Iñaki Uriarte Calatrava – Isozaki (Bilbao) Puente sobre orillas turbulentas

En Bilbao se ha inaugurado el pasado 28 de febrero un céntrico espacio público de tránsito, entre el Ensanche y la margen izquierda de la Ría, con un cierto desnivel resuelto con una sucesión de tramos de escaleras y plataformas intermedias. Esta urbanización está vinculada a la construcción de un complejo inmobiliario con dos rascacielos de 82 metros de altura, lo cual ha implicado la destrucción del Depósito Franco un extraordinario almacén portuario. El arquitecto de esta operación, Arata Isozaki (Oita, Japón, 1931) ha decido que una parte de la comunicabilidad del mismo se resolviese mediante un pasadizo, a modo de pasarela, empalmada con un extremo del puente sobre la Ría ya existente desde 1997 obra del insigne arquitecto e ingeniero Santiago Calatrava (Valencia 1951). La forma irrespetuosa y prepotente de su autor, el rutinario diseño de este enlace añadido y los malos modos del alcalde de Bilbao Iñaki Azkuna al referirse al conflicto profesional han originado que la inauguración de esta explanada-escalinata haya sido un polémico episodio urbano.

Esta polémica tiene unos complejos antecedentes que parece necesario recordar para no caer en la fácil conclusión de una rivalidad entre reconocidos arquitectos. Sobre la pasarela de Uribitarte en la ría de Bilbao durante casi 20 años he escrito bastantes artículos. Con los títulos “Puente sobre orillas turbulentas” (Egin 12-07-1994), “El timo de la pasarela de Uribitarte” (Egin 16-6-1995) y “Pasarela sobre orillas turbulentas” (Egin 6-6-1997), denunciando manifiestas irregularidades urbanísticas en Bilbao con las recalificaciones, inicialmente del Depósito Franco de Uribitarte, en 1989 y posteriormente de Aguirre Jauregia, en la margen opuesta en 1992. Dos extraordinarios ejemplos de arquitectura industrial y residencial respectivamente, muestras de suprema elegancia urbanística frente a una ribera fluvial, destruidos por el absoluto desinterés cultural de un Ayuntamiento, dominado por el PNV, predispuesto al tráfico especulativo, favoreciendo la destrucción democrática de la ciudad.

La pasarela sobre la Ría

El puente surge de un artículo divulgativo en prensa (6-7-1986) que tuvo un notable arraigo social y posteriormente ratificado en otro ya más preciso y reivindicativo “Un puente Mazarredo-Artxanda” (El Correo, 17-11-1987). Como consecuencia motivó una inmediata iniciativa vecinal que tuve el honor de gestionar, anunciar en una rueda de prensa y presentar con 1356 firmas al Ayuntamiento justo un año después (10-11-1988). Fue respondida con inusitada rapidez por el entonces Teniente de Alcalde delegado del Área de relaciones Ciudadanas y descentralización Ciudadana, Paulino Colmenero, el 22 de noviembre. El director de la Oficina Municipal del Plan General, el arquitecto Ibon Areso, decía: “Se va a encargar el trabajo a un ingeniero de renombre internacional, un valenciano que actualmente se encuentra realizando trabajos en Suiza“. (Deia 19-7-1989). Triste y poco solvente forma de describir a alguien que ya entonces era sobradamente conocido en el ámbito de la arquitectura.

Como consecuencia del botín obtenido en ambas recalificaciones por los promotores Uribitarte S.A. y Campo Volantín S.L. descaradamente fieles a los partidos que entonces gobernaba el Ayuntamiento, PSOE, PNV respectiva y cronológicamente, se obligó a los favorecidos con los descomunales aprovechamientos urbanísticos, a disimular financiando la construcción de una pasarela entre el muelle de Uribitarte y el paseo del Campo del Volantín.

Hubo un proyecto inicial de Calatrava en 1990, que debía financiar Uribitarte S.A. pero que con su quiebra se frustró, el proyecto quedó olvidado y su autor no cobró los honorarios de su trabajo.. Posteriormente, aprobada la recalificación de dicha otra empresa, se firmo un convenio urbanístico en noviembre de 1992, por el cual debía hacerse cargo de la construcción de la pasarela. Campo Volantín S.L. Al pasar años después el proyecto a otra empresa, Areso entonces concejal de Urbanismo refiriéndose a Calatrava declaró, “que no había cobrado, reclamó sus honorarios y la propiedad intelectual del trabajo”, (El Correo 17-4-1994). La actualización del contrato y la devaluación de la peseta frente al franco suizo elevó la minuta original de 30 a 50 millones de pesetas que debió pagar la promotora en mayo de 1994. Se planteo la posibilidad de que el proyecto lo dirigiera otro profesional, pero Areso que sólo pensaba en nombres prestigiosos para proyectar en la villa no quería ni pensar “en tener una pasarela de Calatrava que no era de Calatrava” (El Correo 19-5-1994). La inquebrantable devoción por la autoría.

Calatrava hizo un segundo diseño de pasarela mucho más liviana que la anterior. Entregó su proyecto al Ayuntamiento y presento personal y públicamente la maqueta el 15 de junio de 1994. El entonces alcalde José Ortuondo exigió que ampliase la anchura original prevista, de 2,80 metros a 5. Pocos días después el autor advirtió que tendría una anchura de cuatro y así fue. Posteriormente, de nuevo Areso afirmaba: “En cualquier caso, la estética no debe poner en crisis la funcionalidad de la pasarela ya que ésta se construye para prestar un servicio”. Tras muchas visicitudes de todo tipo por la polémica recalificación que retrasaron su construcción fue inaugurada, el 29 de mayo de 1997.
Recibió el absurdo nombre de Zubi Zuri por su, entonces, inmaculado color blanco del hormigón de sus bases y del acero del arco superior y las péndolas. Semánticamente, su denominación real debía ser por el proceso relatado Pasarela del blanqueo.

