Siete pasos y una hipótesis de ahora al 9-N

La hemos liado. ¡A fe de Dios, que la hemos liado! Este Once de Septiembre, trescientos años después de la tenebrosa derrota, hemos hecho uno de los golpes de efecto más fuertes de la historia de los movimientos políticos. No debe producir ningún rubor el comparar la movilización del jueves con los momentos más conocidos de las luchas por los derechos políticos y civiles de la historia de la humanidad. No tengamos ninguna duda que dentro de muchos años todavía se hablará de este día como un día de dignidad y de recuperación.

Pero, ¿qué pasará a partir de ahora?¿Cuáles son los siguientes pasos de este proceso hacia la independencia? Os propongo ensayar unos cuantos, teniendo siempre en cuenta que es más importante el ver claro el mapa de navegación que la hoja de ruta. El primero sirve para saber por dónde se puede pasar, quien más navega por la mar y qué escollos hay que esquivar. El segundo es tan sólo una guía para hacer camino y tener horizontes claros, pero hay que aplicarlo con flexibilidad para no caer en trampas imprevistas. Quiero decir que no propongo ninguna hoja de ruta; que creo que teniendo claro el horizonte -la independencia- hay que tomar decisiones inteligentes y valientes en cada momento. Tan sólo pienso en voz alta -o por escrito- cuáles son los pasos a dar en un camino que ha cogido un empuje considerable y que, teniendo en cuenta el calendario, puede desbocarse en breve.

 

Primero.

El lunes comienza el debate de política general. El presidente Mas lo abrirá con un discurso con dos grandes bloques: recuperación económica y libertad nacional. En este discurso, Mas deberá concretar su compromiso con el voto del pueblo catalán el 9 de noviembre. Él y los demás dirigentes del bloque soberanista deberán escribir el relato y la argumentación de base para el próximo mes y medio.

 

Segundo.

Tras el debate de política general, que se hará de lunes a miércoles, vendrá el referéndum de independencia de Escocia. Sea cual sea el resultado, habrá que aprovechar el ejemplo democrático de dos países civilizados en pleno siglo XXI. Si gana el no, el ejemplo es válido igualmente y esto deberá servir a los catalanes para no confiarse ni un segundo hasta el 9-N. Pero si gana el sí, las consecuencias pueden ser devastadoras para la estrategia de estatua de acero de España.

 

Tercero.

Una de las posibilidades que no hay que descartar es que esta semana mismo, entre el debate de política general y la aprobación el viernes de la ley de consultas, se anuncie un gobierno de concentración con la participación, al menos, de Esquerra. Algunos movimientos de estas últimas semanas hacen pensar en esta posibilidad y, si se hiciera, sería un golpe de efecto definitivo que haría posible el tomar suficiente empuje como para llegar al 9-N con todo el empuje necesario. También es posible que, si el objetivo de este gobierno es única y exclusivamente convocar y hacer la consulta, se añada alguno de los otros partidos del bloque -ICV y CUP-, aunque tengo la impresión de que pesarán más otros intereses por delante del sentido histórico del momento.

 

Cuarto.

Con gobierno de unidad o sin, el viernes se aprobará la ley de consultas no referendarias con una mayoría abrumadora del parlamento (el PSC ya ha anunciado que votará a favor). Y ese momento ya será una primera concreción jurídica y política en el ejercicio de la soberanía proclamada hace algo más de un año y medio. El gobierno español podría recurrir al Tribunal Constitucional en este momento, antes del decreto de convocatoria. Pero todo hace pensar que presentará el recurso como un paquete contra ambos actos políticos -ley y convocatoria-.

 

Quinto.

Uno de los momentos decisivos será el de la convocatoria de la consulta sobre la independencia el 9-N. Esto ocurrirá previsiblemente el lunes, si no se avanza la publicación de la ley en el Diario Oficial de la Generalitat. Si se ha hecho un gobierno de unidad, la convocatoria la harán conjuntamente los líderes de los partidos del gobierno: Mas, Junqueras y Ortega o Espadaler, previsiblemente. Si CiU sigue estando sola en el gobierno, la hará el presidente.

 

Sexto.

Una vez hechas ley y decreto de convocatoria, el gobierno español presentará un recurso al TC que deberá suspender provisionalmente las dos cosas de una manera automática. Entonces, el alto tribunal español tendrá cinco meses para decidir si son constitucionales. Si considera que la suspensión cautelar causa más daño del que evita, podrá levantarla en cualquier momento. Si lo hiciera antes del 9-N, la consulta se podría hacer sin incurrir en ninguna ilegalidad, desde el punto de vista español. Si no, la pelota estará en el tejado de los partidos que aprobaron la fecha y la pregunta. Todavía queda la posibilidad de que los magistrados españoles se reúnan urgentemente y tomen una decisión definitiva antes de terminar octubre. Pero sería una novedad, vista su práctica habitual.

 

Séptimo.

Entonces, con ley y convocatoria suspendidas cautelarmente por el TC, será el momento de definir las condiciones democráticas que debe tener la consulta para poder hacerse contra la orden de suspensión española. Los partidos del gobierno de unidad o los de la fecha y la pregunta deberán acordar cuáles son las líneas rojas que no se pueden traspasar para que la consulta tenga el reconocimiento internacional y la validez democrática.

¿Se podrá dar por buena si sólo han participado los favorables a la independencia y los contrarios la han boicoteado? ¿Qué pasará si hay municipios donde no se ha podido votar con normalidad? ¿Y si algunas mesas no pueden constituirse porque no se han presentado los miembros designados por el gobierno? ¿Y si España anuncia que multará a todos los funcionarios que colaboren en las votaciones y detendrá los responsables de cada colegio? ¿Se podrá votar en la calle o eso contravendría un principio básico como el secreto y la libertad de voto? ¿Cuál es el criterio del comité de observadores internacionales que deberá certificar la validez de la votación?

 

Hipótesis.

Una de las posibilidades que abre todo este conjunto de preguntas -y muchas más que habrá que tener previstas- es que se haga la consulta a toda costa, pero que no se haga el escrutinio si no se han podido asegurar las garantías democráticas acordadas. De esta manera se cerraría la jornada con una imagen potente y reveladora de cara a la comunidad internacional y a la conciencia democrática: los catalanes con una papeleta de voto en la mano y las fuerzas de seguridad españolas impidiendo el voto por la fuerza.

Esta imagen daría una fuerza definitiva al pueblo catalán para proclamar la independencia unilateralmente después de unas elecciones con carácter plebiscitario. En cualquier caso, esta segunda fase del camino sólo se podría cumplir habiendo llevado la consulta del 9-N hasta las últimas consecuencias y siendo el bando antidemocrático el responsable único de haber retirado las urnas. Si se atreve, ya habrían perdido del todo.

Sea cual sea finalmente el recorrido para llegar a la independencia, el paso que se hizo el jueves con esta colosal V en Barcelona es definitivo. Se cerró la etapa autonómica y comenzó la cuenta atrás hacia la libertad. Trescientos años exactos después de la caída de Barcelona en manos borbónicas; trescientos siete años después de la batalla que permitió la entrada en el país del ejército de las dos coronas, en Almansa; doscientos noventa y nueve años después del último foco de resistencia catalana, en Mallorca; y trescientos cincuenta y cinco años después de la pérdida del Rosellón y parte de la Cerdaña, en el tratado de los Pirineos. Primero unos y luego los otros, todo el país irá recobrando la libertad perdida y tejiendo una historia de vida y esperanza como un solo pueblo. En paz y libertad.

Pere Cardús
perecardus@mesvilaweb.cat