Culla: «España no negocia, siempre ha perdido las colonias en una guerra»

«La escandalosa ofensiva del Estado contra el soberanismo está evitando que se desmovilice»

Joan B. Culla es profesor de Historia Contemporánea de la UAB, y tertuliano de TV3 y Catalunya Ràdio. Acaba de publicar «Esquerra Republicana de Catalunya 1931-2012» (La Campana), un libro sobre la historia del partido republicano.

 

Tras cuatro meses de ofensiva del Estado, el Parlamento ha ampliado el apoyo al proceso soberanista. Es una contradicción?

Esto es por el efecto acción y reacción. En la historia y en la política mundial sabemos que, a veces, una presión muy fuerte en un determinado sentido, provoca una respuesta en sentido contrario y, por tanto, no es imposible que estemos ante esto.

 

¿Al Estado, el ataque a Cataluña se le está volviendo en contra?

En situaciones como la actual, el principal peligro es que, después de una gran manifestación, se produzca una bajada de la marea, una desmovilización. Pero justamente ahora la torpeza del Estado a la hora de actuar, el hecho de que resulte escandalosamente evidente que hay una ofensiva por parte de la estructura del Estado contra el soberanismo, evita que se dé este reflujo.

 

¿Esto quiere decir que se está equivocando de estrategia el gobierno español, para sus intereses?

Evidentemente. La reacción inteligente por parte de Madrid, habría sido la británica. Es decir, debería haber permitido la consulta, y debería haber pactado la pregunta y la fecha, como ha hecho Cameron. Si lo hubiera hecho así, los sectores que están a favor de la consulta, pero que ya dicen desde ahora que pedirán el voto por el «no», ya estarían haciendo campaña por esta opción. Pero como esto no ha ocurrido, esta gente todavía hace campaña a favor del derecho a decidir.

 

¿La cultura política española hace que reaccione de forma tan diferente en el Reino Unido?

Cada país tiene la cultura política que tiene. La cultura política británica está muy fundamentada en el pacto: entre los reyes y el Parlamento, entre las diferentes fuerzas parlamentarias, en el proceso de descolonización… En cambio, España nunca ha descolonizado nada como consecuencia de un pacto, nunca. Todas las colonias que tenía España, hace doscientos años, las ha perdido como consecuencia de haber sido derrotada en una guerra. Nunca. España ha protagonizado alguna descolonización bien hecha. La cultura política española, en este sentido, es muy desgraciada y ha demostrado tener muy poca capacidad negociadora.

 

La patronal Fomento del Trabajo no pudo hacer un acto contra el proceso soberanista en el palacio de Congresos por falta de apoyos. ¿Esto tiene precedentes?

Lo que no tiene precedentes es que la situación política catalana haya llegado a unos planteamientos tan explícitamente independentistas. Y, por tanto, también son nuevas las reacciones que éstos puedan provocar. Nunca antes una mayoría política parlamentaria y social había apostado abiertamente por ser un Estado de Europa. Las reacciones de las patronales no tienen precedentes porque no se habían encontrado nunca en la historia.

 

¿Le ha sorprendido la reacción empresarial?

Es normal que Fomento y otras organizaciones nunca hayan estado a favor de dinámicas que aumentaran la tensión política entre Madrid y Barcelona. Ni ahora con el planteamiento independentista, ni cuando se reclamaba el Estatuto de autonomía. Estos grupos, por instinto conservador, siempre prefieren quedarse como estamos, que no dar un salto en el vacío e ir hacia lo desconocido. No me sorprende.

 

Y además el PSC ha roto la disciplina de voto respecto al PSOE en Madrid, precisamente por la consulta…

Esto también nos muestra que estamos en un escenario nuevo, donde pasan cosas que no habían pasado antes. Sobre esto había especulado muchas veces y ahora ya ha pasado. Y no en un tema técnico, sino en un tema de gran importancia política. Es evidente que estamos entrando en una etapa histórica y política nueva respecto a lo que hemos vivido desde el final del franquismo, hasta hace un par de años.

 

Hablemos de ERC, los protagonistas de su último libro. ¿El partido ya ha superado su histórico espíritu cainita, que se come a sus dirigentes?

