Lecciones de unilateralidad: ¿cómo lo han hecho los demás países?

Les contamos las cuatro fases que sigue un movimiento de independencia unilateral

La unilateralidad como método para lograr la independencia es un mecanismo que ha sido utilizado por muchas naciones ahora independientes y hay lecciones que aprender de sus experiencias.

 

La democratización de los estados

En el pasado, las independencias de casi todas las naciones se conseguía con violencia. Pero en estas últimas décadas se ha podido llegar a ella de mutuo acuerdo, gracias a la asunción de los valores democráticos y pacíficos por parte de muchos estados. Si antes de la Segunda Guerra Mundial sólo se habían hecho tres referendos de independencia, a partir de ese momento ha habidos decenas.

El ejemplo más clarificador es la evolución de la actitud del Reino Unido con el paso de los años. Si en 1933 consideraba que Australia Occidental no tenía el derecho de separarse de la Federación Australiana -que consideraba ‘indisoluble’-, en 2014 aceptaba un referéndum escocés aunque el ‘Act of Union’ entre Escocia e Inglaterra decía también que la unión era ‘para siempre’. Sin embargo, esta evolución hacia la solución democrática de los problemas, que se ha producido en el Reino Unido o Canadá, no se ha visto en algunos otros estados. Y por eso se han utilizado mecanismos unilaterales en muchas naciones, a menudo con patrones similares. Podemos explicar, por eso, cuáles son las diversas fases de la unilateralidad.

 

La primera fase: el logro de la mayoría social

En la primera fase, se suele canalizar el sentimiento nacional y de agravio hacia el Estado por medio de la prensa y de las movilizaciones sociales, con un especial énfasis a la hora de mostrar la imposibilidad de reformar el Estado del que se quieren separar. En Eslovenia el proceso tomó fuerza en 1987 con la publicación de algunos artículos sobre las condiciones políticas y sociales en que se encontraba esta república, entonces yugoslava, y sobre la posibilidad de democratización y logro de la plena soberanía, en contraposición con las demandas centralizadoras serbias. La oposición eslovena era especialmente crítica con el ejército.

El punto culminante llegó con la filtración, en marzo de 1988, de documentos secretos del Comité Central de la Liga de los Comunistas, donde se explicaba cómo se debería instaurar la ley marcial en Eslovenia, un hecho que levantó una gran polémica y fuertes protestas de la población. Poco después eran detenidos los responsables directos de la publicación, tres periodistas y un oficial del ejército. La reacción inmediata de los eslovenos fue crear el Comité de Protección de los Derechos Humanos, que dio lugar a la Primavera Eslovena. Se convocaron movilizaciones contra el proceso penal activado que llegaron a concentrar 40.000 personas y se recogieron 100.000 firmas para la liberación de los Cuatro de Ljubljana.

En las tres repúblicas bálticas también hubo una movilización popular, llamada ‘Revolución Cantada’, porque en las manifestaciones se cantaban canciones prohibidas por la URSS como una manera de reivindicar la independencia. Las protestas soberanistas se mezclaban con la defensa de los derechos humanos y, por ejemplo, en el caso letón, con protestas ecológicas. Es un caso la protesta contra los proyectos de Moscú de construir el metro de Riga y una planta hidroeléctrica. En Lituania, la Liga de la Libertad recogió 1.200.000 firmas para exigir la retirada de las tropas soviéticas.

Pero el gran acontecimiento en las tres repúblicas fue la Vía Báltica, una cadena humana que unió las tres capitales en 560 kilómetro por exigir la independencia de los tres países. Se hizo el 23 de agosto de 1989, con motivo del cincuenta aniversario del pacto nazi-soviético que se repartió Europa y dejó a Lituania, Letonia y Estonia en manos de la URSS.