La pasarela ampliamente divulgada por su fuerte potencia visual, como exponente de una renovación urbana y reiteradamente publicada en revistas especializadas pero que desconocen, como es habitual en tantos otros proyectos, los pormenores desde su gestión, las preexistencias, su trascendencia y las consecuencias que su presencia origina. Ya entonces, antes de su construcción, aludía al problema previsible de los resbalones, “El timo de la pasarela de Uribitarte” (Egin, 16-6-1995). Durante estos diez años ha creado infinidad de problemas con caídas, humedades y pintadas en los muros, especial y malévolamente respondidas por el anterior concejal de urbanismo, Ibon Areso, con infames acusaciones a los vecinos, lado Campo del Volantín, de la rotura de la casi totalidad de las 560 piezas de vidrio que compone su tablero. Reiteradamente, e inútilmente, he denunciado en estos años estas deficiencias y el incumplimiento de la normativa de accesibilidad.

En la memoria del proyecto, Calatrava dice: ”Esta pasarela, con su ligera estructura y su elegancia técnica, presenta unas cualidades estéticas innegables y forma junto con las rampas y escaleras de acceso un conjunto armónico”. La pasarela, a pesar de todas las circunstancias negativas señaladas, en sí misma, ha sido una construcción dislocadamente situada, paisajísticamente impactante, extentóreamente audaz, e intrínsecamente bella. Completa y autónoma en si misma, simétrica respecto del cauce y apreciablemente válida para su función como todos los puentes: comunicar orillas. Esta hegemonía de la forma completa no admite injertos y menos injerencias sobre los derechos de su autor a mantener la integridad de la misma: su propiedad intelectual.

Es más, en una vista estrictamente lateral, la menos usual en un puente, es cuando se obtiene su más atrevida y emocionante percepción. En ella, se aprecia el momento sublime de la tensión estructural y se palpita perfectamente el instante mágico del equilibrio producido por la «intención» del arco, o mástil en esta visión, con su inclinación de 70 grados, de “desequilibrarse”, virtualmente, contrarestada por una «decisión unánime» de las 41 péndolas o cables de disuadirlo. Un logrado efecto estático-estético sumamente escenográfico.

Urbicidio en Uribitarte

Uribitarte, entre villas en euskara, refiriéndose a Bilbao y Abando, es la herencia espacial de la antigua isla resultante de la apertura en 1654 de un nuevo cauce rectilíneo en la Ría y el curvilíneo trazado del antiguo cegado en 1870. De acuerdo a su condición de muelle en 1931 se acabó de construir el Depósito Franco, un almacén portuario al estilo de otros tantos en todo el mundo, pero, de los más bellos existentes en la actualidad en Europa, catalogado en el Plan General de Protección Básica nivel C. La diferencia de nivel entre el límite del Ensanche, Mazarredo, una alameda en cornisa sobre al trazado fluvial y los muelles se resolvía magistralmente desde 1892 mediante el extraordinario espacio urbano constituido por las Escalinatas, Rampas y Jardines de Uribitarte. Proyecto del arquitecto municipal Edesio de Garamendi (1849-1899) asimismo, catalogado como Conjunto de Protección Especial nivel A. Constituía un excepcional y bellísimo conjunto urbanístico y arquitectónico. Una atalaya sobre la Ría. Asimismo, era una referencia imprescindible para entender una parte y un período de la historia de la Villa.

Cuando a una promotora, Vizcaina de Edificaciones, se le entrega esta parte tan relevante de la ciudad para que pueda manipular con la colaboración, más bien complicidad, de un notable arquitecto Arata Izokaki sin escrúpulos urbanísticos ni culturales, pero vendido por dinero, impuesto por esta estirpe política que soportamos con objeto de seducir a la población, puede suceder cualquier descalabro. Y así ha sido. En una entrevista (Deia, 17-2-2002) Areso responde: ”¿Por qué Isozaki?- Lo impuse yo, tenía que ser un arquitecto de renombre.” De nuevo el culto a la fama

La maniobra fue favorecida por una de las más memorables citas históricas de la historia del urbanismo. La frase de concejal de Urbanismo y arquitecto, Ibon Areso (El Correo 24-12-1999), sobre la propuesta del arquitecto Isozaki para Uribitarte y su entorno: “vamos a hacer una ordenanza que cumpla con el edificio, en lugar de un edificio que cumpla las ordenanzas”, Tan magistral declaración constituye una tesis de perversidad urbana y una práxis del gobernante contemporáneo. Semánticamente es de ideología totalitaria; denota el beneplácito por la irregularidad. Es el preludio imprescindible para la especulación y el presagio de la tragedia urbanística que se prepara. A la vez que crea una alarma social, sienta un pésimo precedente y demuestra que la responsabilidad de un ayuntamiento es tan precaria como mercadeable.

