Las preguntas pertinentes de Joan Sales

Sábado 8 de mayo de 1937

 

El gobierno de la Generalitat ordena a la CNT abandonar el edificio de la Telefónica ocupado por los anarquistas desde el comienzo de la guerra. El cabecilla de la columna Durruti, Ricardo Sanz, hace volver a todos sus milicianos a Barcelona y abandonan el frente. Según Sanz, el gobierno de la Generalitat ha provocado a la CNT ‘como un perrito que ladra a un león’. Joan Sales observa la situación como ‘técnico’ de la columna Durruti. Está a regañadientes. Ha sido destinado allí por el Ejército de Cataluña después de haber pasado por la Escuela de Guerra de la Generalitat. Los anarquistas deciden -en una asamblea en la que no faltan los discursos más encendidos de sus dirigentes- el emprender la rebelión contra el gobierno legítimo de Cataluña. Mientras tanto, la guerra continúa y en el frente faltan soldados para combatir los ataques de los fascistas.

 

«Una ‘semana trágica’ más, a añadir a la lista de tantas como ha conocido la desventurada Barcelona. El anarquismo ha recibido el primer golpe mortal; esto es al menos lo único indiscutible que ha entrado a formar parte de las ideas de los desconcertados ciudadanos. Ha habido un número de bajas que, al servicio de una lucha más elevada, quizás habría bastado para tomar Huesca, primer paso para establecer contacto con el Ejército vasco que se está batiendo de una manera tan heroica como desesperada». Joan Sales escribe a su amigo Màrius Torres, el poeta que pasa la guerra enfermo en el sanatorio de Puigdolena.

 

En medio de los combates contra los fascistas, los anarquistas deciden retirar sus hombres del frente para ir a Barcelona a combatir la orden de la Generalitat, que pretende desalojar la Telefónica para ponerla al servicio de la defensa de la república. Sales no toma parte en los choques por las calles de Barcelona contra el gobierno legítimo, porque como técnico no tiene la obligación de hacerlo.

 

Lo explica así: ‘Esta gente es muy contradictoria; los hay excelentes y hasta de magníficos mezclados con asesinos e incendiarios. Hay de todo. Yo estos días me roía las uñas de rabia imaginando tales o tales milicianos, xativesos o ampurdaneses, y sobre todo los treinta y cinco de mi flamante «sección de fusileros-granaderos», con la que ya empezaba a ligarme una cierta amistad o al menos una buena camaradería, haciendo correr la pólvora por las barricadas contra el gobierno legítimo de su país nada menos que si los atizasen los fascistas’.

 

Joan Sales, en las magníficas ‘Cartas a Màrius Torres’, se muestra muy crítico con los anarquistas y más facciones del bando republicano que hacen pasar sus intereses políticos particulares por delante del combate contra el fascismo alzado en julio del 36. Pero también es muy duro contra los catalanes que, con el pretexto de la presencia anarquista, se oponían al gobierno de la Generalitat y no se implicaban en la defensa de Cataluña. ‘Detalle revelador: los que durante estos meses infernales gemían tanto y nos querían hacer creer que si eran hostiles al gobierno de la Generalitat era por horror a los anarquistas, ahora se restregaban las manos ante este carnicería y no disimulaban su deseo de que ganara la FAI. De la misma manera que suelen exagerar las victorias del enemigo, exageraban estos días las de los anarquistas. A veces pienso que lo ideal sería enviar a fascistas y anarquistas, todos juntos, a una isla desierta y que se lo hicieran ellos contra ellos’.

 

Curiosamente, en esta ocasión, con el frente republicano desatendido, los fascistas no lo aprovechan para avanzar: ‘El enemigo, entretanto, que habría podido avanzar por la brecha que había abierto en el frente la deserción de anarquistas y trotskistas, ha preferido mirar a los toros desde la barrera: ¿qué ganas, debe pensar, tiene de combatir esta gente si ya lo hacen bastante ellos mismos?’