 

La segunda fase: de la movilización social en la política

La fase siguiente lleva a la transformación de estos movimientos civiles soberanistas en partidos políticos independentistas, cuando se constata la incapacidad de modificar el Estado por medio de la presión popular. En Eslovenia y Croacia, mientras los gobiernos reformistas buscaban una reforma confederal para contentar a la población, los serbios se oponían y endurecían la centralización

En el verano de 1989 apareció en Eslovenia una propuesta de federación asimétrica yugoslava, que diera más competencias a Eslovenia, incluida la autonomía militar. La propuesta llevó a unas enmiendas a la constitución eslovena, aprobadas el 27 de septiembre de 1989, en la que, entre más reformas, se legalizaba el multipartidismo y Eslovenia se reservaba el derecho de financiar sólo las instituciones federales que consideraran adecuadas. En respuesta a todo ello, los serbios intentaron hacer un ‘mitin de la verdad’ en Ljubljana, que fue impedido por las fuerzas de orden eslovenas y comenzó un boicot económico a Eslovenia. Los nuevos partidos surgidos en ese momento formarían inmediatamente la Oposición Democrática Eslovena (DEMOS), con la demanda de un Estado independiente al estilo de las democracias occidentales.

En otra república balcánica, en Croacia, se formaba en aquella época la Unión Democrática Croata (HDZ), casi clandestinamente. El partido se fundó el 17 de junio de 1989 pero no fue registrado hasta el 11 de enero de 1990 cuando se permitió la creación de nuevos partidos políticos.

El golpe definitivo al proyecto yugoslavo fue el Congreso de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia de enero de 1990. Eslovenia pidió reformas hacia la confederación, pero los serbios, favorables al centralismo, las bloquearon todas y eso motivó que los eslovenos abandonaran el congreso. A raíz de esto, los croatas también se fueron, cuando los serbios rehusaron aplazarlo. Macedonios y bosnios se negaron a continuar hasta que no se resolviera la situación. Y esto significó el fin de la Liga de los Comunistas, lo que cerró la puerta a cualquier reforma acordada con el Estado central.

En los países bálticos también aparecieron corrientes reformistas y soberanistas, que al principio no debían ser partidos, pero que se convirtieron en ellos. En Lituania, inicialmente el movimiento Sajudis pedía derechos civiles, desnuclearización y retirada de las tropas soviéticas, además de propiedad privada y libertad de empresa. En 1989, como grupo de presión, obtuvieron una reforma constitucional nacionalista, la emisión de programas lituanos en la TV y la negativa a financiar más programas de energía nuclear. Al principio no se enfrentaban al gobierno lituano pero la colaboración se rompió cuando el gobierno se negó a hacer una Declaración de Soberanía. Entonces, el movimiento se transformó en partido independentista.

En Estonia también hubo reformas por parte del Partido Comunista, bajo la presión del Frente Popular. Se proclamó la superioridad de las leyes estonias sobre las de la URSS (16 de noviembre de 1988) y la legalización de los partidos y la convocatoria de elecciones el 18 de marzo de 1990. En Letonia, bajo la presión del Frente Popular de Letonia, también se aprobó el multipartidismo, se anuló la anexión soviética y se convocaron elecciones. El Frente, en un primer momento, apoyaba las reformas de Gorbachov, reclamaba soberanía dentro la URSS, la oficialidad del letón y la creación de un Comité Olímpico Propio. Pero en octubre de 1989 el congreso del Frente también aprobó mociones a favor de la independencia nacional y el multipartidismo.

 

Tercer paso: los independentistas consiguen el gobierno y preparan la independencia

El tercer paso es cuando los independentistas acceden al gobierno y llevan el autogobierbo al máximo, hasta conseguir la independencia. Los recursos económicos y también, en estos paises no-democráticos, el control de las fuerzas del orden son clave para el éxito del movimiento independentista. La convocatoria de referndums dr independencia, en muchos casos, ayuden a legitimar las declaraciones.

