Erri no yerra

Hoy la Librería La Calders acoge a las 20h la presentación del libro ‘La palabra contraria’, de Erri de Luca (Siembra Libros). El acto contará con la presencia de Vicent Partal, editor de Vilaweb, y David Fernández, que ha escrito el prólogo del libro.

Cuarenta años después de la década del plomo italiana, Erri De Luca -las manos de aquel obrero de la FIAT, militante de Lotta Continua y hoy obrero de la palabra- le procesan por decir que la voracidad arrogante y soberbia del TAV en el valle de Susa se debería sabotear. Se le juzga por la osadía de pensar honestamente ante las alambradas y las excavadoras del poder, frente a los riesgos del uranio y el amianto de un sistema radiactivo. Para apalabrar su solidaridad -en el uso legítimo y digno de la palabra contraria- ante un largo conflicto irresuelto, injusto y desigual, donde toda la artillería del sistema se ha cebado para aplastar una extensa oposición civil y una arraigada resistencia popular. Las élites extractivas haciendo, como siempre, de las suyas. Impunemente: confundiendo el interés privado con el interés general, el retroceso con el progreso, la cartera con la bandera, el verdugo con la víctima, la salud con la muerte. Antes, calculadamente, el poder ya había desmenuzado cualquier escenario de resolución alternativa, cualquier posibilidad política de diálogo y toda opción de respeto a la voluntad popular. Es decir, antes el poder ya había matado la política, militarizando las obras y todo el valle. Para poder doblegar la libre conciencia de la gente, pisotear la determinación colectiva de resistir, coaccionar el contrapoder social autoconstituido y violentar los vínculos comunitarios que anhelan obstruir la violencia implacable del poder. La palabra de Erri se alza en contra de eso: contra la inercia estructuralmente violenta de un poder que riega la tierra con sal para que nada crezca.

Discrepar, disentir, criticar, gritar, decir… nunca puede ser ilegal. Enmudecidos somos muertos en vida. Pero este es el inexistente delito atribuido a Erri, enjuiciado por su compromiso intelectual, para ejercer la libertad de expresión -nacida a trompicones y con fórceps por espetar lo que el poder nunca quiere escuchar y para denunciar el impacto ecológico irreversible de la afición desarrollista que nos acosa. Por eso -y por todo ello- no hay otra solidaridad posible ni mayor sentido común que, con él y para él y para todos nosotros, afirmarlo y reiterarlo. A puño y letra y palabra escrita. Sí: yo también pienso que hay que sabotear las obras del AVE. Conseguir detenerlas. Pensamos muchas cosas más, no hace falta decirlo. Pero todas inducen a la reflexión e instigan el aprendizaje que, siempre y bajo cualquier circunstancia, hay que poner palos en las ruedas del poder, prevenirnos de sus latigazos, intentar detener las pucherazos económicos del faraonismo de las grandes infraestructuras, torpedear el autoritarismo mafioso de las puertas giratorias y autodefendernos de cada imposición que desprecia a la gente, destroza el territorio e hipoteca el futuro. En El Cabanyal, en Barcelona World o en el valle de Susa. «Si no ahora, ¿cuándo? Si no nosotros, ¿quién?», Interpela la requisitoria de Primo Levi. De Luca piensa que es ahora y que debemos ser nosotros además. Desde la memoria, también, de tantas resistencias populares articuladas en defensa de la comunidad y el territorio: Itoiz, Gladys de Estal, Larzac, el Plan Caufec, l’Horta…

Claro, se ha dicho mucho y se ha practicado poco, pero habrá que insistir siempre: la prueba de cualquier algodón garantista es la aceptación de la disidencia, porque allí donde existen delitos de opinión no hay ningún cobijo democrático. De Kafka aprendimos que el proceso es el castigo mismo; de Ionescu, la ilimitada capacidad de absurdo del poder; de Orwell, el Gran Hermano; de Bentham, el panóptico del control total; de Brecht, las cinco dificultades para decir la verdad; de Ibsen, los enemigos del pueblo; de Chomsky, que la porra es a la dictadura lo que la propaganda es a la democracia; de Aristóteles, los silogismos inexpugnables. Erri De Luca lo centra y concentra todo, desde la palabra contrariada, en este panfleto rebelde. La palabra opuesta, la palabra antagónica, la antítesis imprescindible. Y la decencia común plena. Necesaria. Y urgente. Hoy más que nunca.

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