Con Mas o sin pero hagámoslo

Las reacciones por la conferencia de Artur Mas en Molins de Rei han sido, sobre todo, de sorpresa. No podía ser de otra manera. La gran mayoría de la gente esperaba que Mas hiciera una propuesta clásica, basada en la lógica de la confrontación entre proyectos ideológicos diferentes sostenidos por partidos. Es lo que se ha hecho desde 1980. Una lógica que ha favorecido siempre a CiU. Ahora Mas pudo apostar por hacer lo mismo. ¿Pero habría tenido sentido? No, claro que no.

Si los analistas de este país escribieran con la cabeza en lugar de hacerlo con el estómago, tal vez habrían captado cuál fue el mensaje del presidente Mas. La mejor interpretación que he leído de lo que propuso Mas la hizo Vicent Partal en un editorial de su diario digital: La lista de la ‘V’, no la lista del presidente. Partal resume así la tesis de Mas: «es necesaria la máxima unidad, que esta unidad es imposible a través de los partidos políticos, porque no la quieren los otros partidos y que por tanto la única solución es que sea la sociedad civil quien la cree». Bien visto.

El 25 de noviembre del año pasado Mas propuso una lista unitaria de los partidos soberanistas y ninguno de los invitados a hacerlo le compró la idea. De hecho, los problemas con UDC comenzaron entonces a hacerse irreversibles -porque cuando Mas propuso la lista unitaria en Europa que ERC rehusó, UDC ya frunció el morro-. La obsesión del presidente Mas es conseguir la unidad de todos los soberanistas, de derecha a izquierda, para demostrar su fuerza en el Estado y en el mundo. Se ha dicho muchas veces, sin que después se haya traducido electoralmente en nada, que el impacto de las manifestaciones en la calle se debe a que superan las preferencias ideológicas de cada uno, pora que todos se pone la camiseta de la ANC. ¿Por qué cuando tenemos que abordar la parte política de esta lucha, cuando tenemos que decidir cómo resolver democráticamente este pleito con el Estado, es necesario que nos diferenciamos por familias? Esto sólo lo puede querer quien postula quedarse como está, en un Estado autonómico más o menos mejorado.

La propuesta absurda de poner independientes al frente de tres listas que corresponderían a CDC, ERC y la CUP es la demostración más palmaria de hasta qué punto en este país somos ‘naïfs’ con tal de evitar abordar los retos importantes. Siempre estamos con este «por un sí o por un no» reseco y cobarde. Para hacer esto, para hacer teatro, que las listas de los partidos las encabecen sus dirigentes naturales: Mas, Junqueras y Baños (si finalmente resulta elegido por el complejo sistema de nominación que usa la CUP). ¿Es que aún no se ha entendido que para el presidente la lógica autonomista no puede justificar convocar unas elecciones? O son plebiscitarias o son un fraude.

Hace falta una candidatura que represente el espíritu unitario de las movilizaciones, que signifique un pacto entre personas, un pacto entre iguales, en el que puedan encontrarse los políticos que designen los partidos que se se adhieran al mismo. Como los partidos no se ponen de acuerdo -dijo el presidente-, que sean las organizaciones cívicas las que asuman la responsabilidad de intentar construir la candidatura unitaria. Que quieren poner al frente de esta candidatura a Muriel Casals, pues adelante con los faroles. Que quieren que el presidente actual de la Generalitat continúe y que la encabece él, pues también. Conmigo o sin mí -aclaró el presidente-, pero hagámoslo.

¿Cuál es el problema? Pues que hay quien ve una maniobra perversa de Mas, como twitteó un ex consejero de ERC del tripartito, para reflotar CDC a costa de las entidades. El abanico de reticentes a la propuesta de Mas es amplio, si hacemos caso de Twitter, pero quizás el soberanismo de base es más sensato. Entre los políticos, no hay ninguno que esté dispuesto a asumir el riesgo de perder. Todo el mundo quiere que sea Mas quien se arriesgue a perder ante el embate de los antisoberanistas, que todos sabemos que no son pocos. Mas ha pedido a las entidades que intenten favorecer la unidad y que le digan qué papel debe tener. La cuestión es fácil de resolver, porque las entidades tienen sus mecanismos para testar la opinión de sus asociados. Si dicen que no aceptan la propuesta, pues ya se verá. Quizás Mas no estará tan solo como dicen los aterrados.

Queremos elecciones plebiscitaria ¿sí o no? Si las queremos evitemos caer en el escenario del 24M en el que ha habido quien se ha olvidado que en las manifestaciones de la unidad popular soberanista el grito ha sido siempre «in-inde-indepèn-ci-a» y no «sí se puede». ¿Queremos la independencia o nos quedamos esperando a ver qué pasa en España en las próximas elecciones? ¿Nueva política o vieja política pero ofrecida por los que dicen ser nuevos? El soberanismo es de todos los independentistas y como aseguraba el filósofo Sir Francis Bacon entre los siglos XVI y XVII: perseguir el poder y perder la libertad es un propósito más bien extraño.

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