En Eslovenia, el mes de abril de 1990 se hicieron elecciones y los partidos de la coalición independentista DEMOS vencieron con el 55% de los votos. En esta situación y en un país que no era aún totalmente democrático era clave el monopolio de la fuerza. Por eso el ejército yugoslavo ordenó de acaparar todo el arsenal de la Defensa Territorial Eslovena (un cuerpo militar auxiliar), por temor a que fuera utilizado para crear unas fuerzas armadas. Pero los eslovenos, anticipando el movimiento, ya tenían una estructura de mando secreto, que transfirió el arsenal a una institución insignificante y anticuada, similar a una guardia nacional (MSNZ). A la vez, movilizó a 21.000 miembros de la Defensa Territorial hacia esta nueva estructura. Cuando el ejército anunció que la Defensa Territorial sería reemplazada por un sistema centralizado ya era demasiado tarde.

En el caso croata, los independentistas también vencieron en las elecciones, lo que sorprendió a los comunistas. Este hecho llevó a los serbios a boicotear el parlamento, tomar el control de las zonas de mayoría serbia y buscar de desligarse de Croacia. En la primera sesión parlamentaria, ya se decidió elaborar una nueva constitución y hacer cambios políticos, económicos y sociales. En diciembre se aprobó una nueva constitución. Paralelamente, se hizo una purga de funcionarios serbios en la administración, que, a pesar de representar el 12% de la población croata, eran el 17% de los funcionarios y cerca del 30% en el Ministerio de Interior (especialmente en la policía).

Además, tanto el gobierno esloveno como el serbio decidieron de no contribuir al presupuesto de la Federación, lo que redujo notablemente su capacidad. Como ultimátum, en octubre de 1990, eslovenos y croatas propusieron mantener Yugoslavia unida y convertirla en una confederación de estados independientes. Con un espacio económico común, política exterior común (junto con las propias de cada república), moneda común y una alianza militar similar a la OTAN. Esta propuesta fue rechazada por Serbia. El 23 de diciembre de 1990 las instituciones eslovenas hacen un referéndum de independencia en que el 89% de los votantes se decantan a favor de un Estado independiente. Los croatas lo hicieron el 19 de mayo de 1991 y, con una participación del 83%, tuvieron un 93% de votos favorables.

También en las tres repúblicas bálticas las fuerzas independentistas ganaron las elecciones. En Lituania, las elecciones se hicieron el 24 de febrero, con victoria independentista. El 11 de marzo ya se abolía la censura y se declaraba la independencia. Fue restablecida la constitución de 1938, a la vez que exigían la cesión del control de aduanas y fronteras. Pero, el bloqueo económico de la URSS y la tensión con los rusos y polacos de Lituania hizo aplazar la declaración hasta el 2 de enero de 1991.

En el caso estonio, el parlamento declaró el poder soviético ilegal en el país. Proclamó un periodo de transición para restaurar la República de Estonia y alcanzó así la independencia gradualmente. En abril se abole el servicio social obligatorio y se crea una nueva policía y fuerzas de orden. El paso siguiente fue dejar de pagar al tesoro soviético y comenzar la transición al libre mercado. El 3 de marzo de 1991 la declaración de independencia de Estonia se aprobó en referéndum con un gran porcentaje de apoyo (77,8% de los votantes) y al día siguiente del golpe de estado fracasado en Moscú (19-21 de agosto), la república proclamaba la restauración de la independencia y rechazaba la legislación soviética.

En Letonia la victoria independentista fue acompañada de una declaración de independencia y recuperó la constitución de 1922. Además, se abrió un polémico registro de ‘únicamente letones’, donde se inscribieron 807.000 ciudadanos. En enero los tanques soviéticos se dirigieron a Riga, pero se encontraron con lo que se llamó ‘los días de las barricadas’: casi 700.000 ciudadanos salieron a la calle para construir barricadas y muros. Ante el carácter pacífico de los manifestantes, no pudieron declarar el estado de emergencia y se terminaron retirando. Finalmente, el referéndum de independencia se hizo el 3 de marzo de 1991, con un 73,88% de los votos a favor.