Este singular paraje, con una importante diferencia topográfica, 13,5 metros, entre el nivel del muelle y el borde del Ensanche, la alameda Mazarredo ha sido violentado brutalmente con su destrucción. A su vez, atormentado por dos rascacielos y una barrera de edificios, necesitaba para comunicarse con las diversas plataformas de acceso, mejorar su relación con la orilla opuesta. Para ello, el arquitecto japonés, proyectó un pasadizo, no tiene la entidad de pasarela, que ha resultado de tal enorme torpeza absoluta que bien puede calificarse de añadido degradante y en lógica consecuencia solicitar su demolición. Este es un concepto muy arraigado en la consideración y valoración de una obra de arquitectura frente a intervenciones precedentes o posteriores que deforman la concepción primigenia, incluso aunque su consideración se haga años después.

Isozaki,

Este reconocido arquitecto, con una arrogancia, impropia de su prestigio, pero consecuencia del mismo, sin permiso, ni siquiera notificación al autor, a Calatrava, arremete con su pasillo curvilíneo de 58 metros de largo y 4,20 de ancho. Aprovechando el nivel del tablero, acristalado, del puente existente y con una distorsionante estructura, conecta en un extremo de la misma, cortando la barandilla que lo delimitaba, y creando un conflicto profesional, intelectual, moral, estético, paisajístico y formal. Origina un quebranto evidente en su configuración que se puede definir, en términos populares, de “acoso funcional”. La pasarela tiene en sus cabeceras, donde confluyen la escalera y la rampa, una configuración muy interesante a modo de púlpito sobre la Ría. Un extremo ha sido profanado con este supletorio.

Atenta física, materialmente, en la barandilla, contra una propiedad global ajena. Su trazado en planta curvilínea sigue la traza de la existente lo que parece una inadecuada imagen y falta de imaginación, una emulación fracasada. Se apoya en tres pilares circulares pésimamente emplazados. Uno casi coincidente con un murete del paseo, otro obstaculizando la visión del paso de peatones, incomprensiblemente admitido y el otro se pierde en medio del graderío; una torpeza estructural. Crea una afección visual al paseo de Uribitarte, rompiendo su diafanidad, Con un final deplorable, escondido, avergonzado tal vez de no teniendo un principio honesto acabar disimulado, inexpresivo, obliga a los que transitan a pasar bajo un arrinconado pórtico, como un fielato de escaparates comerciales, repleto de incertidumbre e inseguridad especialmente por la noche por la cantidad de zonas con ángulos sin visión.

Si Isozaki hubiese tenido una mínima y profesional preocupación urbanística por este proyecto, se podía haber enterado, además de las combinaciones de vuelos a Bilbao, de la enorme trascendencia de los puentes de la villa. Y si aún así era incapaz de dedicar algún minuto a una ciudad donde va a realizar un proyecto de tanta repercusión sus asesores, colaboradores y el ayuntamiento también tienen su responsabilidad, y tenían la obligación profesional de sugerir todas las referencias que confluyen en este proyecto. Sólo tenía que haber invertido unos minutos a mirar, y entender, la Pasarela de La Ribera, proyecto de 1938 del arquitecto Fernado Arzadun, ejemplo de funcionalidad topográfica y suprema elegancia, que a su vez asumía la función de conectar dos alturas diversas, muelle y calle Marzana que ya realizaba el precedente “Puente de Hierro” proyectado por el ingeniero Pablo Alzola en 1881.

Isozaki aplica el espíritu de la congestión edificatoria del Japón y le han traído a Euskal Herria para que actúe de acuerdo a una ideología modelo Hiroshima–Nagasaki: destrucción. Ha demolido lo que constituyen uno de los bienes más representativos de una nación: su patrimonio cultural, en este caso en su expresión arquitectónica. El pueblo vasco no puede admitir y menos olvidar a quien llega con ímpetu agresivo. Además se burla divulgando una falacia al pretender comparar la escalera proyectada otra situada en Roma. Una cretina alusión propia de un ignorante o un pretencioso, e insulsamente repetida sin vergüenza alguna por los medios. Afortunadamente la gente viaja mucho más en la actualidad y no son tan indocumentados como pretenden estos demagogos

Escalinatas y explanadas

La Scalinata della Trinitá dei Monti, su verdadero y único nombre, es la resolución de un problema de accesibilidad, para desde el final de la Via dei Condotti, donde se encuentra la Piazza di Spagna, llegar a la Iglesia de la Trinitá dei Monti, que ya existía desde 1585, obra del arquitecto Giacomo Della Porta. Este recorrido con una diferencia de 22 metros de altura en una disposición en planta de 74 de profundidad y con anchuras variables entre 16 y 41 metros, fue proyectado por Francesco De Sanctis y construido entre 1723-26 como un monumental acceso. Posee una gran dinamicidad propia de una voluntad escenográfica y muestra la grandilocuencia del barroco. Es una de las magistrales obras de la historia del urbanismo.

En un emocionante itinerario “in crescendo” divide el itinerario en cuatro terrazas con un total de 138 escalones distribuidos en simétrico y en tramos centrales y brazos laterales curvilíneos con trazados cóncavos y convexos con absoluta simetría para finalizar frente al templo. El itinerario, siempre más interesante en ascenso, se inicia con la espectacular fuente de la Barcaccia, bellísima obra de Gian Lorenzo Bernini del mismo año 1627 y se encuentra, al final del recorrido, con el obelisco colocado en 1789 por Pio VI. Cualquier intento de comparación es además de un insulto a la inteligencia, de una arrogancia inadmisible propia de un presuntuoso embaucador.

Si se pretende alguna comparación existiría más parecido con la escalera de Odessa en Ukrania, con una anchura de 12,5 a 21,5 metros y sus 212 peldaños repartidos en 10 tramos, más conocida por la extraordinaria y famosa película Acorazado Potemkin, de Sergey Eisenstein (1898-1948) realizada en 1925.

