Johan Remíriz de Baquedano

 

Navarra 1512-1530: diario de la conquista

1512 comic

Johan Remíriz de Baquedano, señor de Ekala y de San Martín de Ameskoa, es uno de esos miles de navarros a los que la historia no ha hecho justicia. Al inicio de la conquista tendría veintitantos años, pero era ya por entonces cabeza de uno de los grandes linajes de la merindad estellesa. Cuando los españoles invadieron Navarra no dudó en sacrificar su posición alzándose contra ellos, y les plantó cara en cuantas ocasiones le fue posible. En cierta ocasión, por medio de su antiguo amigo el conde de Oñate, se le ofreció el perdón a cambio de jurar fidelidad a Fernando el Falsario, pero rehusó y marchó al exilio con lo puesto, dejando atrás a su mujer y a su único hijo, que entonces contaba un año de edad.

Durante los años siguientes volvió a veces a su casa de forma clandestina, y estuvo a punto de ser apresado en más de una ocasión, llegándose a apresar al amigo y pariente que lo escondía y le daba cobijo, que sería ahorcado en Pamplona. Johan fue condenado a muerte el 13 de abril de 1513, viendo todos sus bienes confiscados, incluida la vieja torre familiar, y arriesgándose a una ejecución sumarísima caso de ser capturado.

En sus años de lucha Johan Remíriz de Baquedano desarrolló una actividad impresionante. Encabezó la revuelta de Estella en octubre de 1512, participó en la intentona legitimista de 1516, cayendo prisionero y siendo encarcelado junto con el mariscal en el castillo de Atienza. Posteriormente liberado, volvió a unirse a la resistencia y venció a los castellanos en la batalla de Zegarrain en mayo de 1521. Participó en la desgraciada batalla de Noain, y posteriormente en la toma de Hondarribia a manos franco-navarras. El 28 de junio de 1522 salió de la villa guipuzcoana al frente de 400 hombres para reconocer el entorno, sufriendo una emboscada en las cercanías de Irun, en la que su grupo fue masacrado. Al día siguiente un emisario navarro comprobó que entre los muertos de la batalla se encontraba Johan Remíriz. Sus compañeros recogieron el cuerpo y lo enterraron en un desconocido lugar, al otro lado de la muga. Johan no encontró la justicia ni después de muerto, y todavía en 1539 su desgraciada viuda pleiteaba por recuperar la casa y los bienes de su difunto marido. En cualquier otro país, personas del talante de Johan Remíriz de Baquedano gozarían de prestigio y reconocimiento público, pero en la Navarra del siglo XXI es, todavía hoy, un perfecto desconocido.


http://www.noticiasdenavarra.com/2012/04/15/ocio-y-cultura/johan-remiriz-de-baquedano