Seguridad, proceso y el 1-O

PRESIDENTE DEL CENTRO DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS DE CATALUÑA (CEEC)

Hablar en Cataluña de seguridad nacional es una excentricidad para nuestros políticos, a excepción de algunos que han trabajado en Madrid, en el Congreso o el Senado, y que han podido conocer qué significa seguridad nacional para un Estado y la coherencia que hay que ejercer para tener un proyecto a la altura de las demandas de una sociedad como la catalana o la española en el marco de la Unión Europea o la OTAN.

En Cataluña, hemos necesitado casi cuarenta años para entender que nos hacía falta un modelo de seguridad propio. Nuestra policía y todos los cuerpos de seguridad han tenido que sufrir todo tipo de impedimentos, incomprensiones y, peor aún, una sociedad que, muchas veces, no estaba a su lado, sino que parecía que los trataba como ajenos al país. Posiblemente el cuerpo de Mossos es quien ha sufrido más estas actitudes. Han ido pasando los años, y aquella policía que surgió en los años ochenta, dinamizada por un reducido núcleo de políticos que vieron el abismo y la larga noche del 23-F, se ha ido construyendo con dificultades y carencias. Este año, este colectivo, todavía desvertebrado, que va más allá de la Policía de Cataluña (Mossos y Policías Locales) y que aglutina también a Bomberos, Agentes Rurales, Protección Civil y Cuerpos de Emergencias, bordea los 35.000 efectivos.

Esta es, a estas alturas, una sólida realidad -que ya empieza a tener cierto reconocimiento por parte del pueblo catalán- y que quiere y necesita un proyecto global de consolidación con un modelo de seguridad nacional que, hoy, todavía distorsiona la complejidad y el centralismo del Estado español, el cual intenta poner todo tipo de obstáculos a la reconstrucción nacional de Cataluña y, más concretamente, a su seguridad. Hay que reconocer que, a España, le ha ido bien nuestra insensibilidad hacia la seguridad. Ha podido hacer y deshacer lo que ha querido y la inacción de la ciudadanía de Cataluña, expresada en las acciones e iniciativas de sus representantes políticos, en los asuntos de la seguridad y la defensa es tan lamentable que sólo hay que leer las actas del Senado y el Congreso donde se puede ver claramente cómo los políticos catalanes no han tenido proyecto ni reivindicación en esta materia. Ahora bien, es cierto que fue un político catalán -Narcís Serra- quien hizo la gran transformación de las FAE (Fuerzas Armadas Españolas). Pero este siempre actuó al servicio de los intereses de la España democrática y fue ajeno a la realidad nacional de Cataluña.

Esta falta de conciencia, en cuestiones de defensa y seguridad de la ciudadanía de Cataluña y sus representantes, hace que hoy los ciudadanos de este país no entiendan o no tengan conciencia de que Cataluña paga y mantiene, como mínimo, el 20 % del presupuesto de las FAE, el CNI, la Guardia Civil y la Policía Nacional. Decir esto puede producir perplejidad, pero es la realidad. Los catalanes pagamos entre dos y tres mil millones al año para el mantenimiento y los equipamientos de las FAE y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado (CFSE). ¿Hablamos de todo esto? ¿Somos conscientes de ello? ¿Por qué nadie abre la boca sobre este tema? Ahora, cuando está el proceso en marcha, el CEEC se pregunta: «¿Qué pasaría si los catalanes fueran conscientes y hubieran actuado como debían con las FAE y los CFSE. ¿Podría el Estado, dominado por una élite franquista, realizar operaciones Cataluña utilizando y desprestigiando el Cuerpo Nacional de Policía (CNP) y la Guardia Civil? Cabe preguntarse por qué no hemos hecho nada. ¿No tenemos los catalanes parte de culpa?

En este momento, nos encontramos ante una encrucijada histórica. Hace siete u ocho años, nadie hubiera podido imaginarse, en el mejor de sus sueños, estar donde estamos actualmente. Más del 80% de la ciudadanía de Cataluña -sean partidarios del sí o del no en un referéndum de autodeterminación- quieren ejercer su derecho a decidir. Día tras día, se quiere atemorizar a esta ciudadanía catalana, hablando de la judicatura, de los CFSE y, tal vez menos, de las FAE. Haría falta que la élite española, franquista y nacionalista, no provocara la fractura de Cataluña. Peor aún, de sus cuerpos de seguridad -incluidos los miles de policías y guardias civiles que conviven con sus familias en nuestro país.

La Policía de Cataluña y el resto de sus fuerzas de seguridad han mantenido la seguridad ciudadana y el orden público, de una manera ejemplar, y no partidista, durante las últimas décadas. Limitadísimos incidentes y, en las grandes e históricas movilizaciones del pueblo catalán, no se ha producido ningún tipo de acción violenta. Así se comporta y hace las cosas el pueblo catalán. Que tengan claro, el gobierno del Estado y sus comprobadas cloacas, que los profesionales de la seguridad de Cataluña impedirán cualquier tipo de maniobra de violencia. Y esto lo harán a las órdenes del gobierno de la Generalitat de Cataluña, y esperamos que los CFSE hagan lo mismo, como históricamente hicieron en otros momentos. Después del 1-O, pase lo que pase y sean cuales sean los resultados del referéndum, Cataluña no podrá ser tratada ya como una colonia extractiva. Sus cuerpos de seguridad no serán nunca más cipayos al servicio de una metrópolis como la española. Serán una policía nacional y europea, con todos los detalles.

EL PUNT-AVUI