La explanada-escalinata construida no ha resuelto absolutamente nada. La diferencia de nivel entre el límite del Ensanche, alameda de Mazarredo y la Ría estaba solventada desde 1892 mediante las Escalinatas y Rampas de Uribitarte. Es precisamente en el tramo final en el entronque con Mazarredo donde su construcción adquiere el rango de barbarie cultural. Para dicho empalme ha sido precisa la destrucción del tramo final de las escalinatas catalogadas. Una pesada plataforma-pasillo de hormigón armado, prolongación de la calle Ercilla, de 16,25 metros de ancho y 22,60 de larga soportada por cuatro grandes vigas con una sección de 1,20 m. de canto y 0,70 de base, que con el antepecho lateral de protección crean un bastardo borde de 2,50 que se sobrepone sobre el punto más interesante: la confluencia en la meseta intermedia de las rampas ascendentes y descendentes de ambos lados con el intervalo entre los dos tramos de la escalinata histórica. Y lo hace burdamente como si fuese para una autopista, lo que revela el grado de agresividad y desinterés del proyecto respecto de las preexistencias monumentales.

El resto de este espacio, desde dicha plataforma situada en el nivel de proyecto + 13,50, en sentido descendente, consiste en sucesivas bandas de 10 peldaños agrupadas en diversos tramos. Se inicia con una franja de dos bandas, hasta alcanzar a la plataforma de nivel +10,00 que comunica horizontalmente mediante otro pasadizo con el cruce de las rampas originales. A continuación, otra serie de tres con un total de 31 peldaños y llegada a la plataforma más grande, un superficie trapezoidal que se ensancha de 30 a 40 metros en un recorrido de 29, situada al nivel + 6,00, donde se encuentra la escultura de Chillida escoltada por farolas, y finalmente, una serie de cuatro bandas más para llegar a la acera del paseo de Uribitarte, nivel +0,00.

Si se analiza desde la calle inferior, Uribitarte, su bello trazado curvilíneo ha sido prostituido por esta plataforma que crea diversos espacios marginales Este absoluto desprecio ya esta siendo observado por la ciudadanía y cada día va creciendo el sentimiento de absoluta decepción por este vulgar espacio sombrío acentuado por el color negruzco del pavimento de basalto negro. El puente de paso para vehículos al edifico Albia es mucho más esbelto. El Ayuntamiento debió haber exigido una intervención mucho más ágil, inteligente, ligera y menos rutinaria en un lugar tan céntrico y con tanta repercusión paisajística.

Para mayor decepción los dos rascacielos crean, además de una perturbación en la recepción y transmisión de la señal televisiva en la margen opuesta, una extraña turbulencia mucho más acusada en este espacio que en su alrededor probablemente por efectos de rebote por lo que en propiedad dado que existe, a modo de adorno, un Chillida, podría llamarse para emular a Donostia el túnel del viento.

Calatrava

Con evidentes motivaciones por variadas razones Calatrava ha hecho lo que debía: denunciar un daño polisémico. El Juzgado de lo Mercantil número 1 ha recibido y admitido la demanda que será, en sus últimas consecuencias, de gran interés ya que obliga a un esfuerzo jurídico penal en asuntos referentes a los derechos de autor en materia de arquitectura que puede sentar jurisprudencia.

Calatrava, gusten o no sus obras, poseen poesía. Es un diseñador destacado en las construcciones que son contenedores de movimientos de personas y medios de locomoción. Puentes y arquitecturas del transporte, las estaciones; y a partir de Loiu, quizá de aeropuertos. En ambas responde a su ambivalente formación de arquitecto e ingeniero en proyectos donde las dimensiones y luces estructurales, constituyen desafiantes datos de partida para unos elementos y recintos que nacerán impregnados de dinamismo, se materializarán con la formalización de esos propósitos figurativos y quedarán inmortalizados con la expresividad de la tensión y el equilibrio. Hábilmente, utiliza un vocabulario “higt tech” pero emitido con un lenguaje anatomicista, organicista; donde la naturaleza humana y la vegetal son reinterpretadas con dos recursos constructivos de este siglo: el hormigón armado y el acero, en manera exacerbadamente estructuralista con un áurea escultórica. Gaudí aparece en la memoria.

Se revela como un autor manierista, de cierto estilo de opera, entendiendo esta palabra en su acepción original italiana de obra, por la connotación que sus proyectos tienen de sentido del trabajo, minuciosidad, precisión, y a la vez, en su concepto teatral de representación, de acaparar el escenario. El asistente, usuario, habrá acudido fascinado a un recital equilibrado de técnica y estética, de plástica y poética. En sus obras, pletóricas de un dinamismo acentuado con vuelos e inclinaciones, e inmersas en la apariencia de la ingravidez, se percibe un efecto de gran emotividad, la monumentalización del momento magistral y eterno, del equilibrio perpetuo que sucede al prejuicio inicial, para el observador, de un virtual desequilibrio total. Es la “arquitecturización” de la polka Perpetuum mobile de Johann Strauss II (1825-1899).