Superado en el sentido de una curación definitiva no lo sé, porque esto nos remite a lo que ocurrirá dentro de cinco, seis o diez años. En el último capítulo de su historia hasta hoy, ERC sí ha sido capaz de aprender las lecciones del pasado y entre el 2011 y el 2012 ha conseguido hacer un relevo importante en el liderazgo, en el equipo dirigente, sin rupturas sin apuñalarse entre ellos o sin dar lugar a una escisión. El equipo Puigcercós ha sabido retirarse sin ruido y el equipo Junqueras ha sabido tomar el relevo sin provocar ningún malestar ni ningún conflicto.

Esto tampoco era muy habitual…

Ahora tenemos una muestra reciente en la designación de Joan Ridao como su representante en el Consejo de Garantías. El señor Ridao, en vísperas de las elecciones del 2011, se presentó a unas primarias contra de Alfred Bosch. Perdió, pero lo primero que hizo fue aceptarlo. Se retiró del escenario civilizadamente y esto ha hecho posible este nombramiento. Este sería un ejemplo reciente que, esta vez, se ha conseguido hacer las cosas bien.

 

¿ERC es el partido catalán que ha sufrido más escisiones?

ERC es el partido más viejo de los que hay hoy en día. De hecho, se llevan nueve meses con Unión Democrática. Indiscutiblemente, sin embargo, creo que sí, es el partido catalán que ha sufrido, a lo largo de ochenta y dos años, más escisiones. En total unas diez, y cuando hablo de escisiones quiero decir salidas colectivas de cientos de militantes que, en muchos casos, crean otro partido. Convergencia, por ejemplo, no ha sufrido ningún escisión, sólo la marcha de una figura importante como Pere Esteve.

 

¿Y los otros partidos?

Unió Democrática ha tenido una o dos, en 1978/1979. El PSC, escisiones podríamos decir que tampoco, prácticamente ninguna. Por tanto, la historia de estos partidos es muy diferente a la de ERC.

 

¿Heribert Barrera llegó a la conclusión a finales de los 70 que había resucitar la marca ERC?

Esquerra, para cualquier observador atento a la política catalana, ya en 1975 estaba muerta. Nada hacía pensar que la vieja marca histórica pudiera resucitar. Cuando murió Franco, el comentario general era que ERC sólo representaba una referencia del pasado. Entonces varios grupos y personas desde una u otra sigla reivindicaban su herencia, pero hablaban en pasado.

 

Por tanto, no creían mucho en su futuro…

El mismo Barrera, que había sido la cabeza visible del grupo de amigos que en aquel momento formaban parte de ERC, no creía que valiera la pena reavivar la marca Esquerra Republicana. La prueba de esta incredulidad es que el futuro presidente del Parlamento años más tarde se apuntaba al Reagrupament de Pallach, sólo con la voluntad de ser una sensibilidad diferente dentro de ese proyecto.

 

A esto se llama no tener mucha confianza.

Los dos que en 1974-1975 tímidamente aguantaban una bandera de ERC eran Josep Andreu Abelló y Heribert Barrera. Y cada uno de ellos consideraba que lo más inteligente que podían hacer era incorporarse a un proyecto más amplio de carácter socialista o socialdemócrata. Su convicción era que la marca ERC, con el triángulo, era pasado y que no tenía futuro.

 

¿Y qué hicieron?

Los del Abelló persistieron en esta línea y acabaron incorporándose al PSC. En cambio, los del sector Barrera, en un momento determinado, decidieron resucitar el partido como una marca política independiente y diferenciada.

 

¿Y cómo lograron resucitar de la nada un partido?

La única base de esta resurrección fue la memoria histórica. Entre 1976 y 1977 hubo una auténtica eclosión de memoria sobre la Segunda República. Se editaron pósters, se hicieron coleccionables, se publicaron libros… intentaba reconectar la nueva etapa democrática con la República. Hubo un revival de aquella época y, aunque ERC no lo estaba promoviendo, se benefició.

 

¿Esto fue suficiente?

Si se hablaba de la Segunda República era imposible no hablar de ERC. Es imposible hablar de Macià y Companys sin nombrar Esquerra. De alguna manera esta revalorización de la memoria del periodo republicano hizo que, de repente, Esquerra recuperara una serie de valores positivos, los cuales le permitieron movilizar un mínimo de gente y pasar el corte de las elecciones del 15 de junio de 1977.

 

No sacaron muy buen resultado, ¿no?

Sacaron un diputado, pero como mínimo estaban. La diferencia entre uno y cero parece pequeña pero estaban en la parrilla de salida y llegaron a la meta. De hecho, si en 1977, Esquerra no hubiera conseguido ese mínimo de votos, se habría acabado quizá para siempre.

 

 

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