Leonardo y el rey de Navarra

Tras la muerte de Leonardo da Vinci, Benvenuto Cellini, famosísimo orfebre florentino, dijo:

No puedo resistirme a repetir las palabras que he oido al rey acerca de él, en presencia del cardenal de Ferrara, el cardenal de Lorena y el rey de Navarra; dijo que no creía que hubiera nacido nunca nadie que supiera tanto como Leonardo, y no sólo en los campos de la pintura, la escultura y la arquitectura, sino que también pensaba que era un gran filósofo.

Este texto, en el que el «rey» es Francisco I de Francia, para el que Cellini trabajó durante veinte años en su corte, y en el que el «rey de Navarra» no es otro que su cuñado, esposo de su hermana Margarita, Enrique II de Navarra «el Sangüesino», aparece citado en la página 174 de una magnífica obra sobre Leonardo da Vinci recientemente publicada en español y escrita por Fritjof Capra.

El libro de Capra es una vindicación del Leonardo en el que los aspectos científico y técnico son parte sustancial del conjunto de su obra. Desde la perspectiva de Capra, Leonardo plantea la ciencia de modo holístico, más cercano en su perspectiva a los actuales planteamientos superadores del mecanicismo y del dualismo imperantes en ese mundo desde la ruptura cartesiana de la realidad entre la «res extensa» y la «res cogitans», entre el cuerpo y el alma en el ámbito humano.

Es evidente que Leonardo no disponía de todo el aparato matemático, el conocimiento científico ni la tecnología necesarios para llegar a lo que hoy en día se consideran como planteamientos comunmente aceptados en la comunidad científica o técnica, pero sus intuiciones y el modo de enfocarlos son de una gran modernidad y, en gran medida, enlazan con muchas de las perspectivas a las que se ha ido llegando progresivamente tras la demostración de las insuficiencias del dualismo y mecanicismos originados, sobre todo, por las aportaciones de Descartes.

Fritjof Capra es autor de una magnífica obra titulada «La trama de la vida» (2006) en la que plantea en toda su complejidad lo que se denomina «ecología profunda» y en la que se supera la visión antropocéntrica de la ecología convencional. En esta última se sigue manteniendo, todavía, la centralidad humana en la biosfera y en el cosmos; mientras que en lo que se denomina como «ecología profunda» la especie humana es un actor más de la «trama de la vida», con su inmensa capacidad destructiva a la vez que con su enorme potencial regenerativo y creador a partir, precisamente, de sus conocimientos científicos y sus prácticas técnicas.

Según Capra, Leonardo tiene siempre presente en sus planteamientos una visión holística de la vida y el cosmos; visión que prefigura, en cierto modo, los planteamientos de la «ecología profunda». Es evidente, para Capra, que Leonardo siempre considera los procesos y la realidad en general de modo interrelacionado e interactuante, en el que la situación global es bastante más que el conjunto de elementos que la componen y a los que se puede acceder por su simple análisis y estudio individual de las partes resultantes del mismo.

La obra tiene dos partes. En la primera se expone su vida y actividades desde un punto de vista histórico, por un lado como artista y como científico y técnico, por otro. En la segunda, Capra analiza los modos de enfocar los problemas científicos y técnicos por parte de Leonardo y los logros que alcanzó en sus investigaciones.

Leonardo, tras una vida itinerante por los diversos centros políticos y culturales de la Italia de su época, desde su Florencia natal hasta Milan y Venecia pasando por Roma, fue «rescatado» de los conflictos bélicos y políticos que asolaban Italia por Francisco I de Valois, rey de Francia. El hermano de nuestra reina Margarita le ofreció en el castillo de Amboise, junto al Loira, un hermoso y apacible lugar donde poder desarrollar sus estudios con tranquilidad. No le obligó a ningún compromiso ni le pidió que realizara «trabajos» específicos para él, únicamente que, de vez en cuando, pudieran conversar juntos como describe Cellini en la cita que da comienzo a este texto. Allí falleció Leonardo en 1519.

Pienso que desde la Navarra del siglo XXI somos poco conscientes de la importancia, sobre todo cultural, de la Navarra que al norte del Pirineo siguió manteniendo su soberanía política tras la conquista y ocupación castellana de la Alta Navarra en 1512-24. Muchas veces se ha citado la obra de Shakespeare, con desarrollo en la corte de Pau, «Love’s Labour’s Lost» («Trabajos de amor perdidos») y su famosa frase «Navarre shall be the wonder of the world» («Navarra será la maravilla del mundo»), pero no se ha reflexionado suficiente sobre su trascendencia. Tal vez la única persona que lo ha hecho con profundidad haya sido Jon Oria en sus diversos libros y artículos sobres este asunto.

Capra, Fritjof

«La ciencia de Leonardo. La naturaleza profunda de la mente del gran genio del renacimiento»
Barcelona 2008
Editorial Anagrama
Colección Argumentos

17.01.2005

Publicado por Nabarralde-k argitaratua