En la terminal del Aeropuerto de Bilbao, en Loiu, el autor relata ”el gesto del edificio central en forma de flecha, que tiene connotaciones de vuelo de pájaro”. Se trata además de una construcción “acorde con el paisaje de los alrededores, ya que se encuentra envuelto entre colinas”. El proyecto se plantea con un compromiso figurativo, ambiental muy importante. Es necesario insertar en la natura una gran pieza que, liberada de su condición principal de instrumento del utilitarismo social, debe ser, simultáneamente, un objeto respetuoso, integrado: una arquitectura monumental. Como tal se implantará en un entorno rural creando, si se entiende el paisaje como una unidad de naturaleza y cultura, un nuevo paraje artificial sensible y culto, de amplia presencia en el territorio: un hito metropolitano.

Poder y pudor

El bravucón alcalde que manda en Bilbao, gobernar es otra cosa, ya venía favoreciendo todo el escandaloso proceso de Uribiarte, en combinación con El Correo Español, donde tiene un extraño y extraordinario beneplácito, el periódico de exclusivas, confianza y referencia de esta secta españolista y derechista del PNV. Ha creado una tempestad disfrazando el problema arremetiendo con una fiereza impropia del cargo de modo brusco y vulgar, descortés y despiadado contra la persona Calatrava, no contra la obra. Azkuna se ha apresurado, y precipitado a encubrir la afección creada a la pasarela defendiendo a la inmobiliaria de la que parece excepcional protector y despreciando el respeto de la propiedad intelectual de la obra, ha hablado con su habitual prepotencia y cólera.

Aprovechando las deficiencias de su pasarela, hasta ahora silenciadas y tergiversadas, para crear una corriente de populismo presentándose como el garante de la correcta transitividad del puente. En la escena pontificia extraña, repentina y tardíamente ha aparecido alguna coordinadora que hacia años no se pronunciaba, reivindicando la accesibilidad e inicialmente lo ha hecho sólo contra la pasarela, no contra la macro escalera. También ha habido notables silencios profesionales y colegiales sobre el concepto de propiedad intelectual y opiniones que tratan de halagar a la inmobiliaria ya que siempre es bueno estar cerca por si acaso.

El día de la inauguración de este descalabro urbanístico, en medio de un cortejo de asistentes, entre ellos los habituales aduladores, bufones y balduretas de la villa, en un arrebato oral al alcalde se le ocurrió llamar a una plataforma-explanada entre escaleras plaza de la Convivencia queriendo aludir, ridícula y erróneamente, a qué el Ensanche por fin se unía con la Ría. Como alcalde debería saber que ya en 1892 el arquitecto municipal Edesio de Garamendi proyectó el bellísimo y eficaz recurso urbanístico de las Escalinatas, Rampas y Jardines de Uribitarte, que él ha contribuido a destruir. Suponemos que quiso decir Connivencia, lo que en realidad ha ocurrido aquí entre los interese económicos privados y las dádivas políticas pendientes del clásico porciento, que al final después de tantos años llegará.

Decepciona, pero no sorprende en este mandatario, el inmediato entusiasmo por todo lo español, en este caso por el nombre de la plaza. Una vez más hay que recordar que este paraje en concreto ha tenido tradicionalmente y como ciudad vasca le corresponde, sus topónimos en euskara: Uribitarte (entre dos villas) e incluso Ibaigane, (arriba, sobre el río) que designa un palacio de 1898, actual sede del Athletic. Club en la alameda Mazarredo sobre el cauce. Solicito por tanto, con absoluta urgencia, a las personas y asociaciones, grupos culturales partidos políticos que se consideren vascos, que tengan una elemental autoestima ciudadana, al Pleno municipal y a los medios de comunicación como propagadores de una premeditada acción comercial, que se olvide el apelativo excéntrico, vanidoso e inoportuno de Isozaki Atea.

Este arquitecto no merece ningún reconocimiento especial, sino todo lo contrario un reproche permanente por la destrucción de una valiosísima parte de la ciudad. Ya le han pagado su trabajo y su misión aquí con cuatro o cinco visitas ya ha finalizado. Por lo tanto nada de perpetuar su nombre. Uribitarte es el topónimo adecuado para la pasarela, que tampoco es de Calatrava, sino su autor y para las escaleras. De proponer algún reconocimiento sería el que se ha hecho merecedor, de “persona non grata”.

Represalias

El alcalde en su impulso enfurecido de manera impropia con ánimo vejatorio ha pretendido ridiculizar a los escasísimos arquitectos que intervenimos y participamos con conferencias, debates, artículos en defensa de la ciudad, su urbanidad, el patrimonio arquitectónico y urbanístico existente, queriendo exterminar toda opinión crítica. En este afán totalizador, de pánico a la discrepancia, de rechazo, cuando no insulto, a la oposición se ha querido burlar con especial énfasis de quien califico “la demolición del Depósito Franco es un escupitajo histórico que generaciones futuras nos reprocharán por haber derribado su extraordinaria arquitectura para construir una barriada vertical”.

Frase que literalmente pronuncié en un recorrido narrativo por la ría el 29 de agosto de 2005 y que perversamente manipuló la periodista de El Correo, Sónsoles Zubeldia, en combinación con otro del mismo medio el burgalés y declarado antivasco miembro del reaccionario Foro de Ermua, Santiago González. Una venganza pueril porque no le pagaron un taxi de regreso al final del trayecto fluvial en Getxo. Miserable actitud. En un zafio reportaje reveló su incapacidad conceptual reduciendo un completo relato continuo de una hora y media, aproximadamente unas 80-90 mil palabras a aquellas que más le interesaban, tergiversándolas, para su necia crónica. Desdichada reportera.

