Pamplona se subleva

konkista

Como vimos la semana pasada, la armada legitimista que el 9 de mayo de 1521 entró en Navarra constituía un imponente y bien pertrechado ejército de 12.000 soldados. No obstante, pronto pudo verse que quienes verdaderamente habrían de liberar al reino serían los habitantes de sus pueblos y ciudades, puesto que cada vez que la armada de Asparrots llegaba a una localidad importante se encontraba que los lugareños, sublevados, habían puesto en fuga a las guarniciones ocupantes. Partidas como las mandadas por el hijo del Mariscal, el señor de Larrain o Miguel de Bértiz perseguían además a los castellanos, dándoles caza en lugares como Noáin, Obanos, Cirauqui o Añorbe y causándoles bajas. Así, por ejemplo, los soldados riojanos que componían la guarnición de Sangüesa huyeron despavoridos de la ciudad, y fueron atacados en el puente de Yesa, muriendo tres de ellos. Al resto les dejaron marchar, libres, pero sin armas ni armaduras. A los estandartes castellanos aprehendidos se les practicó la humillante reversio armorum medieval, es decir que fueron paseados, vueltos del revés, por las calles de Sangüesa. Martín de Xabier, el sangüesino Martín de Mendíbil y el tudelano Frías fueron quienes arrastraron por el suelo las banderas capturadas.

Parecidos episodios se daban en otras localidades del reino. Muy significativo puede ser el caso de Pamplona, donde el día 16 de mayo la población se levantó en armas, atacando a los soldados y asaltando el palacio del virrey. Arrancaron el escudo imperial y lo arrastraron por el barro de las calles, en medio del alborozo popular. El mismo virrey, desbordado por los acontecimientos, huyó despavorido a Logroño, donde se encontraba ya para el 20 de mayo, hoy hace exactamente 491 años. Cuando Asparrots se plantó ante los muros de Pamplona la ciudad estaba ya liberada, y solo resistían unos pocos españoles en el castillo de Santiago. Miguel y Johan de Jaso, los hermanos del santo en persona, fueron quienes abrieron, desde dentro, las puertas de la ciudad. El día 19 de mayo de 1521, Asparrots tomó posesión oficial de la ciudad en nombre del rey Enrique II de Navarra, y ante él juraron fidelidad los miembros del Ayuntamiento. El acta recoge las emocionadas palabras pronunciadas entonces por alcalde y regidores, en las que afirmaban que por fin se liberaban «de la servidumbre en que nosotros y todo el reino de Navarra habíamos caído…». Palabras que, todavía hoy, suenan (o deberían sonar) con un especial significado en los oídos de cualquier navarro.

 

http://www.noticiasdenavarra.com/2012/05/20/ocio-y-cultura/pamplona-se-subleva