proyecto europeo «.

La eurodiputada pedía a los líderes europeos que se enfrenten al nacionalismo en términos «políticos y morales», y que recuerden a los defensores de la secesión «lo difícil que es entrar en la Unión, y lo fácil que es salir de ella». Según la dirigente de la FAES, los líderes europeos deben «desenmascarar la hipocresía del nacionalismo». Álvarez de Toledo critica las respuestas de la UE y de las cancillerías europeas que afirman que el proceso catalán «es una cuestión interna española» y considera que estos argumentos son «un error».

Tras asegurar que el «separatismo catalán va en contra de los valores que definen a España como una democracia y la Unión Europea como un hito de la civilización», y criticar que la Generalitat «se ha negado a cumplir las resoluciones judiciales que piden que los niños reciban un mínimo de horas de clase en castellano», la eurodiputada acusa al Gobierno de Mas de» distorsionar la historia para justificar agravios imaginarios». Para Álvarez de Toledo, el gobierno catalán «se enfrenta a la ley y, con ella, a los fundamentos de la coexistencia pacífica entre españoles».

 

Escocia y Cataluña, dos naciones

Entre los muchos rasgos que diferencian a España del Reino Unido está el respeto a la diversidad. Mientras que España tiene dificultades para ver en Cataluña más que una comunidad autónoma nacida de la Constitución de 1978, en el Reino Unido nadie discute que Escocia es una nación y que, por tanto, los escoceses tienen una identidad propia. Es por ello que, en su respuesta a la eurodiputada del PP, el excónsul británico en Barcelona empieza por recordarle que «Escocia no es una región» -tal como la definió Álvarez de Toledo- sino «una nación de propio derecho dentro del Reino Unido». Cowling recuerda que Cataluña también es una nación, tal como consta en el Estatuto. El excónsul recuerda que las Naciones Unidas reconocen el derecho a la autodeterminación de las naciones. Y apunta: «Describir las dos naciones como ‘tribus’ denota una mentalidad colonialista»

«Cataluña fue, en la práctica, una nación independiente hasta 1714», dice Cowling, que explica cómo «miles de catalanes fueron asesinados durante el sitio y la represión posterior. El antiguo Parlamento de Cataluña, su identidad, lengua y cultura fueron aplastadas. Muchas zonas de Barcelona fueron derribadas. Cataluña no se unió voluntariamente a España, fue brutalmente conquistada». El excónsul en Barcelona también menciona el sufrimiento del país durante la Guerra Civil y afirma que «Lluís Companys sigue siendo el único presidente europeo que ha sido ejecutado. No ha habido ninguna disculpa ni se ha anulado la sentencia a posteriori». Esto lleva a Cowling a afirmar que estos «hechos históricos no son agravios históricos imaginarios».

Tras recordar la fuerza del movimiento independentista y considerar que está «profundamente arraigado en la sociedad catalana, alimentado por cada desprecio que llega de Madrid», Cowling concluye su carta afirmando: «Al igual que en Escocia, el Parlamento de Cataluña tiene una mayoría a favor de un referéndum por la independencia. El Parlamento de Westminster ha otorgado a Escocia el derecho a decidir su futuro. En cambio, el Parlamento español en Madrid rechaza debatir la demanda catalana. El Reino Unido no tiene miedo de la democracia: la hace suya. Tampoco España le debería tener miedo».

ARA