Azkuna acentúa y continúa su intencionalidad descalificadora aludiendo a “arquitectos que no han hecho una obra en su vida”. Con su populachero y deplorable lenguaje sólo le faltó decir “p… vida”. El “primer” ciudadano de la Villa debería saber que en este preciso período, en la calle Luís Iruarrizaga nº 3, se está construyendo un bloque de 15 pisos para “Viviendas Municipales” de cuyo proyecto obtenido por concurso en 2003 soy coautor y cuya dirección de obras, también por concurso, extrañamente se perdió, marzo de 2005 y quizá él sepa la verdadera razón.

Lo mismo que el “Estudio sobre Usos de la Ría y sus Márgenes en Bilbao”, en colaboración con la prestigiosa ingeniería Esteyco. Nada extraño sería sabiendo que el impresentable concejal de Empleo y Promoción Económica Ricardo Barkala, del PNV, quien despilfarro 13 millones de euros de dinero público en las desgraciadas World Series, en julio de 2005, para lo que intentó fuese una campaña de promoción personal como posible futuro alcalde. Un individuo, éticamente despreciable y moralmente rastrero por su talante y métodos fascistas alardeaba de su capacidad de manipulación y presión política, cuando ante la creciente oposición, que iniciada en solitario el 12 de octubre de 2004, con posteriores apoyos de ecologistas, asociaciones vecinales sindicatos y partidos contribuyó a la suspensión definitiva de ediciones futuras, y dijo, entre otros, a Patxi Enziondo, presidente de la Delegación en Bizkaia del Colegio de Arquitectos: “sabemos que Uriarte participa en el concurso de la Ría”, intentando influenciar en el tribunal municipal calificador. El preludio del chantaje.

En otro orden de cosas, recuerdo que el pasado mes noviembre de 2006 en Sydney se celebró la 10ª Conferencia Internacional Ciudades y Puertos con el Lema “Territorios de las ciudades, territorios de los puertos, ¿Existe futuro en común?. El presidente de está asociación es el alcalde de Bilbao desde la Asamblea de Bilbao celebrada el 2 y 3 de junio de 2005ª la que asistí.. Mi interés por estos temas se acrecentó después de asistir a la 9ª Conferencia en Lisboa entre el 5 y 9 de julio de 2004, donde por cierto no había ningún asistente de Euskal Herria

Presenté la ponencia, “Civitas-Portus. Metamorfosis de la relación ciudad-puerto en la Villa de Bilbao“. Por confidencias diversas, sospecho que, como presidente Azkuna hizo presión para evitar fuese elegida. Él no pudo asistir por motivos de salud y acudieron el concejal de Actuaciones Estratégicas y buen conocedor y digno representante de la evolución de la Villa Ibon Areso, aunque pueda discrepar en bastantes aspectos y persona educada y de buenos modales, extrañamente acompañado del concejal de Obras y Servicios José Luis Sabas, que nada tenia que ver y que por cierto se dio posteriormente un largo garbeo de placer por exóticas capitales de este asiático a cuenta del dinero público.

Si este alcalde estuviese elementalmente informado sobre el patrimonio cultural de la villa y fuese mínimamente agradecido debería saber otras “obras de beneficiencia arquitectónica” realizadas documentalmente demostrables. La conservación del antiguo hotel Excelsior, actuales Juntas Generales, la recuperación de la fuente original de la Plaza Moyúa, 1996, la eliminación de la carpa den la Plaza Nueva, enero 1996, la salvación del depósito de aguas del tren de Santurzi, en Uribitarte, enero 1994 y otras cuantas acciones más compartidas. Por lo tanto creo haber cumplido con un deber ciudadano y profesional de valorar y proteger, hasta el límite de mis posibilidades, de un bien cultural social.

El generoso tiempo dedicado durante algo más de veinte años a una concienciación colectiva sobre el patrimonio arquitectónico y urbanístico en general creo que ha sido una buena inversión cuyos resultados de arraigo social son cada día más evidentes. La permanencia del legado cultural recibido, los conceptos de sostenibilidad de los testimonios industriales, una digna presencia de la referencias del próspero pasado reciente, autoestima por la identidad social y laboral y estímulo por el entorno y navegabilidad en la Ría de Bilbao no ofrecen ya dudas y han sido siempre conseguidos por la reivindicación, la crítica el esfuerzo y la perseverancia de personas inquietas, insumisas y sensibles con la situación de pasividad dominante y complacencia destructiva.

El asumir y defender todos estos principios ha tenido un reconocimiento que ha traspasado el ámbito de lo local, donde la soberbia del entramado represivo es incapaz de admitir nada positivo en quien se rebela, y que revela su intolerancia e incapacidad. Hoy en ambientes no políticos ni inmobiliarios, sino culturales, profesionales y universitarios de otras ciudades de muy diversos lugares e incluso países se conoce y aprecia esta voluntad, y así se ha hecho en congresos, coloquios y debates. Frente a esta miserable actitud oficial, si molesta es porque muestra, la mejor respuesta es continuar. Y así se hará

Ya anticipaba, y lo hago ahora también, que hacer una denuncia de este tipo supone indudablemente un altísimo riesgo de represalias y venganzas profesionales, más conociendo la reputación de los personajes aludidos.

Por todo lo dicho debe entenderse, aceptarse y quizá excusarse este capítulo muy subjetivo pero aclaratorio, en legítima defensa. Criticar no es fácil ni gratuito.