 

Y Joan Sales se hace unas preguntas bastante pertinentes: ‘¿Cómo no sospecharíamos que este levantamiento contra el gobierno legítimo de Cataluña, tanto más criminal cuando Cataluña está en guerra, no fue provocado de una u otra manera por el enemigo? Debe tener agentes muy hábiles metidos dentro de la FAI y ya debían ser ellos los instigadores de los incendios, pillajes y asesinatos que deshonrar la victoria el 19 de julio del año pasado. Entonces se imponía, como ahora, la pregunta clásica: ¿qui prodest?’

 

El autor de ‘Incierta gloria’ describe una de las consecuencias de esta ‘rebelión anarquista’, es decir, el envío de cuerpos de seguridad españoles a Cataluña: ‘Me encontraba ayer en la Rambla cuando desembarcaban en la Puerta de la Paz los guardias de asalto enviados por el gobierno central en ayuda del de Cataluña’. Y se pregunta: ‘¿Era necesario hacer venir a estos forasteros? La revuelta anarquista ya había sido aplastada por la guardia de asalto catalana, como la fascista en julio del año pasado. ¿No parece pues otra vez una maniobra para escamotear a nuestros guardias, tan abnegados y tan leales, la gloria que les corresponde?’ Y también explica cómo los dirigentes anarquistas se sacuden la responsabilidad una vez vencidos: ‘Los dirigentes anarquistas, por su parte, ahora se quitan tartufescamente las culpas afirmando que quienes se sublevaron eran cuatro «irresponsables»; Uno de los que lo asegura con toda la cara es Ricardo Sanz. Han llevado a los suyos a matarse en las barricadas para abandonarlos en cuanto han olido el tufo de la derrota’.

 

Y finalmente, Sales describe un paisaje que le reconforta en medio de tanta tristeza: ‘Las cuatro barras, que los frenéticos anarquistas habían arriado de todas partes para izar la bandera negra y roja -la misma que la de la Falange-, vuelven a ondear en todos los edificios oficiales junto a la de la República y este espectáculo reconforta en medio de la tristeza que produce todo’.

 

 

Barcelona, sábado 26 de noviembre de 1938

 

En otra carta, Joan Sales explica a Màrius Torres que está en Barcelona y que cada vez que sube a un tranvía recuerda el asesinato en masa de los conductores de ese servicio por los anarquistas en julio del 36: ‘Cada vez estoy más convencido de que en los eventos de entonces estuvo la mano de los provocadores ¿a quién interesaba, si no, deshonrar la victoria de las fuerzas armadas de la Generalitat y que Cataluña cayera en el caos? Sin la aparición de las hordas de la FAI horas después de vencido el alzamiento fascista, todo habría sido clarísimo y los catalanes, unidos, nos hubiéramos podido verter sobre Mallorca y establecer contacto con los vascos a través de Aragón’.

 

La lectura de las ‘Cartas a Màrius Torres’ de Joan Sales debería ser obligatoria en las escuelas. Quizás nos ahorraríamos tener que contemplar la triste comprensión de una parte, minoritaria, de la ciudadanía para determinadas ‘rebeliones’ incendiarias que sólo pueden jugar contra la voluntad de libertad de los catalanes. Las preguntas que se hacía Joan Sales hace más de setenta y cinco años nos las podemos hacer ahora mismo, con la distancia necesaria, en el contexto político que vivimos de conflicto con España cuando vemos las llamas en las calles de Barcelona. ‘Qui prodest?’

 

Por razones de espacio he tenido que seleccionar pequeños fragmentos de estas dos cartas. Hay muchas más que tratan de estos aspectos y muchos otros tan interesantes o más. Leerlas de principio a fin es un auténtico placer intelectual y un estímulo completo. Si desea hacer una cata o desea completar la lectura de las dos que he seleccionado, puede hacerlo aquí: 8 de mayo de 1937 (http://www.lletres.net/sales/cmt/?p=1193) y 26 de noviembre de 1938 (http://www.lletres.net/sales/cmt/?p=1984). Pero recomiendo con mucho convencimiento el leerlas de la primera a la última. Descubriréis una guerra de los tres años que no se ha explicado en las crónicas pervertidas de los vencedores ni en las historias revolucionarias edulcoradas de algunos vencidos.

 

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