 

Cuarto paso: la declaración de independencia

El paso final son las declaraciones de soberanía, donde se resalta que las leyes del Estado no tienen valor en el territorio y, finalmente, la declaración de independencia.

En Eslovenia, el 20 de febrero el parlamento declaraba que el gobierno federal ya no tenía autoridad sobre Eslovenia. El 8 de mayo el parlamento aprobaba la Declaración de Disociación, que independizaba el territorio totalmente, y se hizo efectiva el 26 de junio. La independencia se declaró el 25 de ese mes de junio. Este hecho fue seguido de una guerra de diez días, en una contraofensiva bien planteada por el gobierno esloveno. Los eslovenos tomaron el control fronterizo (el 40% del presupuesto federal provenía de las tasas de aduana por Austria e Italia), y el ejército yugoslavo disparó los primeros tiros. El 15 de enero de 1992 Eslovenia era oficialmente reconocida por todos los estados miembros de la Comunidad Europea, y se incorporó a la ONU el 22 de mayo del mismo año. Dos días antes de la declaración de independencia, los ministros de Asuntos Exteriores de la Comunidad Europea y Estados Unidos pactaron no reconocer una declaración de independencia unilateral de Eslovenia y advirtieron en público que Eslovenia no entraría nunca a formar parte de la Unión Europea. Las amenazas no duraron ni un solo día.

En el caso croata, el 21 de febrero el parlamento ponía la constitución por encima de las leyes yugoslavas y redactaba una resolución de disociación. Finalmente, el 25 de junio de 1991, el parlamento declaraba la independencia. Al día siguiente era reconocida por Eslovenia, pero ambas naciones acordaban al mismo tiempo una moratoria de tres meses sobre la declaración para evitar más tensiones. Lituania fue el único estado que reconoció a Croacia el 30 de julio. El 8 de octubre, terminada la moratoria, la independencia se hizo efectiva. La Comunidad Económica Europea la reconoció el 15 de enero de 1992 y la ONU en mayo de 1992.

Lituania, que había aplazado la independencia, en diciembre no firmó el nuevo tratado de la URSS, pensado para evitar la independencia, y el 2 de enero la proclamaron. En ese momento 10.000 soldados soviéticos cruzaron la frontera para obligar a hacer el servicio militar a los jóvenes. El 11 de enero un millar de voluntarios se encierran en el parlamento, con armas de caza y cócteles molotov, y fueron acosados ​​por 5.000 soldados. Cuatro días más tarde ya son 15.000 los concentrados ante el parlamento y el 17 se convocó una manifestación en el entierro de 14 manifestantes muertos por el ejército. La manifestación reunió 500.000 personas, con el obispo Julijonas Steponavicius al frente. Finalmente, el 31 de enero se retiraron la mayoría de las tropas y triunfó la independencia.

Los letones, viendo la reacción en Lituania, hicieron barricadas por toda la capital, que se mantuvieron hasta el otoño de 1992. Incluso después de proclamar la independencia el 21 de agosto de 1991 (después del golpe de estado frustrado) e incluso después de ser reconocida por la URSS en septiembre de 1991, las barricadas se mantuvieron.

Los estonios también se negaron a firmar el nuevo Tratado de la Unión y en este país también se crearon muchas barricadas en Tallin para proteger el congreso de los tanques soviéticos. Era habitual la concentración de población ante las estaciones de radio y TV que servía de escudo humano contra posibles ataques. Finalmente, con el proceso gradual de independencia, esta fue proclamada tras el intento fracasado de golpe de estado. Gracias a esto no hubo derramamiento de sangre.

Estos ejemplos recientes, en Europa, demuestran que incluso en estados no democráticos ni la amenaza militar ha podido detener los procesos de independencia unilaterales. Procesos que han acabado en estados independientes reconocidos internacionalmente, pese a la amenaza de no hacerlo que siempre ha estado sobre la mesa hasta el minuto antes de la proclamación.

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