Panorama actual

Este estilo prepotente del Alcalde se transmite a un Ayuntamiento que reniega la participación ciudadana y rechaza sus planteamientos. Simplemente se hacen algunos gestos demagógicos. Esto ha ocasionado un hastío social que ha paralizado interesantes iniciativas y justas reivindicaciones. El único derecho que se reconoce en la ciudadanía es el de alegar, como mucho protestar y en consecuencia soportar sus imposiciones y consecuencias. Basta recordar la lamentable actuación del concejal de Obras y Servicios José Luis Sabas, (PNV) también implicado en la destrucción de la Plaza Darío de Regoyos para las World Series y su patética, por chulesca intervención para explicar el futuro de esta plaza y la deplorable e injustificada explicación de la deformación de la Plaza Zabalburu con la perdida de la extraordinaria fuente obra del ingeniero Carlos Buigas.

A todo ello contribuye un periodismo local en su mayoría dócil que se limita a reproducir el dossier de datos suministrado sin ningún análisis serio sobre el hecho, su valoración cultural, ambiental, social, económica. Como simulacro democrático, se difunden apenas unas declaraciones precipitadas de algún ciudadano cuando está en un semáforo por la ventanilla del coche o a la salida del supermercado. Hay que recordar que la mayoría de los medios de comunicación incluyendo televisiones, fueron muy generosamente invitados por la promotora de esta especulativa operación a un lujoso viaje a Japón bajo la tapadera de conocer la obra de Isozaki, y el estímulo obliga a la docilidad y se nota. Uno de los más viles papeles el de la prensa comprada.

Mientras tanto la Villa día a día, va perdiendo su histórica y próspera biografía industrial no solo como patrimonio edificado arrasado por unas autoridades incapaces culturalmente, sino incluso como vocación empresarial y laboral, y precipitadamente se pretende transformar en una ciudad de servicios, con un terreno fácil escenario experimental para extravagancias arquitectónicas acompañadas del habitual discurso demagógico.

Este lamentable episodio puede ser un valioso precedente y advertencia para muchas ciudades sobre los riesgos sociales, ambientales y culturales que entrañan los encargos “ad hominem”, a dedo, a los arquitectos estrella, que en ocasiones también se estrellan, incluso entre sí.

Ojala, que las revistas de arquitectura abran sus páginas a opiniones discrepantes de muchos proyectos que con el equívoco auto título de emblemáticos en tantas ocasiones son problemáticos.

En Bilbao una cosa es el Guggenheim, a pesar de todas sus circunstancias no arquitectónicas, y otra lo que ha venido a continuación con capítulos tan lamentables como el descalabro ya palpable de Abandoibarra, (Cesar Pelli), la necedad del bazar Zubiarte (Robert Stern) y la torpeza del Sherathon, (Ricardo Legorreta), y la justa incertidumbre de Zorrotzaurre (Zaha Hadid); el problema es que el espectáculo todavía no ha terminado.

Esperpéntico espectáculo

Bilbao que fue puerto antes que villa, ha estado acostumbrada al intercambio de mercancías, al trasvase de ideas y contraste de pareceres. Su evolución hacia una ciudad de pensamiento liberal propició una riqueza ideológica y siempre, como un síntoma identitario, ha sido un lugar acogedor y educado donde ha predominado el respeto. Así fue incluso, sólo en aspectos formales, en la época de alcaldes fascistas. Pero jamás se había visto a un alcalde de este talante. ¿Es quizá el prototipo de Gure estiloa?

Son inadmisibles frases tan vulgares como, “Estoy harto de la dictadura de Calatrava” (Deia 23-2-2007), “quien se ha creído ese” (El Mundo 23-02-2007). Quizá sean palabras de efecto reflexivo que algunos ciudadanos piensan, cambiando el apellido. Como el alcalde y su séquito están perdiendo en esta acción el apoyo inicial fruto de la adulación de ciertos medios y de un populismo irreflexivo, sino ignorante, desvía la atención calificando en otra defecación oral, a Calatrava de ”pesetero del carajo” al conocer la interposición de su demanda el pasado 12 de marzo y ha replicado presentando unas alegaciones. Semejante grosería no se había oído en período democrático a un cargo de esta responsabilidad. Si este es el mejor candidato del PNV para el próximo alcalde y con el mismo tono, Bilbao se conocerá como un foco de ordinariez y malos modos.

El precario espíritu democrático de este alcalde se manifestó hace unos días cuando ante las próximas elecciones municipales en referencia al partido ilegalizado Batasuna dijo que en esta legislatura hemos “estado más cómodos sin ellos”. Es decir exterminar una verdadera oposición para poder manipular un Ayuntamiento sin apenas crítica ni control en aspectos tan fundamentales como continuas recalificaciones del Plan General para favorecer intereses privados de “alto interés”, descatalogación de edificios clasificados como bienes culturales monumentales para derribarlos y favorecer especulaciones como los ya relatados al principio, barbarie cultural, despilfarro económico, desprecio del euskara, inhibición sobre elementales derechos humanos como la tortura, la brutal represión policial, etc..Alcaldes tiranos ya hubo bastantes en la dictadura.

Propiedad intelectual

La construcción de un puente contiene interesantes significados diversos. Además, de vincular parajes separados por la hidrografía, se constituye en hito de un paraje por su carácter simbólico y en un acto singular como obra pública que representa la simbiosis de la ingeniería y la arquitectura. Evidentemente es una actividad creativa, en el más puro sentido de la palabra creación: partiendo de la nada generar un hecho.

En cuanto tal es la culminación de la lucidez y capacidad del autor, el momento que el pensamiento encuentra la idea y el ingenio relaciona la imaginación con la realidad. Un proceso inicialmente conceptual donde la capacidad compositiva se expresa materiamente con aspectos formales que lo singularizan y valorizan.. Dependiendo de su naturaleza y función adquiere o añade repercusiones culturales y contenido artístico. Un cuadro, un libro, un poema, una música, una escultura, una casa, una fuente o un puente. Representa la síntesis de un proceso de lo inmaterial a lo concreto.

De alguna manera la propiedad intelectual es la asignación de autoría al pensamiento creativo, a la idea como una hechura mental, una predisposición espiritual, sin morfología ni geometría en espera de asumir la forma, de convertirse en objeto. Está vinculada indisolublemente a la intencionalidad y como una creación del intelecto convierte a su autor en propietario. Indudablemente, constituye un bien cultural intangible, inmaterial, pero real.

Solamente su creador, el autor, en vida, puede ofrecer en modo real una respuesta coherente a cualquier propuesta de modificación por evidente dominio de todas las circunstancias inherentes a la obra primigenia, incluso aquellas no satisfactorias. Fallecido el autor, o desvinculado con su obra, o pasado el tiempo toda intervención se convierte en una interpretación, más o menos afortunada de su espíritu. Aparecen acciones confusas tantas veces disfrazadas por un lenguaje equívoco, donde el injerto y el añadido, el recorte o la modificación no son más que manipulaciones dañinas que atentan lo mismo que la copia o réplica en bajo estilo.

El objeto artístico, monumental, surge para un determinado punto de un entorno preciso donde altera el espacio circundante preexistente y se convierte en sujeto del mismo, necesitando un ámbito de comprensión espacial, de diálogo. El sitio se transforma en lugar y ya no será el mismo desde ese momento. En circunstancias normales se establece una relación de armonía y complementariedad por mimetismo o incluso por contraste. El entorno apela a la integridad espacial del objeto.

Isozaki, sus colaboradores y promotores, y el propio Ayuntamiento se equivocaron rotundamente al no permitir que Calatrava hubiese resuelto con el lenguaje y forma que considerara adecuado la continuidad, no solo funcional sino formal, de la pasarela por él construida. La incorrección se convierte en ofensa de la brusca manera como han actuado y en agresión cultural por sus consecuencias.

En la pasarela proyectada por Calatrava, consciente de su emplazamiento, existe una intencionalidad en su trazado curvilíneo en planta En Isozaki no. Se confunde al pretender emular su similar forma curva, con la misma trayectoria e igual anchura para intentar lograr una secuencia conceptual. Su injerto ha sido una mala copia y como consecuencia un despropósito. Infortunio que unido a su sistema de apoyo por los tres convencionales pilares cilíndricos, pésimamente emplazados, ha conducido a esta nefasta y negligente estructura, que para mayor desgracia en contra de la lógica de todo puente, acaba de modo casi clandestino, agazapada, bajo el porche de un rascacielos. Triste, pero lógico final para un torpe inicio.

La innovación, la originalidad actualizada, en todos sus aspectos ejerce una influencia que motivará una tendencia, estilo, método o técnica que habitualmente recibe el nombre de su autor, un modo simbólico de reconocimiento.
Del mismo modo que el invento se ampara con la patente y una denominación con la marca registrada, el respeto a la creatividad intelectual, a la obra ajena es algo ya muy arraigado legislativamente en ele Estado desde 1879, pero conviene recordar algunos precedentes que proclaman su vigencia y respaldo legal.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada el 10 de diciembre de 1948, dice en su artículo 27.2: “Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le corresponden por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora”.

La propiedad intelectual es la relación inalienable e inherente que vincula al autor con su obra y su respeto debe ser absoluto. Asimismo e debe considerar necesariamente el concepto del entorno como un espacio de protección y comprensión de una creación artística.

Garantizar tal derecho es un asunto no sólo moral sino intelectual y cultural. La Ley de Propiedad Intelectual (LPI), de 1987 en su artículo 14.4 contempla la capacidad del autor de exigir “el respeto a la integridad de la obra e impedir cualquier deformación, modificación, alteración o atentado contra ella que suponga perjuicio a sus legítimos intereses o menoscabo a su reputación”.

Afortunadamente, existen organizaciones que protegen la propiedad intelectual y una de ellas es VEGAP, Visual Entidad de Gestión de Artistas Plásticos, creada en 1990, con sede en Madrid. A ella pertenecen precisamente desde hace tiempo al menos dos reconocidísimos arquitectos y artistas plásticos Juan Navarro Baldeweg (Santander 1939) y Santiago Calatrava, quien sabe perfectamente de qué habla cuando aludió a su derecho de la integridad conceptual de su obra.

Por todo ello es previsible que la resolución de la demanda interpuesta por Calatrava deje en un ridículo al alcalde Azkuna, y que por su indudable repercusión jurídico-cultural, desacredite a Bilbao.

Sugerencia final a Santiago Calatrava

Dada su petición de una justa indemnización económica por daños morales en los dos supuestos, de que se elimine o no el burdo injerto, 250.000 o tres millones de euro, me permito una sugerencia. Creo que su justa reputación adquiriría un matiz más brillante e incluso una hermosura social, si el importe de la indemnización lo dedicase a la construcción o reconstrucción de puentes en países desfavorecidos o dañados por catástrofes naturales o guerras. Pienso que incluso su repercusión sería infinitamente más provechosa para la humanidad e incluso moralmente satisfactoria para usted.

Iñaki Uriarte (*) Arquitecto

Promotor vecinal de la pasarela de Uribitarte.

Bilbao, 23 de abril de 2007, Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor

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Publicado por Nabarraldek argitaratua